jueves, 18 de febrero de 2016

Revolver



Dedos.
Otra vez hace mucho que mis dedos no andaban conectados a la palabra.
En los últimos dos años la conexión fue de a ratos y forzada.
Y no soy escritor, ni poeta, y ni siquiera sé lo que digo muchas veces. Pero es decir, lo que importa.

Dedos.
De nuevo, un tiempo sin crear música. Y zas!, volví a tocar. Agarré mi Ukelele y tiré un par de acordes, empezando por algo de Drexler. Y otra vez, volví a escribir una canción.
Y se me antoja ser músico, porque la verdad de uno está en decir. Y la música dice todo.

Despedir tristezas, encantamientos que no prosperan, retazos de cielo de miel que no sobrevivieron a la superficie. Volver a ver.

Recibir el amor sin adornos es un reencuentro.

Las palabras lo dicen todo. Y cuando están desordenadas, también.

Derrumbe.
Noches de alcohol, de drogas y de mucho rock & Roll de vida más allá de la música.
El sexo como espacio para olvidar se puede volver un vicio.
Podés extrañar casi atormentado de sentidos ese vicio.

Volver a empezar después de haber perdido todo es agotador. Tremendamente agotador.
Enfrentar todos los días (y entre alegrías y amores, gracias a la vida) la depresión, el sentirse solo, la tristeza, la nostalgia, el desencantamiento, y todas las sensaciones y sentimientos derivados de la caída de tu casa es agotador.

Y te pueden pasar cosas como cambiar.
para bien o para mal.

Para mal no se cambia. Cambiar para mal es seguir rompiendo sobre lo roto.

Cambiar para bien y volver a construir es una esperanza. Esperanza que camina de la mano del dolor, hasta que el dolor decide apartarse porque ya la nueva vida genera alegrías que lo apagan.
Todavía no llegué a esa parte. Trabajo para llegar.

Dedos.
Hace mucho no escribia, ni cantaba, ni tocaba un instrumento. Esas eran mis herramientas y no las usaba. Las estaba olvidando.

Están algo oxidadas. Pero todavía pueden usarse. Puedo repararlas.

Las ganas me vuelven a seguir hoy, en el paso de mis días.

Chispa de luz, suspira por volver a empezar.

Calma.