viernes, 30 de noviembre de 2012

Volvete a Morón





Volvete a Morón negro patasucia, le dije. Con exclamación y todo. Así: Volvete a Morón negro patasucia!!!. Y completé la frase diciéndole que se vaya a meter en la recalcada cajeta de su madre pero que sin olvidar llevar un plumero y un frasco de vaselina porque debía de estar polvorienta y reseca. Y levanté la mano haciendo el gesto de pasar un plumero primero y de poner vaselina después. Y nos agarramos a las trompadas. Lógico, después de tanta palabra sincera no quedaba otra. 
Y un poco me arrepiento, imaginate que te estoy contando esto y se me quiere piantar una lágrima. Ojo que no es que me arrepiento de haberle dicho eso al mugriento ese que es hoy, sino que siento que también le llegó al pibe que fué una vez. Ese pibe fué mi mejor amigo de cuarto a séptimo grado. Eso me pone un poco mal viste?, no por esto que es ahora, sino por lo que fué, me entendés?. No, no tiene sentido hablar de porqué llegué a decirle eso. Esas cosas pasan porque se va cayendo una ficha detrás de la otra, entonces no se puede hacer nada. A lo que quiero llegar, lo que quiero contarte es que ese pibe fué calzón a veces, y a veces culo. Culo y calzón éramos nosotros dos, y nos turnábamos. Así de grande sentíamos nuestra amistad. Y los volvíamos locos a todos. Entre los dos trazábamos planes, entre los dos los llevábamos a cabo. No éramos un complemento del otro, sino más bien, éramos los dos nuestras partes y nuestro complemento, todo junto me entendés?... Y ahora resulta que terminó siendo este gran ejemplo de tipo que no sirve para nada, o peor, de tipo que sirve para hacer del mundo algo peor a cada paso. Con gente como ese pibe que se convirtió en esto que es se caen todas las cosas. Si solo se hubiera quedado en Lanús la puta madre. Tal vez habría de ser hoy un tipo distinto. Seguro que era un tipo distinto. En la casa era una locura todo, creo que por eso terminó así. Por lo que me enteré después que me dijo el Fabi, nunca más tuvo amigos. Por eso habrá sido calculo yo, que terminó siendo igual que el viejo. Y que el Tío, me olvidaba del Tío. 
No sé porqué mierda uno termina abriendo un perfil con todos sus datos en Facebook la verdad si es una mierda. Y claro!, mirá como termina. A las trompadas y con una desilusión que no te la sacas de encima ni con una grúa.
El problema está en que nos hacemos la idea de que si nos encontramos después de veintipico de años con gente que no viste nunca más va a ser todo risas y recuerdos, y todos nos vamos a mirar y a abrazarnos a cada rato y nos vamos a contar las anécdotas que nos hicieron ser compañeros a los diez, a los once o a los doce. Mentiras, son puros engaños que nos cargamos en la cabeza nosotros mismos. Pero si con solo verles la foto de perfil y leerles un poco la biografía nos damos cuenta de que ese pibito que conocíamos no existe más!, ni hablar de ver las fotos. Todos hechos mierda, todos distintos, todos con caras que sin hablar nos hacen sentir que lo más probable es que nunca seamos amigos. 
Como es entonces que terminamos por creer que igual puede que nos encontremos con el que conocíamos!?. La puta madre!, mirá que somos pelotudos eh?. Y digo somos, porque en mayor o menor medida a todos nos pasa lo mismo. Somos ilusos. Y estoy siendo una plumita que con sus críticas solo hace cosquillas, y disculpá, pero la verdad es que no pretendo tratar de imbécil a nadie, y menos a vos, que también te pensaste que podía estar bueno ir a comer con los pibes de la primaria. Menos a vos que estás acá escuchandome hablar sin parar mientras me pongo hielo en la boca que me quedó como un chorizo. Y claro, está bien que quieras saber que fué lo que pasó cuando salimos los dos para afuera a fumar, pero te digo que no pasó nada, que fué solo esto; un ir amistoso, un venir que también pretendía amistad, un recuerdo que puso turbio el río,  el silencio durante unos segundos, una risa que se malinterpretó, una respuesta que cayó pesada, y ahí todo se fué a la mierda te digo, se cayó todo por la borda, y discutimos, y nos mandamos a la mierda y entonces pasó esto que te conté, que lo mandé a la recalcada cajeta de su madre polvorienta y reseca, y bueno, ahí vinieron las trompadas y se pudrió todo. 
Por eso te decía, eso de facebook es un quilombo. Además vos fijate. De chicos todos estábamos más o menos parejos en todo sentido. O sea, todos vivíamos en el mismo barrio, éramos prácticamente de la misma condición social, practicábamos más o menos las mismas ideas. Que se yó, estábamos más y mejor integrados entre nosotros, y además los pibes saben recibir mejor esas diferencias, otras no tanto, como por ejemplo que seas gordo, dientudo, medio pelotudo, o alguna de esas cosas que los pibes consideran que son cosas de las que se tienen que reír y que casi no pueden reprimirlas. Y si, los chicos son crueles, pero sin saberlo eh?, quién de nosotros se hubiera imaginado que cuando todo el grado le decía todo el tiempo a Juan Carlos que era un gordo fracasado, un tanque de grasa, un maremoto de torta fritas, el pibe se iba a deprimir?, los chicos no piensan en eso. Si, ya sé que le costó años recuperarse pero que se le va a hacer?, eso no fué culpa de la gordura, y hasta creo que tampoco de las burlas, la recuperación digo, sino que fué culpa de que en la casa nunca le levantaron la autoestima y el tampoco pudo hacerlo solo y entonces la cabeza se le birló para la angustia, que se yó.
Yo te digo, la culpa es de facebook y la puta madre que lo parió. Si no hubiera sido por eso todavía tendría un recuerdo perfecto de la amistad que tenía con este tipo de mierda, pero no. Sabés que pasó?, se me murió ese recuerdo. Y se me murió el de casi todos. Como le debe estar pasando a la mayoría. Uno, como te dije, pretende encontrar a los que fueron, pero no están preparados para encontrar a los que son, y eso te mata. Eso te sacude el coco como loco, porque además te hace recordarte a vos mismo y eso es de lo peor de estas reuniones de mierda. Porque te acordás de vos y de repente vas al baño y te ves así, hecho mierda si te comparás (que te comparás, seguro) con lo que fuiste de pibe. Y te das cuenta de que todos somos lo que nunca hubiéramos esperado ser cuando éramos chicos, cuando los deseos son más verdaderos y sin represiones. Al final uno termina siendo lo que puede. Te agradezco la compañia, sos la única que no me desilusionó, al contrario. Ahora me voy a cerrar mi cuenta de Facebook para siempre. Los recuerdos que se queden ahí en el recuerdo, a ver si todavía sigo haciendo pelota los que me quedan.




