jueves, 2 de diciembre de 2010

Volví

Hola amor:
te escribo esta carta para que sepas que volví. Volví al mundo, a ser libre, a renovar mis aptitudes para ser un buen samaritano.
Antes de seguir quisiera pedirte disculpas por toda la angustia causada como también contarte que ya no es lo mismo de siempre.
Allí aprendí a comprender que no todo me persigue y me acosa, aprendí que la intolerancia no es más que un defecto, que la cordura y la locura son estados intermedios y que hay que ser humano y eso significa solo ser sin dejarse llevar. Aprendí que no todo necesariamente debe derivar en un acto de violencia y por eso es que te escribo: para darte lo que considero amor después de todo. Aprendí a encausar mis sentimientos hacia los lugares correctos, a corregir todos mis años de abuso aunque no a borrarlos.
Ahora soy un hombre paciente y centrado, mis compañeros me enseñaron que el corazón siempre debe mantenerse calmo y las palabras deben ser siempre dichas después de filtrarlas a través del pensamiento. Me enseñaron también a planear todo para que nada se desvande. Me enseñaron que las cosas deben decirse porque merecen ser compartidas y que guardar sentimientos sirve solo para reprimir y no dejar nada bueno en este mundo.
Es tan así que después de mucho pensar, de mucho sentir, de mucho vivir, de mucho desear estar acá, tengo mis deseos a flor de piel para contarte en forma de poema ya que resultó finalmente la mejor manera de descifrarme para luego describirme. Aquí va mi amor (este es mi deseo sincero):

Me gustaría acariciar tu pelo y que de uno en uno se enganchen de mis uñas y se rompan.
Me gustaría besarte en los labios y regurgitar todo el veneno que tengo cual serpiente para así llevarte hasta el cielo.
Quisiera acariciar tus pechos con navajas en mis manos y ver con amor el néctar recorriendo tu cuerpo.
Me gustaría penetrar con la mayor de mis dulzuras tu sexo con una herramienta que especialmente diseñé para vos y cuyo principal elemento es el clavo.
Quisiera abrazarte muy fuerte. Hasta que se rompan tus costillas.
Te contaría de todas mis experiencias en el neuropsiquiátrico (Si. Todas las que gracias a vos, mi corazón, tuve)
Ay! afortunado de mi si me dejaras atravezar tus ojos. Tus ojos y no tu mirada. Y si, con un elemento punzante.
Ay! que deseo irrefrenable de compartir contigo mis vivencias. Deseo increíble de hacerte atravezar en carne y hueso todas mis experiencias...
Si hubieras conocido al gigante enfermo mi amor!, el también me dió su amor a través de su sexo.
Y mis lágrimas... esas eran pura emoción.
Quisiera darte todo lo que tengo dentro. Darte mi vida.
Cuidate.