miércoles, 7 de julio de 2010

Multiverso

Nuestro universo personal, ese que está limitado por la piel, todo lo que somos, no es nunca más un universo.
Cuando desperté siendo adolescente (o al menos eso creía) encontré pegados en mi cuerpo un montón de papeles con discursos a simple vista incongruentes entre si, como si cada uno de los papeles llevara escrita la palabra de un ser distinto.
El primero que agarré lo tenía pegado en la frente y casualmente se parecía mucho a lo que estaba considerando ser.
El segundo, pegado en mi sector abdominal, parecía haber sido escrito por una vaca drogada y descarriada pero sensible a la vez.
El tercero, que se encontraba pegado en mi garganta, dejaba una sensación de incertidumbre, era como si lo hubiera escrito alguien con poca conciencia, alguien que quería decir algo que no sabía como hacerlo.
El cuarto estaba pegado en mi pecho. Era de una oscuridad total y a la vez respetuoso, algo tonto, algo inocente... un poeta del amor oscuro. Firmaba, Pepito Lambruna.
El quinto era aún más confuso que los demás y se encontraba pegado en mis genitales, nombraba palabras obscenas de manera constante y procuraba encontrar señoritas con el fin de pervertirlas.
Había al menos una docena más de papelitos pegados sobre mi cuerpo que fui despegando y leyendo de a poco, como sorprendido.
Los acomodé a todos en una mesa y me puse a ordenarlos. Me sorprendí al ver que podía ser todos y cada uno de ellos, al sentir que cada uno dejaba en mí una sensación de amistad conmigo mismo...
Abrí los ojos. Mi luz dejó que al fin viera lo importante para elegir ser uno de todos los que pude ser, uno de esos que están en todos y en ninguno... y todos podemos ser cualquiera que nos guste ser y dejar de ser otro con el que no acordemos. Eso no quiere decir que solo existe un universo.
Somos multiverso.