martes, 27 de noviembre de 2012

Juancito





Te acordás de cuando pasó todo aquello?. Yo me acuerdo, por eso te pregunto que si te acordás vos. Tenemos que andar como una cabeza que rebota por todos lados como para olvidarnos de todo aquello, y ni así, porque sabés?, Hay cosas que no se olvidan nunca Juancito. Claro, vos ahora me decís que no, que no es que te olvidaste, que hiciste de todo para llegar adonde estás hoy, pero que fué hiciste?, donde estás hoy?. Contame. Dale que te escucho Juancito, estoy acá para vos. Aprovechá que ahora me tenés todo para vos. Contame de como te estás levantando la casa y de todas las horas que laburás ahí en ese lugar donde sos ñoqui, o que te vas para el remis a manejar para llevarte unos morlacos más para tu casa. Contame Juancito. Soy todo oídos. Igual a ver que te parece si mejor te cuento yo que me imagino una verdad acerca tuyo que me parece que va a ir más acorde a la realidad que la  verdad que me podés llegar a contar vos. A ver Juancito. Ahí voy, después me decís si estoy equivocado o no. A mi me parece que de toda la guita que podés levantar te jugás la mitad por lo menos y el resto lo repartís en comprarte todo lo que te gusta, y el auto, y tus sanguchitos de mediodía y tus días de pesca, y lo que te sobra, pero solo lo que te sobra, se lo das a tu jermu para que coma, le de de comer a los pibes y si le sobra un poco ella con todos esos gastos, se compre algo muy de vez en cuando. Claro, a los pibes a veces le compras algunas cosas también pero vas zafando, porque claro, la abuela de los pibes, esa que no es tu vieja, porque tu vieja es casi peor que vos, digo la otra, le da la mayoría de las cosas y entonces a vos te queda poco por dar, y así zafás Juancito, así zafás. No?. Y la casa, a la construcción de la casa le ponés guita de vez en cuando, cuando ganás alguna apuesta o te sale bien alguna tranza. Mientras tanto los tenés a todos durmiendo en una sola habitación, porque te chupa un huevo Juancito. Porque vos además de jugador sos tranza, y sos garca. Y la vas haciendo de a poco, como para cumplir y que no te rompan las pelotas con que nunca hacés nada en la casa. No me mires así Juancito porque tienen razón, o no?. 
No me digas que no porque me vas a dar a mi esa razón que necesito para certificar que haberte traído por acá es lo mejor que pude haber hecho. Manejalo Juancito, manejalo. Acá el problema es que no sabés como manejar las cosas me parece a mi. O sea, ser hombre de familia para la familia. Eso. A vos te falta entender, o no, no sé. Ahora me dejás pensando. Si, así sin decirme nada, con los ojos apuntado para abajo, en silencio. Así como estás me estás diciendo mucho Juancito, y me dejás pensando, que me contás?.
Quién iba a decir que vos, justamente vos que sos un tipo que parece no pensar demasiado, más allá de practicar en el pensamiento cuando y como decir alguna mentira, me deje pensando. Una locura Juancito. Una locura tremenda, no te parece?. 
Contás buenos chistes, eso te lo tengo que admitir. Contate uno. Dale, contate uno, no me dejes con las ganas. Uno malo. Tus chistes malos son los mejores, eso lo tengo que admitir. Dale contame uno así me animás, porque con todo lo que cargo encima y que me hizo traerte por acá tengo el ánimo por el suelo y yo creo que en cualquier momento quizás haga algo que no tengo que hacer. No me mires así Juancito, no te voy a matar si es eso lo que estás pensando. No te preocupes que no, ni a palos que te mato. No tiene sentido. Imaginate que matarte ahora a vos es como no tener que esperar merecido, como si todos en el mundo pudieran hacer lo que quisieran y no pagar en vida me seguís?. Por eso te digo que no te voy a matar. Porque vos tenés que pagarla, y si te mato, no escarmentás me entendés?. 
Vos te acordás de aquella vez que te descubrieron la primera que te mandaste?, que digo, te agarraron después de que te mandaste vaya uno a saber cuantas. Y con la cara de pelotudo que se te nota a la legua Juancito. Con esa cara de papa frita quemada te recagaste en todos. 
Ja!, estuvo buena esa no?. Lo de quemada digo. No viste que se dice papa frita nomás?. Y bueno, es que sos medio morochón viste?, por eso lo de quemada a la papa frita. Dale reíte, no seas cagón. Y contame un chiste dale, contame un chiste que sabés como contarlos. Cuando contás un chiste malo casi siempre reviento de la risa. Vos sí que sabés hacer reír Juancito. Dale que te escucho. No me pongas esa cara que se desluce el chiste che. Y esa risa tampoco, que esa risa se nota falsa desde la otra cuadra mirá. 
Bueno, hagamos algo, no me cuentes ningún chiste que se ve que no te da la cara ni el humor para hacerlo ahora. Pero te la bancas si me pongo más rápido de mal humor eh?, porque te digo que sin un poco de gracia se me escapa el chifle antes de tiempo. Manejalo. Igual vos viste que soy yo el que le está poniendo un poco de buenas migas a este encuentro no?. Porque vos estás con esa cara que va del orto al desconcierto y al miedo y a la sorpresa. Rebotás por cuatro puntas Juancito. 
Te noto desconcertado ahora mismo. Decime que no te la veías venir, que pensaste que te salías con la tuya. Dale. Me harías cagar de risa. Otra que contarte un chiste. 
Yo creo que deberías salir rajando, si pudieras, claro. O sea, si yo fuera vos en este momento estaría haciendo fuerza, con todas mis fuerzas para librarme de esas ataduras. Igual no te esfuerces, estás tan bien atado que no te podrías librar ni aunque tuvieras la fuerza de dos Juancitos. 
Ja!, eso me gustó. Dos Juancitos, te imaginás?. Me muero. 
No pienses que te tengo acá atado como estás porque no me aguanto que estés desatado eh?, no me mires con esa cara. No señor. Te tengo atado para que no me hagas hacer lo que no quiero, no por otra cosa. Figurate que te suelto y entonces vos salís rajando o peor, me enfrentás. Imaginate la situación che. Sería un desastre. Por un lado si salís rajando te tengo que bajar, de cualquier manera, aunque preferiria que fuera a los palazos porque imaginate que te pego un tiro y te doy en la espalda o en la cabeza. Te mato. Ya te dije que no te quiero matar no?. Además, ponele que te estoy dando con un palo. Quién me para?. Y no me quiero descontrolar viste?. Y si me enfrentás es lo mismo. Te lo digo porque vos a mi no me bajás ni con un tanque de guerra. Y de cualquier manera, se descontrolaría todo. Viste?, estás atado por tu propio bien Juancito. 
No me mires así con cara de perrito mojado. A esta altura ya no tenés perdón.
Pero si te la buscaste vos!, como me vas a decir que ya está, que ya lo que pasó, pasó, y que vas a cambiar las cosas?. A vos te parece que podés cambiar todo?. Vos no cambiás más Juancito. Mirá tu viejo. Viejo garca. Vos sos como tu viejo. Pasa que tu viejo no se metió hasta ahora con alguno como yo, que se da manija y se anima y lo agarra como yo te agarré a vos Juancito. Eso pasó. Tu viejo por ahora viene zafando. Y tu problema fué que una vez que te cagaste en la familia que te dió todo y después de un tiempo te perdonó todas o casi todas volviste a cagarlos, menos, eso lo admito, los cagás menos que antes, pero fijate que los seguís cagando igual, como si fueras un rey que caga a su pueblo sin culpa ni reprimendas. Y sabés porqué te lo siguen perdonando Juancito?, por tu jermu, que es mi hermana, y la hija de los que todavía te siguen aguantando. 
Ah, que te quede claro que cuando recién te dije que después de cagarlos te perdonaron hablaba de ellos eh?, no te pienses que yo alguna vez te di mi perdón. No te confundas, que yo siempre te tuve en la mira como quien dice. Eso sí. Siempre te escuché los chistes. Vos contando chistes sos más fácil de llevar, sino, carajo que dan ganas de reventarte la vida Juancito. Por eso te decía, que me cuentes un chiste que si tenés suerte te la hago corta. Decime una cosa Juancito, como hacés para dormir tranquilo?. Y otra cosa, oíme bien lo que te voy a decir, no te dan ganas de meterte un escopetazo en los huevos Juancito cuando te das cuenta de como estás haciendo que toda tu vida de mierda la tenga que cargar tu familia?, o no te das cuenta?. 
Ah, nunca te diste cuenta. Y claro, sino no se puede vivir. O si, que se yó. Igual yo creo que sí lo hiciste. Que te diste cuenta digo, pero que no te importó. Te digo esto porque si no me equivoco el viejo te lo dijo varias veces no?. Como que qué?, dejá de estar tan participativo en la conversación porque la estás embarrando cada vez más. Es tu naturaleza que trata de zafar la que te hace hablar boludeces no?. Mirá que sos pelotudo che, que me hacés poner nervioso. Lo que te decía, y te respondo, que qué te dijo el viejo varias veces?, que la estabas cagando, eso te dijo un montón de veces el viejo. Entonces sabías, a mi no me quieras mentir, que además ya es tarde para cualquier cosa. No me pongas esa cara. 
Uh, mirá. Mirá que sos cagón Juancito. Se te manchó el pantalón. Te measte encima Juancito?. Mirá que sos cagón eh?, vos, que te la diste siempre de guapo y de que te las sabías todas. Mirá como se ponen las cosas de verdaderas cuando pasa que nos enfrentan sin remedio a la realidad. Viste no?. Y parece que hoy soy yo tu realidad. El problema, o tu problema mejor dicho, es que no sé cual es la realidad que te va a esperar después de hoy. No Juancito, te digo que no lo sé. Y no Juancito, la de siempre no va a ser. No llores, no te pongas como una nena. Aguantatelá macho que vos te la buscaste, y no me hagas poner nervioso con ese llantito de señorita en aprietos porque te bajo los dientes de un fierrazo la puta que te parió!. 
Bueno, ya está. Dejame respirar un poco que ya pasó. Listo. Es que sos vos viste?, si me hicieras caso no me sacaría como me saco. El tema Juancito es que la cagaste, pero la cagaste feo. Te mandaste los mil mocos, te perdonaron, y desde ahí te viene aguantando menos mocos, con menor frecuencia, lo admito, pero los siguen aguantando. Nunca dejaron de aguantarte y ya te dije, no por vos, sino por tu jermu que es de la familia, y por los pibes viste?, que ellos no tiene la culpa. 
Y yo no me la aguanto más Juancito, y la verdad es que nunca lo hice, pero cerré el pico, y lo mantuve cerrado por tu jermu que es mi hermanita viste?. Y ella que te quiere con un amor ciego. 
Tu mayor quilombo es que nunca pudiste dejar de jugar. Si todos o casi todos los mocos que te mandaste eran para conseguir algo de plata para jugartelá Juancito. Y nunca pudiste dejar de hacerlo. Entonces te digo nene, me seguís?, si no lo hiciste hasta ahora, con todas las amenazas del viejo, sabiendo que te mantienen los pibes, que a mi hermanita le faltan cosas mientras vos te das todos los gustos y te llenás todos los vicios, si viste y ves lo que pasa a tu alrededor y seguiste como si nada hasta ahora, como puedo pensar que vas a cambiar?, me entendés?. No señor, vos no cambiás más. Yo lo que quiero es que mi hermita quede liberada de la peste amorfa que sos vos, y los pibes por supuesto. Entonces, decime vos. Que harías si fueras yo?. Hablar no Juancito, no me vengas con eso y decime la verdad de lo que harías vos en mi lugar porque te arranco los ojos, decime la verdad y no me hagas poner más sacado de lo que estoy. 
Claro que sí!, eso quería escuchar. Bien, si vos estuvieras en mi lugar reventarías las tripas de un tipo como vos cierto?, y yo que tengo que hacer?.
No llores Juancito, tomá, secate esas lágrimas y oíme. Te dije que no te voy a matar. Quedate tranquilo que la vida te la perdono. Te voy a ir cerrando la idea mirá, para que no te pienses que te voy a hablar todo el día. No tengo la idea de quemarte la cabeza. Quedate tranquilo con eso también. Entonces, te digo y oíme bien. Te voy cerrando la cuestión. Ahora van a venir unos pibes. Unos amigos que contraté para un laburito con vos. Son buenos pibes estos que están por venir. Uy!, ahí llegaron, escuchás el motor de la chata?. No, yo no sé reconocer el ruido de los motores, para mí reconocer el rodado por el ruido del motor es como entender a un chino, cero de eso viste?, pero ellos me dijeron que venían en chata y bueno, lo sé por eso. Además nadie más podría aparecerse por acá a esta hora no te parece?. Bueno te sigo contando, que igual me esperan afuera hasta que les diga que pueden entrar. Te decía que la realidad que te espera después de hoy no va a ser la misma viste? o sea, no vas a volver, o mejor dicho, te vas a ir para otro lado. No, no sé donde. Callate un poco y escuchame. Te pasaste de la raya hasta el límite de cruces de la raya me explico?. Y es así, tan así, que perdiste. Entonces van a venir estos pibes que te cuento y te van a hacer escarmentar. Yo no puedo, no me da el corazón. 
No es de cagón Juancito, dejá de gritar. A vos te parece que me puedo ensuciar las manos con una peste como vos?. No, nada que ver. Además te digo la verdad, no me da el corazón para hacerlo yo, porque en el fondo, me das un poco de lástima sabés?. Pero ya está. dejame terminar que ya va. Con vos no se puede hablar loco. Estás gritando como si te fueran a escuchar y no estás escuchando. Respirá, a ver, respirá te digo. Ahí va. Entonces, estos pibes te van a enseñar un par de cositas de una lista que les hice de cosas que tenés que aprender. Por cada cosita a enseñarte en la lista hay otra cosita distinta en la lista que te va dejar una marca. Cagada hecha, marca por venir. Para que nunca te olvides viste?. Es por tu bien. Es una lista un poco larga, pero te juro que la preparé lo más acotada posible. Es importante que entiendas que la lista es una lista de las cagadas que te mandaste. Entonces, es tu culpa no?. Pensalo.
Al final te van a llevar lejos, no, no sé donde te van a dejar. No, no vas a poder volver a reventarme Juancito. Te digo que no, y yo sé porqué te lo digo. No me hagas contarte porqué no porque me arruinás la sorpresa. Si te digo que no vas a poder volver confiá en mí y en que no te estoy mintiendo. Y bueno Juancito, es así nomás. 
Creo que terminamos. Para tu próxima vida en esta vida tratá de portarte un poco mejor viste?. Suerte Juancito. 




