jueves, 17 de julio de 2025

Sofía y la esquina

 Sofía es una chica punk, la pirada de la esquina. La chica brava del lugar. 
A ella vos le decís que hay que ir y va. No importa donde, porque ella es fiel. Y es que aprendió a serlo a los golpes. 
Sus harapos, dice ella, están dentro de su cuerpo; en sus entrañas y en su mente. No hay más.
Harapos es lo que llevamos todos. Por más que algunos trapos se vean brillantes no son más que la gilada del vanidoso. Seamos humildes, carajo. Ella se les caga de risa a los que dicen que las cosas buenas salen del corazón. Son unos pelotudos, piensa cada vez que escucha esas palabras. A veces también lo dice, y los demás callamos.
Con sus 17 años a cuestas y en la esquina con los pibes y las pibas del barrio, mira a los que van a ir y a los que no y decide que está bien. 
Vamos, nos metemos por donde ya vimos y salimos. Fácil. Vos que estás fumando no vas. Estabamos todos en silencio y ella dice eso. ¿Que no voy a ir, China?, si yo te pasé la punta le contesta Juan. Pero la China sabe que las cosas se hacen bien o pueden ponerse violentas. Por supuesto que a ella no le importa lo violenta que se pueda poner la cosa, porque incluso a veces busca que se pongan así. Vos la trajiste pero sabés lo que pasa?: acá somos equipo. Si uno no está como para jugar se queda en el banco, pichón. Todos seguimos en silencio. Cuando habla Sofía hay que escucharla. ¿Pichón?, retruca Juan, chupala. Sacala pelotudo responde ella. Sacala que te reviento los huevos, pedazo de gil. Y se acerca y le amaga a agarrarle el bulto con la mano y él abre las piernas como para ver hasta donde llegaba, y ella que decide rápido lo agarra. Lo puede agarrar bien porque Juan está usando unos pantalones deportivos que le compró a un Senegalés cerca de la estación la vez que estuvo trabajando unos días pintando un local de ropa. lo agarró bien, contaba. Pero tan bien, que le agarró solo las pelotas. Y las apretó con fuerza y tiró para adelante, y acercando su cara a la de él que estaba sorprendida le dijo La próxima vez que me provocas así haciéndote el pistola te cago a trompadas. Sofía no se andaba con medias vueltas. Silencio. Romina se ríe mientras Sofía suelta, pregunta como van a hacer para volver con las cosas. En bici, contesta Sofía. 
Es rápida y no duda Sofía. Lo que más le gustaba hacer era mirar videos en youtube y estudiar movimientos de pelea, y después pelear. Nunca pudo estudiar en ningún instituto ningún arte de la pelea. Así les dice ella, que para mí es una artista. Las cuentas en la casa nunca daban. Pero además de tener un talento y una inteligencia más allá de todos los demás que conocía, Sofía no dudaba. Y con esto quiero decir que a Sofía no le importaba cuánto podía lastimar en una pelea. Eso sí, cuando ella veía que su oponente estaba rendido, paraba. Esta cualidad la hacía de temer. 
Si bien no había un líder que decidía por todos en el grupo, ella era por seguro una de los que sabían qué hacer cuando era necesario safar de alguna. Cualquiera sea. 
Están por salir. Deciden que los que van a ir, pasan por su casa a buscar las bicis y arrancan. Los otros, se prenden otro porro y discuten por quién se levanta para ir al chino a buscar una cerveza.


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