miércoles, 21 de noviembre de 2012

La visita del viejo





Me despierto. No tengo ganas de levantarme pero lo voy a hacer igual, hay que hacer lo que hay que hacer. No todos los días, a veces es mejor quedarse un rato más en la cama, pero no hoy. Hoy hay que levantarse. No sé porqué pero lo siento. Vamos, arriba -pienso-, y en un movimiento ya estoy sentado en la cama, con los pies apoyados en el suelo. 
Ahora sí, me levanto y empiezo a caminar, torpe como el más torpe, hacia la puerta que da al living. La abro y salgo. Veo las paredes pintadas hace poco y pienso que quedó bien, que mucho quilombo pero que bueno que lo pudimos hacer. Me rasco la cabeza en un intento por recordar algo que no sé que es y no puedo. Entro al baño, hago mis cosas de mañana recién abierta y salgo de nuevo al living. Camino hasta el fondo hacia mi derecha y doy la pequeña vuelta que hay que dar para llegar a la cocina. Pretendo preparar el mate para despertar a Denise con algo caliente y ahí me lo encuentro.
-Hey!, le digo, como si todos los días hubiera imaginado ese momento (y era así).
Estaba sentado en uno de los banquitos, al lado de la bacha de acero inoxidable, con un brazo apoyado sobre ella y ya con el mate listo, cebando. 
Me mira con una sonrisa de esas que siempre me regaló y que sentí mías toda la vida. Me alcanza un mate caliente.
-Que lindo que hayas venido, le digo
Empiezo a tomar el mate mientras lo miro fijo con los ojos muy abiertos, con miedo a parpadear y perderme una milésima de segundo. 
Parpadeo igual. No me perdí de nada.
-Me dejaron
Me quedé mirándolo unos instantes mientras terminaba el mate. Se lo devolví.
- Me lamentaba de que no hubieras podido conocerlos.
- Los veo siempre.
Me sonríe. Se sirve un mate para él y empieza a tomarlo. Lo noto nervioso.
- Estás bien?
- Es la primera vez que salgo a dar una vuelta con este permiso.
- Y viniste acá.
- Hubiera elegido todas las veces venir acá la primera vez.
Se me caen lágrimas inmediatamente. No me dieron tiempo a llenar los ojos y permanecer ahí. Se llenan estos ojos y se caen estas lágrimas en apenas un segundo. Me seco la cara.
Lo miro. Está como siempre, como lo recuerdo de la penúltima vez.
- Te extrañé
- Si lo sé. Yo también te extrañé.
- Y como es?
- Raro, pero está bien. Es lo que nos toca a los que rajamos antes de tiempo.
- Te gusta?. Le hago un ademán en círculo con la mano porque le pregunto por la casa para cambiar de tema. Me alcanza otro mate. Me entiende. Me entendió siempre.
- Si me gusta. 
- Nos costó un huevo.
- Si ya sé. 
- Te vas a quedar un rato no?.
- Hasta que me hagan volver.
- Quién te hace volver?.
- No lo sé pero por lo que me dijeron funciona así. Vos salís, y en un momento volvés y a veces no te das cuenta de como.
- No entiendo.
- Yo tampoco. Por ahí si puedo venir otra vez te cuento como fué.
- Dale. 
Termino el mate. Se lo alcanzo y por primera vez mi mano roza la suya y lo siento más cerca que nunca. Como si nunca se hubiera ido, como si la vuelta esta fuera un estar acá solamente, como si nada, como si la alegría de tenerlo al lado mío nunca hubiera desaparecido y vuelto. 
Igual lo sé y esa sensación dura poco. No quiero que se vaya.
- No quiero que te vayas.
- ...
- ...
- Yo tampoco quiero irme, pero una vez me fuí, y ya está. Lo tengo que hacer de nuevo. Lo bueno es que pude volver un rato.
- Lo sé.
Silencio. Pero es un silencio cómodo. Un silencio triste, pero cómodo. Ese silencio que solo los hombres cercanos saben encontrar y en el cual sentirse a gusto.
- Y Cristina?.
- No sé, no la vi más.
- Sí, pero que pensás?
- Que es una hija de puta.
- Pobre Lidia...
- La ves?
- Siempre la veo. Te manda un beso grande, y un abrazo. Antes de salir me dijo que se había acordado de las salchichas con puré que le pedías. Que algún día te las va a preparar otra vez. 
- Decile que la quiero. Que la quiero mucho. Y que me perdone, que las últimas veces no fui porque era raro ir ahí, pero que me arrepiento, que me hubiera gustado tomar otra desición acerca de eso. Decile que la quiero mucho, repetíselo. Y que la extraño mucho. Y que extraño las salchichas con puré y que si ahora como eso siento que no es lo mismo porque no las preparó ella. 
- Le voy a decir, quedate tranquilo. 
No puedo evitar llorar. Me tapo la cara para aguantar todo esto que es agua de adentro y que se cae tanto. Y me tapo la boca. No quiero que escuchen estos ruidos inevitables. Los demás están durmiendo, y de repente me doy cuenta de que si los despierto tal vez se levanten, y todo esto desaparezca. No puedo dejar que eso pase. Respiro. 
Ya pasó.
- Cristina no fué tan hija de puta. -me dice-
- Pero lo cagó
- Si, pero estaba mal.
- De la cabeza.
- También, pobrecita. Igual fué culpa de Diego que le llenó la cabeza.
- Me dijeron.
- ...
Termina de tomar el mate, ceba otro y me lo pasa.
- Vera se parece a vos.
- Si. - se me llena el cuerpo de emoción pudiendo hablar con él de ellos- Vicente también pero es un rubiecito de ojos claros. Viste como se degeneró el gen? 
Nos reímos. Estamos felices.
- Pobrecito...
- Vos negro, el que sigue menos negro, yo morocho. Vicente polaquito. El polaquito de Avellaneda.
- Jajaja. 
- ...
- Porqué el que sigue?
- Porque todavía no termino de perdonarlo.
- Pero ahora...
- Ahora sí, pero antes. Viste como son las cosas que nunca se olvidan. Vos sabés.
- Puta que sé.
- Si siempre me ayudabas. Vos me regalabas disfraces de colores en un juego que me dejaba olvidar la ropa de grises en la realidad.
- No te entiendo.
- Sos medio bruto.
- Soy un negro bruto.
- Jajaja, no tanto. Querés pasar a verlos?
- Dale, vamos.
Se levantó del banquito, me dejó pasar y me siguió. Entramos a mi habitación, Denise todavía dormía, y pasamos a la de los chicos. Los miró dormir. Se acercó hasta quedar en medio de las dos camas y miró en silencio un poco para cada lado. En un momento se volvió hacia mí y me sonrió. Salimos.
Esta vez nos sentamos en la mesa del linving.
- Que grandes están - me dijo -
- Es increíble. Me hubiese gustado que compartan con vos.
- A mi también. Te quiero mucho.
- Yo también te quiero.
En ese momento estiró una mano hacia adelante, la izquierda, y con la otra hizo la seña de escupirse un poco los dedos y luego de frotar índice y pulgar y al final un vaivén hacia adelante y hacia atrás. Sé lo que significa. Lo miro, me río y voy hacia la caja donde guardamos las cartas. 
- Te voy a ganar -le digo-.
- Vamos a ver.
Risas cómplices. 
El viejo quería jugar al truco.
Nos reímos mucho, jugamos largo y con muchas pausas. Hablamos de todo. Hablamos de la noche en la que volví de ese viaje de fin de semana a Villa Gesell y de que cuando me enteré que se había ido salí rajando a verlo porque no podía creerlo, de las ganas de cagar a trompadas a varios de los que estaban ahí simulando despedirlo. Hablamos de las mentiras que se fueron diciendo de él y también de las verdades. Nos acordamos de cuando jugábamos al tejo en el jardín y de cuando jugábamos al truco bajo el ciruelo y también de cuando nos íbamos a dormir juntos y la mandábamos a la vieja a dormir a la otra pieza. Nos reímos mucho. Siempre fuimos felices juntos.Me dejó un par de consejos, y me regaló varios buenos deseos también. Nos acordamos de la úlitma vez que nos habíamos visto. De como él sabía que era una despedida y de como yo no tenía idea y de que por eso mismo fué que me fui un poco temprano. Lloramos un poco. Yo más, él menos porque ya se había acostumbrado y donde estaba, me dijo, es todo un poco más relajado y se acepta todo un poco mejor. Me ganó el partido. Como siempre.
- Cuídalos mucho. A los tres.
- A los cuatro -le dije-, A pipistrela también.
- Ella me vió.
- Y no te ladró viste?
- Es que no es la primera vez que me ve.
- Pero no es la primera vez que venís?
- Es la primera vez que se me hizo posible que me veas y puedas hablar conmigo.
- Entonces ya habías venido.
- Siempre vengo.
- Y yo siempre te siento cerca Abuelo.
- ...
- ...
De a poco el viejo se empezó a poner translúcido. Su cuerpo dejaba ver lo que había detrás y sentí pánico.
- Me tengo que ir.
- No te vayas. 
- No puedo. Pero vos los tenés a ellos ahora. 
- Pero te quiero también a vos.
- No se puede.
- Lo sé pero...
- Es así nietito.
- Te voy a entrañar. Mucho.
- Voy a andar viniendo siempre que pueda, aunque no me veas.
Di la vuelta a la mesa corriendo y lo abracé tan fuerte como pude. El también dió vuelta los brazos alrededor mío en un abrazo... y se fué yendo, hasta desaparecer.
Me quedé en la misma posición hasta que el vacío se me hizo incómodo. Entonces me senté. Y lloré. Y empecé a extrañarlo como todos los días desde que se fué la primera vez. Eso no lo puedo cambiar. Pero que lindo que pude despedirme. Me hacía falta.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

El Cholito





Yo lo que hice lo hice porque no me dejaron otra opción Don Juez, digame usté que hubiera hecho con esta gente sino. El viejo estaba zarpado eh?, usté sabía que a mi hermanito de dos meses ya le había pegado porque lloraba nomás el pibito?. La vieja no decía nada, ella era igual que él por eso estaban juntos. Mi hermano más grande ya se había ido y venía cuando podía a verme a mi y a traerme algún regalo vió? porque el Javi siempre me traía algún regalo. El sale a laburar de apretar a los giles y yo le digo que no lo haga pero ya es grande sabe?, y me dice que no puede hacer más nada con su vida de mierda. Diecinueve  años tiene y ya se dió por vencido. Yo no. Yo tengo catorce y quiero hacer cosas distintas como estudiar vió?, pero no me dejaban, me mandaban a vender desde chiquito. Yo siempre quise ir a la escuela Don Juez, pero el turro no quería, me mandaba a vender lapiceras de colores, pegatinas con cosas de dibujitos que yo nunca podía ver porque no teníamos tele y porque si la hubiéramos tenido no me hubiera dejado, cuadernitos con dibujos para pintar... Yo una vez cuando tenía ocho le dije al viejo que si me podía quedar con uno y si me podía comprar unas pinturitas para pintar y me recagó a trompadas. Me bajó dos muelas de esas de leche, que estaban un poco flojas pero me las terminó de sacar Don Juez, y eso aprendí en la calle que no se le hace a un pibe de ocho. Me dijo que era un puto de mierda y que como se me ocurría quedarme con uno de esos,  que esa plata de lo que vendía era para la comida. Para la comida? pero si el hijo de puta se escabiaba todo con la vieja. Pan que les regalaban con mate cocido me daban de comer a mi y algo que rescataran de algún vecino de la zona que les daba algo, o de alguna bolsa, o sino salía a pedir yo y comía cualquier cosa que me dieran vió Don Juez?. Una vez el viejo me dió un plato de guiso que como no quise terminar de comer me lo tiró encima para que aprenda que la comida no se deja en el plato y después me hizo sacar la ropa y chupar la comida de ahí, de la ropa, y después me recagó a patadas en el culo y me mandó a dormir afuera, y hacía calor y me picaron los mosquitos que ni le cuento. Perdón Don Juez voy a tratar de no putear más. Si ya sé que en estos lugares que son de gente como usté no se puede. No se me enoje pero vió? en los lugares de donde vengo a los pibes nos enseñan así por eso a mi no me gusta eso de vivir ahí con esa gente. Yo lo que quiero es aprender. No sé como le voy a hacer para aprender pero quiero hacerlo. Creame Don Juez. Una vez me quise llevar la mochila con algunos libros y un cuaderno que tenía yo cuando salía a vender y el viejo no me dejó, me dijo que no iba a vender un carajo si se me metía en la cabeza eso de estudiar que era una mierda y que en esa casa se necesitaba que yo trabajara para poder comer y me sacó la mochila y me la tiró al riachuelo. No sabe la bronca que me agarré ese día. Yo lo que hacía después de eso era esconder unas hojas y unos libros que conseguí por ahí en un pozo que había hecho yo vió? y cuando me iba a vender sacaba la tierra de encima y me escondía adentro del calzón algunas cosas para aprender a leer como Dios manda, porque a mi no me querían mandar a la escuela pero yo aprendía a leer y a escribir igual. Yo estuve un tiempo yendo a lo de una vieja que yo le decía Abuela que me enseñó algunas cosas de leer y escribir y de ahí me largué solo a seguir con todo eso cuando la viejita linda se murió. Un día había vendido un montón, porque yo cantaba y era de esos pibitos que a la gente le cae simpático y bue, vendía bien, y como le decía vendí un montón ese día y fui a verla pa´ que me de una clase y le toqué timbre pero no salió nadie, y le volví a tocar y le golpié la puerta y entonces ahí salió otra vieja pero de la casa de enfrente y me dijo que  La Lucy se había muerto el día antes. Lucy se llamaba la abuela. Ahí fué que empecé a pensar la primera vez en hacer todo esto que hice me entiende?. 
Usted sabe que vivíamos al lado del riachuelo no? ahí la vieja se enjuagaba las patas en verano y me las hacía enjuagar a mi y yo le decía que no que estaba contaminado y ahí nomás me contestaba que le entre al agua que total me iba a morir sin llegar a viejo o por la mugre o por la policía. Yo ese día no aguantaba más y esa que se venía iba a ser la última que hicieran mal esos dos hijos de una gran puta. Perdón pero e´así Don Juez, yo puteo y más cuando me caliento. Bueno, está bien. Si ya sé, listo. Está todo liso Don Juez le estoy diciendo dejeme terminar.
Resulta que ese día que terminó como terminó me desperté del ruido y cuando vi volví a cerrar fuerte los ojos y no quería mirar, pero resulta que la vieja me llamó para que me levante y raje pa´fuera vió?. La vieja estaba de puta. 
Déjeme terminar!, y como quiere que le diga a una puta?. Si ya sé que era mi Mamá Prostituta?, bueno, le digo prostituta si quiere como le dice usté. Resulta que ese día estaba mi vieja la prostituta haciendo su trabajo barato con un vecino por un par de fasitos. Como que qué?, fasito, porro, marihuana Don Juez. Y le estaba tirando la goma y entró el viejo. Ellos ya lo tenían todo arreglado yo sabía porque ese vecino había hecho cagar a un par de pendejos de otros barrios, porque el los vendía al interior vió?, y a los viejos no les importaba eso sino que con ese negocio el tipo se había llenado de guita y los viejos querían eso, la guita. Bue, resulta que el viejo se le tiró encima, y si, como le cuento, yo lo vi porque estaba la puerta medio abierta y estaba ahí y además se escucha todo cuando las paredes son de madera o de chapa, eso usté no lo sabe porque se ve que nunca estuvo en un lugar de esos. La cosa es que mi viejo se le tiró encima y le dijo que sino le daba torta de la que sacaba él con los pendejos le cortaba la pija ahí mismo y se la tiraba al río. Y el tipo le dijo que sí, como le va a decir que no, se imagina Don Juez?. El tipo y mi viejo se fueron y mi vieja se quedó sola y yo entré y entonces le dije que que pasaba, que porqué seguían con toda esta mierda que estaban haciendo y me dió vuelta la cara de una trompada. Si Don Juez, una trompada, con la mano cerrada, y me dijo -cerrá el orto, me dijo. Y como que hice yo?, me puse a llorar pero no porque me haya dolido eh?, si me dolió pero a veces me duelen tantas cosas que ya me acostumbré a todo eso de andar lastimado, entonces no lloré porque me había dolido em entiende?, lloré porque ya no aguanté más. Y me fui a la mierda. Corrí hasta cruzar el puente y me quedé ahí, aguantando los trapos. Usté no me entiende nada Don Juez, pero no le hecho la culpa, usté es de otra clase, usté tiene plata y fué a la escuela y sabe hablar bien, no como yo que ando por la calle y aprendo de ahí nomás, de donde puedo. Que aguanto los trapos quiere decir que me la aguanto, quiere decir que ando buscando fuerza de donde no tengo para aguantar toda la mierda que tengo en la vida, eso. Si, le sigo contando. Entonces me fuí, y pasé el puente y me quedé ahí hasta que me di cuenta que mi hermanito estaba ahí vió?, que seguro que la vieja se estaba yendo en cualquier momento a buscar al viejo y de ahí a comprar porquería y que seguro habían dejado al bebé ahí nomás. Entonces fuí y no había nadie, bah, el pibito, mi hermanito estaba ahí. Estaba calladito pobrecito, como si anduviera durmiendo después de comer y con la panza llena. Entonces entré y me acerqué porque ya estaba decidido a que me lo iba a llevar y nos íbamos a ir a otro lugar, no sé donde. No sé Don Juez, me lo iba a llevar pero no sabía. Lo único que quería hacer era rajar de ahí con mi hermanito me entiende?. Bueno, si quiere no le cuento más y usté hace lo que quiere y listo y sino le pido que me deje terminar que falta poco, y después ve lo que quiere hacer y lo hace y listo. Bueno dele, le termino rapidito la historieta, como quiera.
Por donde iba?, ah, si gracias señor, estaba entrando y lo vi acostado, dormidito y me acerqué para llevármelo a la mierda; bue, perdón, a otro lado, así está bien?. No, no lo estoy cargando pero ya me está sacando la paciencia cortándome todo el tiempo porque hablo como hablo, ya le dije que yo aprendí como pude de la calle y que en casa por lo que le estoy contando y ya le vinieron a contar antes no se podía aprender nada. 
A ver si puedo terminar. Entré a la casilla y lo vi dormido, y lo fuí a sacar de arriba del colchón y lo levanté y no se despertó. Yo lo moví un poquito para que se despierte no sé porqué y con él a upa me agarré un paquete de galletitas que había en la mesa, unas monedas que encontré en el cajón de la vieja, y me apuré a salir. 
Le juro Don Juez que no entiendo todavía porqué pero se me dió por sacudirlo un poquito de nuevo, porque no se había despertado todavía me entiende?. Y bueno, no se despertaba. Andaba raro, porque siempre que lo movían un poco se despertaba y lloraba. Entonces lo volví a acostar en el colchón y entonces vi que estaba morado y me di cuenta que además estaba un poco frío vió?. Y ahí nomás le abrí la boca y tenía un trapo, hasta el fondo metido.  Y estaba muerto Don Juez, se lo digo con estás lágrimas que ahora me salen. Yo siempre me aguanté llorar adelante de nadie, y también cuando estaba solo porque llorar no es para la gente como yo vió, pero ahora se me están saliendo igual la puta madre. Mi hermanito estaba muerto me entiende?, y mi otro hermano, El Javi, hacía rato que no venía, entonces yo pensé que también podía estar muerto. Y todo era culpa del viejo y de la vieja. Y entonces pensé que yo también iba a terminar muerto por culpa de esos dos hijos de puta y ahí nomás dejé el cuerpito de Marquitos en el colchón y le agarré uno de los fierros al viejo y me senté al lado de Marquitos y los esperé.
Tardaron un montón en venir, y yo no sabía que iba a hacer. Lo que pensaba era asustarlos, preguntarles si algún día iba a ser distinto vió?. Ahora después de pensar un montón me di cuenta y también porque pensé en algunos amigos y todo, que a esta edad vió?, todos los pibes creemos en que los viejos pueden hacer las cosas un poco mejor algún día, pero no, estos dos hijos de puta no iban a poder, y le cuento, le cuento lo que pasó cuando llegaron.
Yo estaba con el fierro entre las patas, un 38 , le dije no que era un 38?, ah no, usté ya lo sabía y mi hermanito, bah, el cuerpito de mi hermanito que ya estaba re frío y seguro ya el almita le andaba dando vueltas recontra lejos, porque yo creo que debe estar en algún lugar lejos pasándola bien. Eso espero. Lo extraño tanto Don Juez, tanto. Y bueno, entraron los viejos recontra locos, cagándose de la risa y cuando me vieron se quedaron parados en la puerta, y el viejo me preguntó porque no había salido a vender que era un pelotudo y que me fuera antes de que me cagara a trompadas. Y se acercó y saqué el fierro de abajo y le apunté y se quedo quieto y enseguida se tiró un poco pa´trás al lado de la vieja que no dijo nada. Le juro, pareció que se les fué toda la locura de golpe. Entonces les dije que mi hermanito estaba muerto y la vieja abrió grande los ojos y se puso a llorar y le dije que cerrara el orto que era culpa de ella por ponerle un trapo para que se calle porque había pasado eso, porque siempre le tapaba la boca pero con la mano y se la sacaba para que pudiera respirar pero esta vez no lo hizo Don Juez, esa vez le puso un trapo y se olvidó y se fué a reventar guita de la que le habían choreado al que vendía pibes y así fué que Marquitos ahora estaba muerto. Y yo seguía apuntándoles Don, seguía apuntándoles y empecé a preguntarles si algún día iban a cambiar y entonces el viejo se me quiso tirar encima y entonces le tiré. 
Le di en la jeta creo porque le reventó sangre pa´todos lados, pero a mi no me tembló nada, a mi lo único que me pasó con eso fué que sentí que todo estaba como nublado y que las cosas eran así y que esos dos eran una mierda.
Entonces se cayó al suelo y empezó a gritar fuerte y le tiré de nuevo para hacerlo callar vió?, y le di en la cabeza y ahí se quedó quietito en el piso. Pa´todo esto la vieja cuando vió que le rajé el segundo tiro al hijo de puta  salió rajando que no le daban las patas le juro, entonces corrí a buscarla y ella se había caído ahí nomás, porque estaba recontra dada vuelta Don Juez, re paqueada estaba y se cayó, y había gente pero la vi después, justo en ese momento no vi a nadie, bah, a la vieja si la vi. Entonces le cuento, cuando llegué al lado de ella me miró y me pidió por favor, pero usté sabe como es, o no, no sé si sabe, no creo que sepa. Y yo ya estaba me entiende, y le tiré. Le tiré las cuatro veces que faltaban tirar. Ni sé donde le di las cuatro balas, pero se las emboqué todas creo. Y se quedó quietita también ella y volví a la casilla, al lado del bebé, y me quedé ahí sentado y después me acosté al lado y lo abrazé y ahí también me puse a llorar, como ahora que se me están cayendo las lágrimas y que no puedo más Don Juez, porque no sé que van a hacer conmigo ustedes me entiende?. Porque yo no me quise rajar de la casilla sabe?. Yo quería que me den una mano en algo alguna vez en la vida y me quedé a esperar que pase algo bueno después de lo que hice, porque lo que hice lo hice para cambiar algo y empezar de nuevo vió?. Y ahora no sé, seguro que me van a mandar a uno de esos lugares de mierda y yo me quiero matar la verdad. Por ahí hasta me dejan adonde estuve desde que me encontraron que es uno de esos lugares y es una mierda y me quiero matar, pero igual es distinto. Es mejor que la vida de antes con esos dos. Eso sí, pero no sé. Lo extraño al bebé. Mucho. A mi hermanito digo. Y al Javi también lo extraño Don Juez, lo extraño mucho también. No sé que hacer Don Juez, ayúdeme porque con catorce años no sé que hacer y estoy solo. Y El Javi si, estaba muerto también nomás por eso le estoy diciendo que también lo extraño a él, lo había agarrado la poli y lo había reventado de un corchazo en el cuello me dijeron después. Uno de por ahí me lo dijo, no importa. Si aprendí algo bueno en la vida es a no ser buchón. Botonazo yo, no. Y ahora estoy solo me entiende?, pero quiero hacer cosas buenas, y a mi no me contagió tanto la mierda. Bah, creo que no, pero bueno. Usté mandeme donde sea, que yo me arreglo. Como siempre.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El Pincha y La Muerte





El Pincha volvía de las vías. El flaco había ido a ver la nueva ola de pibes que ocupa la casilla abandonada que está en el cruce saliendo del barrio y se le notaba contento. De hecho, hacía rato que el pincha no andaba con una sonrisa en la boca. Volvía para la casa el Pincha. 
Al Pincha le decían así porque en su época de pibe era el que más andaba suelto hablaba con las minas, además de que era de los más facheros, y al final eso era lo que hacía que siempre se quede con alguna de las más lindas o con la más linda o con la que a él le gustaba más. Siempre hacía lo que quería. Entonces, le decían el Pincha, porque pinchaba. Mucho. Un culo roto el Pincha. Había nacido con la suerte de pocos. Además, su vocabulario amplio, su postura erguida, los ojos azules, la sonrisa limpia, las manos que siempre las daba como amigas de cualquiera que pudiera necesitarlas, su buena voluntad, todo,  todo hacía que además de ganar con las minas, gane en todo, el Pincha le caía bien al mundo... el Pincha era la perfección en pinta. 
Una vez el Pincha se apareció con una minita de otro barrio. Nosotros nos juntábamos en la casilla del cruce de las vías, como los pibes de ahora. Al guardia que andaba ahí todos los días lo habían rajado con la excusa de reducir personal. Esperamos un tiempito prudente como para saber que no iban a poner al cuidado de ese cruce a nadie más y zas! reventamos la cerradura y tomamos posesión. Era la gloria. Luz, agua, gas, una cama, una cocina, radio. Todas las comodidades. imaginensé o recuerden si lo tienen ahí guardado, lo que eso puede significar para un grupo de pibes de catorce años. A los vecinos no les gustó mucho pero terminaron por pensar, y lo decían por eso supimos que lo pensaban, que era mejor que los chicos del barrio estén ahí a que se metan grandulones de otros barrios vaya uno a hacer que cosas, que seguro andaban con el tema de las drogas y el robo y de seguro iban a usar la casilla como aguantadero. Vieron como son los vecinos cuando se ponen a hablar y a sacar conjeturas no?. El tema es que el Pincha nos trajo a la guarida una minita para presentarnos. Era tanto el poder que el hijo de puta tenía sobre sus enamoradas, porque eso eran, ciegas enamoradas, mujeres enfermas que hacían todo lo que él les decía que hagan, que el flaco hizo que nos mostrara las tetas, y se fué a encamarla a su casa que andaba sola por las tardes porque el padre trabajaba en una curtiembre y la madre en un taller de costura para una empresa importante. Después de que el Pincha se fué con la minita, nos quedamos callados, nos miramos y al ratito ya nos habíamos ido todos. Cada uno a su casa y a hacer lo que ya sabíamos que íbamos a hacer. Y bue...
Bueno, eso era de pibe como ya dije. A los catorce más o menos, y hasta los veinte. En el medio de eso no hubo tanto. El Pincha pinchaba, nosotros de vez en cuando también. 
Las hormonas se nos escapaban por los ojos, jugábamos al fútbol, molestábamos a todo el mundo, nos rateábamos del colegio. Buscábamos cosas nuevas para ver y cosas nuevas para hacer. Siempre en la adolescencia las cosas se mantuvieron más o menos igual.
 Los veinte dije?. Hasta los veintidós, ahí fué que se empezó a caer.
Al Pincha un primo que tenía que era más grande una vez le dejó un paquete. Nosotros éramos una manga de vagos que después de algún momento en la adolescencia se mamaban en la esquina, o en la casilla. Nos cagábamos a palos cada tanto, una par de extras bajo la protección de estar amparados dentro del barrio, pero nada más. Unos sanitos. Más o menos, pero ponele que si.
Al Pincha el primo le reventó la cabeza. 
Dejó primero de venir los sábados a jugar a la pelota al club al que íbamos siempre, después empezó a faltar algunas noches, al final casi no se lo veía ni con nosotros, ni en el barrio, ni nada, y cuando se lo veía bajaban las nubes y se opacaba la vida. 
Seguía viviendo ahí, en la casa de siempre, pero se iba con ese primo que tenía y que era de otro lugar que vaya uno a saber donde era porque nunca lo dijo, y volvía muy tarde de noche, cuando en el barrio solo andaban los fantasmas de los que no se querían ir y las sombras de los que los querían encontrar.
No es que no hayamos querido hacer algo para que vuelva con nosotros, la puta que lo hicimos. Lo buscábamos en la casa, lo esperábamos en la madrugada cuando volvía, lo llamábamos por telefono. Todo. Todo lo que se nos ocurría, pero el flaco no quiso saber nada de nada. Nos mandó a la mierda todas las veces, se cagó en los amigos, y se metió en una vida nueva que no sabíamos si era vida.
Con el tiempo, y a esa edad, a uno se le va pasando lo que ya no está aunque cada tanto pueda generar algún tipo de nostalgia cuando el recuerdo se hace luz. El Pincha ya no andaba con nosotros, y nosotros solo andábamos con los que estaban. Nos dolió, pero que se le va a hacer. Al final la desición es siempre de uno mismo y no de los amigos. Eso de que uno es lo que son los amigos es para flojitos de espíritu.
Una vez la al Pincha la Mamá lo internó. El Papá lo cago a palos y la madre le llamo a la policía para que se lo llevaran a una granjita privada en donde había reservado un lugarcito por esos días. A los meses lo vimos volver. Todo peinadito, arregladito, limpito, y todos los itos que se les ocurra. Hasta sonaban los pitos cual cornetas!. 
Un mes le duró antes de volver a lo del primo. Y así siguió.  Y la Mamá se le murió algunos años después y el Papá también, y vivió de vender algunas cosas, de robar algunas otras, eso sí, nunca lastimando al nadie, hay que reconocerlo, y también vivió un tiempo haciendo de dealer de su propio dealer. 
Ese fué su último trabajo hasta que lo metieron en cana. Al Pincha lo agarró la policía en una esquina de otro barrio con la venta reservada para toda la noche encima. hasta las pelotas.
Dicen que la pasó mal, que le hecharon el jabón al suelo cada una de las tardes, y lo hicieron hablar con la boca llena cada una de las noches. O es puro cuento, no sé. La cosa que es salió después de veintitrés meses creo por buena conducta o algo así. Y volvió al barrio pero se encerró, y nadie sabe que hacía, hablando en todo sentido.
Pasaron algunos años así, como una niebla en la que no se ve, y el Pincha hace tres días andaba solo en la casa y de repente alguien le golpeó la puerta. La puerta del patio. Le habían entrado por atrás, como se había dicho que le habían entrado en la cárcel. 
Les cuento esto porque lo sé, y lo sé porque me lo contó y me lo hizo ver y escuchar ayer uno de al lado de la casa del Pincha, que era del grupo de pibes que se empezaron a juntar en la casilla inmediatamente después de que nosotros dejamos de hacerlo. 
Resulta que hará unas semanas, el Pincha salió un par de horas de la casa y Beto, el de al lado, entró a la casa y le instaló cámaras y micrófonos por todos lados. Beto era uno de esos tipos a los que les sale bien un negocio grande y después de eso se la pasan al pedo viviendo de los resultados de una sola gran idea que tuvieron. 
Así al pedo y todo como andaba por la vida, estaba y nunca había dejado de estarlo aunque fuera más chico, y porque al Pincha todos lo conocían y le guardaban un respeto de locos, y al igual que yo y algunos otros, preocupado por el Pincha. Sabíamos que después de todo el Pincha era buena gente.
El tema es que le instaló cámaras y micrófonos. Y pasaron los días y nada. El Pincha, se sentaba al frente de la televisión y miraba la televisión, frente a un libro, y leía el libro, en silencio y miraba al techo en silencio. Nada del otro mundo. Apenas comía, apenas dormía, apenas todo. Una pena que haya dejado ir todo lo que prometía.
Decía, le golpearon la puerta de atrás, la del patio. 
Pincha! bam! bam! bam!, Piiiinnnnnnnchaaaaa! bam! bam! bam! Hey! Pincha! Abrime!, y el pincha recagado en las patas preguntó quién era. 
Un amigo Pincha, dale abrime que hace frío. Tengo que hablar un par de cositas con vos a ver como podemos arreglar este temita de que te vengas conmigo.
Como irme con vos?, quién carajo sos?, dijo el pincha. Y el de afuera le contestó: Como escuchaste Pinchita, que te vengas conmigo, dale abrime que se me congelan las patas.
Y el Pincha abrió la puerta.
Cuando abrió, se hizo a un lado y dejó pasar a este que lo había estado llamando. Era un hombre de estatura media, el pelo largo sobre los lados de la cara que parecía un pez de frente de lo flaco que estaba, y barba. Vestía una túnica blanca bastante sucia, y un par de sandalias hechas pelota.
Jesús! le dijo el Pincha con la cara más asombrada que se haya visto. Y casi se cae de la emoción. Se golpeó con todo, con la mesa, con la heladera, de culo se cae casi.
Jajajajaja le contestó el hombre. Flor de susto te hice pegar no!? jajaja. Pará, pará que me pongo bien y arrancamos.
El hombre se tomó la piel de la cara desde el cuello con la mano derecha y empezó a tirar. Se levantó la carne y todo lo que venía pegado a ella y hasta el cuero cabelludo y se quedó en huesos. Las sobras que se arrancó las dejó sobre la mesa. Se agarró la muñeca izquierda con la mano derecha y tiró y sus manos también quedaron en huesos. Hizo lo mismo con la otra mano. También dejó esas sobras sobre la mesa.
Pinchita! dijo, soy la muerte.
Y el pincha se desmayó.
Tardó un rato el cabeza de esqueleto en despertar al Pincha. Le hechó agua en la cara, lo cacheteó, le abrió los ojos y le sopló adentro, le hizo cosquillas en las patas, de todo. 
Al final se despertó hecho un asombro. Estaba tan asombrado de lo que estaba pasando que se le podía ver en todo el cuerpo.
Bueno Pincha, dejate de joder y escuchame, le dijo la muerte.
Que te escuche qué? yo no me voy con vos ni en pedo, le contestó el Pincha.
-Mirá, vos te venís conmigo si te digo que lo hagas o te llevo de prepo y no vas a poder hacer nada para evitarlo, el tema es que como tengo tiempo quiero que charlemos un rato. Además me caés bien, te estuve mirando la película de lo que fuiste, y la verdad, me da penita tener que arrancarte esta vida no resuelta viste?.
El Pincha lo invitó entonces a sentarse frente a frente en los sillones que daban al hogar que estaba encendido y se miraron durante un rato. Que me miraste qué?, preguntó el Pincha al final. Y la Muerte le contestó, La película de lo que fuiste. Y que es eso?, volvió a preguntar el Pincha. Es como lo que dicen algunos de ustedes, que ven la vida como si fuera una película antes de morir. Eso, pero la peli me la miré yo. Nosotros se la mostramos al que nos cae bien si fué una buena vida y al que nos cae mal si fué una vida de mierda, sino no se la mostramos un carajo. A veces hay algunos que no se merecen ver nada Pinchita. Y yo cuando tengo tiempo me las miro viste?, son como un documental. Está buena tu peli. Bastante trágica de la mitad pa´delante pero buena. Lástima que como el final lo traigo yo todavía no está lista, pero ya va a estar. Y te la voy a mostrar Pinchinchudo, no me mires así que voy a dejar que vos la veas. Que me decís Pinchinchudo pelotudo?, le dijo el Pincha. Epa, epa, epa, le contestó la Muerte. Ojito Pincha que yo te estoy hablando bien. Eso de Pinchinchudo lo saqué de la Peli. Te acordás que así te decía tu vieja cuando te agarrabas esas rabietas de adolescente?. Al Pincha se le llenaron los ojos de lágrimas y no respondió. La muerte le hizo honor a ese silencio cambiando de tema.
-Ah, ahora si, tengo las patas calentitas. 
- Y como es eso de que me vas a llevar? de donde saliste vos? quien carajo te pensas que sos?
- Tratame con respeto Pincha porque te la pudro, y te la pudro feo eh?.No estoy diciendo que te voy a llevar ya mismo. En realidad tenés fecha de caducidad para mañana a la mañana. Resulta que entre ahora mismo y mañana a la mañana no me toca llevarme a ninguno. No te pienses que no se va a morir nadie, no, yo solo soy la muerte de esta parte de la zona sur, del conurbano sur. Bastante limitado, aunque por acá se mueren bastante che... raro que pasen tantas horas y no este tapado de laburo. Más en esta época de tanto quilombo? no?. Nosotros somos un montón, y hace unos años nos dividimos por zonas para que esto que hace a nuestro laburito sea más organizado. Esa idea la tuvo la Muerte del centro de la capital, que por algo tiene ese puesto, porque antes andábamos a los tumbos registrando almas al tun tún, y ya no daba la verdad. Además ahora podemos relajarnos un poquito porque sabiendo que si no es nuestra zona no es nuestro problema y el trabajo se hace más fácil. La cosa es que como tengo tiempo y me caes bien pase a verte un rato antes de tener que hacer que te vengas conmigo.
- y decime, dijo el Pincha, hay alguna manera de no tener que irme con vos? 
- Y mirá, como haber maneras, hay siempre, pero no voy a ser yo el que te facilite la vida viste? yo tengo que facturar, y si no cargo con nadie me descuentan a fin de mes. Además acabo de decirte que no tengo a nadie entre ahora y vos mañana a la mañana, y eso ya es una cagada.
Te tenés que morir Pincha. 
-Y como me voy a morir? 
-Mañana a la mañana viene tu primo. El de siempre. El que te metió en esta hace todos estos años y te cagó la existencia. Va a traer un fierro. Te va a decir que tienen que hacer un laburo y vos le vas a decir que no, pero te tienta con una carga de cocucha de la buena que les va a quedar a los dos de aproximadamente un kilito. Un kilito! y no te vas a resistir. Sos demasiado vicioso Pincha como para resistirte a tanta cocucha de la buena. Cuando llegan adonde el laburito, algo les sale mal y pum! te la dan por la espalda. Tres veces. Y ahí entro yo, te doy la mano y te venís conmigo.
-Pero ahora que lo sé no lo hago y listo!
-Lo vas a hacer igual. Vas a ver que mañana vas a pensar que si lo hacés y te acompaña la suerte sale bien y te quedas con todo ese lote y lo hacés igual. Con los vicios hasta la muerte. Tenés tatuada en el pecho esa frase aunque no se te vea Pincha.
El Pincha no supo que decir y se le vino el mundo abajo. Pensó un largo rato y entonces le dijo - te apuesto algo y si te gano no me llevás, y la muerte le contestó, - No, y el Pincha dijo - dale, vamos al bar de la estación y el que se levanta a la minita más linda gana. 
La muerte lo miró unos segundos, se cruzó de piernas, de brazos, sonrió calavericamente y le dijo, -mirá que me puedo poner en la piel de Brad Pitt eh? y tu chamuyo, el que tenías hace unos años se te perdió. Además sos un desastre Pincha, la verdad que lo mejor que te puede pasar es venirte conmigo. Y me caés bien, te lo dije no?. Y tengo algo para ofrecerte qeu se me ocurre ahora que andamos en buenas migas. Si te ponés las pilas, y dejás todo ese temita de los vicios, porque a nosotros no nos gustan todas esas cosas de andar de la cabeza todo el día viste?, por ahí hasta te consigo laburo. Me dijeron el otro día que el que labura en la parte norte de la capital está por jubilarse y por ahí me dan ese puesto, y quién sabe, te puedo conseguir esta zona, la de por acá, y te toca venir a buscar a los amigos, a los vecinos, que se yo. Por ahí está bueno.
El Pincha se quedó en silencio de nuevo. No hay que aclarar mucho el temita de que la propuesta del laburito de muerte le interesó y la verdad era muy tentador quedarte en el barrio, como muerte y llevándote a los que siempre conociste. Tentador, pero no tanto como para terminar aceptando. Minutos después lo miró y le dijo, - vos que te las sabés todas, y que se te nota que las podes todas, mirame.
La muerte lo miró.
Empezaron a cruzarse las señales. El audio empezó a fallar, el video también. En los videos se nota algo así como estelas de luz entre los ojos del Pincha y los huecos de la Muerte. Habían entrado en una especie de comunicación que las cámaras no podían captar. Algo para lo que Beto no estaba preparado. 
Se miraron durante más de dos horas. Al fin, el video se apagó, y en el audio ,solo ruido. 
Como Beto no estaba en su casa en ese momento porque había ido a comprar no me acuerdo que cosas a no sé donde no pudo asomarse por la medianera y ver que pasaba desde el patio. O ir a tocar la puerta si se animaba.
Lo único que sabemos es que hoy el Pincha volvía todo prolijito y con cara de nuevo desde las vías sonriendo como hacía mucho no se lo veía, y que la Muerte no se lo llevó. O al menos no parecía.

viernes, 9 de noviembre de 2012

La canchita de los deseos




Hubo una vez en un barrio del que pocos se acuerdan, creo que apenas si saben donde están los que viven ahí, porque este es uno de esos barrios en los que la gente anda desorientada, una canchita de fútbol que en sus épocas de gloria supo dar a los que jugaban ahí, un mundo de inexplicables sucesos. Esta canchita de procedencia infernal, se encontraba en el sur de la provincia, y digo y aseguro que es de procedencia infernal porque nada de lo que pasó dentro de los límites de ese potrero podría haber sido proveído por los cielos. O tal vez sí, por algún farsante que debiendo ser ángel caído, todavía se encuentra haciendo trabajos de hacedor de milagros entre los celestes, pero nunca podría saberse. Los ángeles pueden los mejores en el arte de la mentira. 

Todo empezó el día en el que Julián a punto de patear al arco gritó, Te quiero reventar a goles toda la vida botón!. 
Durante lo que duró ese partido Julián le pateó al arquero 17 veces, y todas entraron al arco. 
Julián pateaba de mitad de cancha, y gol. Cabeceaba a las manos del arquero botón, gol. Le rebotaba la pelota en la espalda, y gol. En una Julián se calentó por una patada que le pegaron en una jugada arriesgada, pateó la pelota para cualquier lado, y la pelota dobló, unos dijeron que por el viento, otros dijeron que no la vieron, pero ninguno en realidad quiso hacerse cargo de lo que pasó, y fue un claro gol al ángulo superior derecho, y la verdad es que nadie supo entender que era lo que había pasado. 
Esa noche Julián no durmió de la sorpresa que llevaba encima y fué con sus amigos al otro día también a jugar a la cancha. Supo que hacer para probar si la conclusión a la que había llegado en secreto durante la noche era cierta. Manipuló a sus compañeros con todas las artimañas que se le ocurrieron para que David, el arquero botón, atajara de nuevo y en su contra. Demás está decir que tuvo razón. Cada vez que Julián pateó, entró al arco. Sus amigos no podían creerlo. Julián nunca fue un buen jugador, mucho menos un goleador y entre el día anterior y este, ya había metido 30 al menos, y digo al menos porque se había perdido la cuenta. 
Julián supo entonces, que ese lugar se había transformado en alguna especie de suelo protector de sus deseos o de los deseos de todos, no estaba seguro pero tampoco quería comprobarlo por ahora. Tenía miedo o estaba temeroso de lo sobrenatural de la cuestión.
Una semana después, y habiendo llegado de nuevo lo que esperan todos los pibes en ese barrio y en todos los barrios, que es el fin de semana, se juntaron en la canchita a jugar de nuevo. Todos querían a Julián para su equipo porque era la revelación o estaba en una racha de suerte que nadie quería desaprovechar, pero no se sabía que si no atajaba David para el equipo contrario Julián volvería a ser el mismo patadura de siempre. 
Esta vez Julián no pudo hacer que David atajara para el otro equipo y de nada sirvieron sus deseos, pues no se cumplieron. Había una condición que nadie conocía y de la que Julián no se había dado cuenta. 
El equipo de Julián terminó decepcionado, acusando a un golpe de suerte de momento todos los goles de la semana anterior. Tuviste un culo terrible ayer, nada más, le dijeron. Él no se defendió. 
Se fueron a tomar una coca y volvieron, y armaron otros equipos y empezaron otro partido. Tampoco David atajó en contra de Julián en el segundo partido.
Esta vez le tocó al Negro Marcos. Durante el partido anterior y también este que ya iba por la mitad no había hecho nada, ni goles, ni buenos pases, ni había robado pelotas. Ni siquiera había podido defender a su arquero del petiso Cabrera, que era sabido que el Petiso Cabrera era el peor jugador del barrio y de la zona, y ya se ve que en este barrio hay canchita milagrosa pero no buenos jugadores. Hubo un momento en el que el Negro quedó solo frente al arco y tuvo tiempo, y entonces estaba pateando con todas sus fuerzas mientras decía: Me quiero morir, no meto una. Y se cayó redondo, y se murió. Y la pelota no entró. 
Fué otra vez durante la noche, bueno, casi la noche, porque a la noche se lo velaba a Marcos, que Julián pensaba en lo pasado con su deseo y en Marcos, porque él lo había escuchado a Marcos, que se dió cuenta y se dijo, Claro! tengo que desear mientras pateo!, y tener cuidado, no vaya a ser que termine con las patas estiradas!. 
Así fué que las cosas comenzaban a desbarrancarse por completo. 
Lo fué a ver Esteban, el Papá, a Julián para avisarle que tenía que prepararse para ir al velorio de Marcos y él no podía parar de pensar en todo lo que iba a pedir en la canchita al día siguiente, y casi que enloquece pero pudo controlar la emoción y hacer que se le caiga una lágrima por su amigo muerto, como para disimular. Y no era que no lo quisiera a Marquitos, pero esto, esto era demasiado como para andar preocupándose por algo que ya no tenía vuelta atrás. La madre lo abrazó.
Para ir a la casa de velatorios había que cruzar la canchita y se le ocurrió llevarse una pelota de tenis que tenía en un baúl de cosas viejas como para ver si funcionaba cualquier pelota, y de paso, atajarse un deseo. 
En cuanto estuvieron listos, salieron cruzando la canchita. Julián se hizo el gil y dejó caer la pelota y la pateó deseando que el velorio termine rápido.
Cuando llegaron ya estaban todos. Los padres de Marcos hechos pelota, envueltos en lágrimas como dicen los grandes, con una capa transparente de lágrimas que se deshacía entre abrazos y se volvía a armar del mar que caía. Y estaban al lado del cajón, mirando a su hijo muerto de un ataque al corazón que era lo que le habían dicho los doctores. 
Uno cree en los doctores, pero no en los deseos cumplidos que se tiran al aire por equivocación. Entonces, los Papás abrazados, con algunos familiares alrededor. Los pibes en un rincón, todos los otros padres dando vueltas por el lugar. Lleno de gente. Y el olor de todas las flores juntas, y el de Marquitos, que según lo que supe después era porque ya habían pasado bastantes horas y hacía calor y el cuerpo, cuando no tiene un alma se descompone y se pudre y se va deshaciendo, porque parece que es el alma que vaya uno a saber como es, lo que hace que un cuerpo este vivo. Una molestia. 
Marquitos en el cajoncito. Cajoncito porque era chiquito, o sea, no de bebé, pero más chico que los de los grandes, él lo sabía porque había visto el cajón de dos de sus abuelos y de un tío. Había café.
No iba a aguantar mucho pero tampoco tenía que esperar mucho si el deseo se hacía realidad. 
Pasó una media hora cuando entonces zas!, un chispazo de un toma corriente. La corona en llamas, el cajón en llamas, Marquitos en llamas, la Mamá a los gritos, todos corriendo, un abuelo que no pudo escapar del fuego, los bomberos, la policía, la prensa. El velorio se terminó rápido. Julián pensaba en la suerte que tenía aún cuando sabía que iba a extrañar a Marcos. 
El miedo parecía no ser miedo ya.
A Julián empezó a irle bien, muy bien, hasta sospechoso era para cualquiera que lo conociera. No estudiaba nunca y sin embargo en la escuela le iba de diez. Si, todos dieces. Le gustaba una chica del otro grado y Pum! al otro día la chica le pidió ser la novia y hasta le daba la mano en los recreos. Quiso ganar a su Papá en el truco y le ganó, 30 a 0, aún cuando él recién estaba aprendiendo a jugar. Todo se cumplía, todo. Un día deseó que su madre no tuviera que volver a trabajar, y era un deseo generoso pero se equivoco en eso, en la generosidad, eso cambiaba el rumbo, y salió mal, y la rajaron a la madre del trabajo y todo se complicó en casa. Deseó que la madre volviera al trabajo y la volvieron a emplear pero a cambio de ciertos favores a la gerencia, y la madre volvió llorando y discutieron con el padre, y se separaron y a él lo mandaron unos días con una tía, dos pisos arriba. 
Fué a la canchita a a patear un deseo y pidió que todo volviera a la normalidad, pero ya se sabe que la normalidad va variando de acuerdo a las cosas que van pasando y entonces la normalidad que llegó no fué la que era. A esa altura la normalidad era una carrera vertiginosa de hechos que se sucedían de manera errática y anormal.
Todas las cosas empezaron a cambiar. El hecho de que los deseos se fueran cumpliendo uno a uno cambiaba el destino de todo lo que esos deseos tocaban, entonces, como se dijo, todo cambió. Hasta el barrio cambió. 
Julián se encerró en su cuarto. Durante días no pidió deseos, porque claro, el miedo había vuelto y no tenía la intención de que la desgracia siguiera tocando los tambores y bailando a su alrededor, pero a esta altura quién sabe.
Empezó entonces a hacerse el que disimulaba para no pensar ni en la canchita, ni en los deseos, ni en lo que había pasado y seguía pasando gracias a eso o por desgracia de ello.
Una noche después de dos semanas invitó a Darío a dormir, en un intento por volver a ser un chico que juega, se divierte y comparte con amigos sin saber que hay afuera un lugar que hace que los deseos se hagan realidad. 
Estuvieron jugando al chin-chón, al ludo, con la playstation, hablando tonteras. Se durmieron tarde.
Julian soñaba y hablaba entre sueños. No haberse dado cuenta de lo que sus palabras podrían confesar sin él saberlo, la verdad, fue un error imperdonable. 
Dario escuchó el terrible secreto. Escuchó hablar a Julián entre sueños. Lo escuchó decir que en la canchita lo que deseabas con la pelota se hacía verdad. No dijo nada. Y lo creyó, porque el había notado el cambió en la suerte de Julián. Fué al otro día a la canchita con pelota en mano y pidió un deseo. Nada. Se sentó bajo el arco con la pelota entre las piernas. Nada. Intentó de todas la maneras que se le ocurrieron, y nada. Cuando habiéndose cansado decidió irse, pateó la pelota recontra caliente mientras deseaba conocer el secreto. Fué entonces que supo todo. No solo el secreto de como desear en la canchita sino también los secretos de la gente alrededor, y como el pibe era bastante buchón, empezó a armar unos líos increíbles, peor que las chusmas que abundan y contaminan en todos los barrios. 
Se imaginarán que también contó el secreto de la canchita. 
Esa misma tarde Julián se enteró y salió corriendo de su encierro a desmentir para que ni siquiera lo intenten, a decir que todo iba a salir mal en cualquier momento, pero ya estaba todo encaminado. 
Hace falta solo una chispa, como la del velorio, para que todo sea fuego. Además, ante los milagros, la gente no se resiste y se pone ciega, nula, distante, incapaz de conservar la cordura. Como creer en una religión ciegamente, creer en los milagros también ciegamente, es dejar inconsciente la propia consciencia.
Los vecinos empezaron a pedir deseos a los zapatazos y todos milagrosamente se iban cumpliendo. Que quiero trabajo, que se me cure la soriasis, que me puedan sacar el cáncer de raíz, que la Viviana me de bola…
Ya habíamos contado que esa fuente de deseos por cumplirse era de procedencia infernal y es así, que la fuente aparentemente inagotable que cumplía los buenos deseos era solamente un enganche para que nadie resista tirar un deseo esperando ver cumplidos todos sus sueños. 
Para que las cosas cambien, era el destino, hacía falta que solo uno de un paso equivocado, y ya había pasado con el Negro Marcos, pero nadie sabía todavía que esa había sido la razón de su muerte. La naturaleza verdadera de lo que tenía que pasar. 
Los vecinos no abusaban de los deseos pues no querían que la buena racha termine. Era gente consciente e inteligente al parecer, y además no tenían la intención de que otra gente de otros barrios se entere de lo que en la canchita de su barrio andaba pasando. De canutos fué entonces que no abusaron. 
Los hijos, los padres, los abuelos, todos juntos en aparente comunión celestial.
El segundo en equivocarse entonces, y en realidad ya estaba todo dicho, todo estaba cambiando, los deseos jamás volverían a cumplirse como antes, fue Don Antonio, que ya andaba viejo y sin fuerzas y que pateó la pelota deseando tener la fuerza de diez hombres hasta su último día. El deseo se cumplió y la fuerza le vino de la nada y fué muy sorpresivo. Don Antonio abrazó a su mujer largamente y lleno de emoción, y sin darse cuenta en la primera de cambio la mujer se murió asfixiada. El amor mata.
Rápidamente los deseos que antes se cumplían en armonía, empezaron a convertirse en deseos acompañados de finales desgraciados. 
Arturo, el Papá del petiso Cabrera y del Renguito Manuel, deseó en un acto desesperado que su madre enferma no muera de cáncer y el cáncer se le empezó a curar en cuanto deseó, pero le dio un acv unos minutos pasado ese deseo y se fué antes de tiempo.
Coqui, uno de los pibes del barrio que jugaba en la canchita pateó la pelota al grito pelado de “que se muera la vieja sucia”, en referencia a un personaje de la novela de las 9, y al día siguiente amanecieron muertas todas las viejas del barrio que no se habían bañado el día anterior. Una locura tener que bañarse para no amanecer muerto al otro día. Como era de esperar de un deseo a los gritos, la mayoría lo había escuchado, y fueron a buscarlo los familiares de las viejas muertas para lincharlo a palos, pero previniendo la jugada de la vecindad, la familia de Coqui rajó para el campo rato antes de que pudieran encontrarlo.
Uno de los delincuentes juveniles, Juan “Vinchita” Bombara, pidió pateando para arriba, que todas las cerraduras de las casas en las que no hubiera nadie, saltaran ante sus ojos, y  en cuanto se enteró de que una casa había quedado vacía de habitantes, fué, y la cerradura saltó y le sacó un ojo.
Darío, el pibe que había desencadenado toda esta seguidilla de consecuencias, seguía enterándose a cada segundo de más y más secretos de cada uno de los que se cruzaba. Se volvió loco de saber y corrió a desear no saber más, y quedó retardado.
A todo esto Julián, andaba desaparecido, pero no ido. Los últimos días, después de que hubo tratado de convencer a los vecinos de que no pidieran nada en la canchita, se la pasó encerrado en su cuarto pensando en como podía resolver lo que, según sentía, él había empezado, pero no llego a nada, nada de nada. Al final decidió que lo mejor era aceptar que las cosas son como son y que pasan porque tienen que pasar y salió a la calle.
Fué a la canchita y sin querer tuvo una idea. Del sin querer salen muchas de las veces las mejores ideas. Pateó una pelota que andaba tirada por ahí. Todos pateaban esperando ver cumplidos sus sueños así que de pelotas andaba lleno alrededor y dentro de la cancha, y deseó poder hacer jueguitos. 
Rápidamente se encontró con la habilidad de saber como armar juegos de ingenio, de esos que te venden en la playa y en los que tenés que encontrar el camino de salida que desenganche dos pedacitos de aluminio y que te vuelven locon y te dan ganas de romper al segundo intento, y casi raja la puteada de su vida. 
Pateó de nuevo y deseó poder hacer rebotar la pelota con sus pies repetidamente, un rebote atrás de otro, y entonces pudo hacer jueguitos con la pelota, que los deseos había que tenerlos rebuscados si se quería tener resultados efectivos. Entendió que si hacía jueguitos, que era como patear la pelota repetidas veces sin pausa, podía pedir un deseo de muchas palabras. Empezó entonces y deseó que los deseos de todos se convirtieran en deseos sin cumplir, pero solo hasta olvidar todos y cada uno en el barrio, que la canchita cumplía cualquier deseo que se diera al aire mientras se pateaba una pelota, y también pidió que el olvido pueda llegar, y la pateó fuerte al final, y la pelota salió de la cancha. 
Y le salió che, al final Julián la empezó y también la terminó. Era el único deseo que podía frenar la cadena de deseos.
Los vecinos seguían pateando y deseando pero ya no pasaba nada. De repente  se había cortado la racha. 
Como el deseo de Julián había sido en voz baja y nadie lo había escuchado, no sabían que estaba pasando y empezaron a angustiarse. Se la pasaron toda la noche, todo el barrio en la cancha, pateando y deseando sin resultados, cabeza gacha. 
Algunos lloraban, otros parecían andar endemoniados. Hubo quienes se agarraron a las trompadas y otros que con el afán de separar terminaron lastimados seriamente. Si uno lo veía de afuera pensaba que toda la gente en el barrio se había tarado inexplicablemente.
Al tercer día el último en rendirse secó sus lágrimas y se fué.
La canchita quedó sola. 
Cada tanto algún vecino salía a patear una pelota para ver si los milagros habían vuelto pero no, los deseos dejaron de cumplirse. Uno esperaría que ahora sí la normalidad anterior llegue. Parecía que nunca.
El último deseo, el de Julián, el de que todos los deseos se convirtieran solo en deseos sin cumplir dejó llegar a la última de las desgracias, pero a la peor de todas. 
En ese barrio, todos los deseos dejaron de cumplirse, todos, los que se tiraban en la canchita pateando, los que se atajaban en sueños, los que aparecían en los descansos de mediodía. Todos. El desgano, las discusiones, los malos humores, de todo llegó al barrio. 
Si no hubiera sido por la salvedad en el último deseo de Julián, ese que decía que no se cumplan los sueños, pero solo hasta olvidar el tema de la canchita del barrio, su gente se hubiera perdido para siempre. 
Pasó un tiempito, tiempo desgraciado, descarriado, infame, perverso, hasta que el último olvidó al fin lo que la canchita había hecho, y de nuevo, las cosas volvían a su sitio, la gente volvió a ser buena gente, el barrio fué de luz otra vez. 
En la canchita volvían a jugar los chicos.