Chusmas hay en todos lados pero, como Titi, ninguna que haya conocido jamás. Ya sé, todos dirán, la chusma de mi barrio es la más chusma de todas pero como no las conozco mi conocida más chusma es Titi, y digo conocidA porque en general chusma, lo que se dice chusma y la que hace honor y lleva con dignidad de tal la palabra, es siempre la mujer.
La mujer es la chusma por naturaleza. Donde se vió que la chusma del barrio fuera un hombre? y si lo es un hombre en algún caso más que una mujer en algún barrio, seguramente carga con eso mucho más disimuladamente y dejándole el primer puesto visible a la mujer. Así el hombre más chusma estaría haciendo dos cosas, ocultando su primer puesto con excelente disimulo y siendo un caballero de esos que existen poco en estos tiempos.
Como les contaba, Titi sabía todo. Pero todo. Hasta el día de hoy no sé como hacía, pero si la Mamá de Juan Carlos se depilaba entera la concha ella se enteraba, y si Don José salía a meterle los cuernos a Doña Lucía con La Ramona en medio de la siesta ella también se enteraba. Contaba todo a dos amigas o colegas no sé, que eran puntos estratégicos para que todo el mundo se enterara sin quedar ella como una buchona. Así llegaba a oídos de la víctima cualquiera de los engaños que se le pudiera haber perpetrado. Ella lo sabía eso, ella sabía todo. Digamos que en cierto modo, Titi, más que chusma, era una justiciera.
Igual el tema del chusmerío de Titi no era en realidad lo importante en este cuento lo que quiero contar.
Con los pibes a Titi la espíabamos desde la casa de al lado.
La casa de al lado era la de Gabriel, uno de los siete amigos del barrio, y era de varios pisos. Desde la terraza y con binoculares se veía perfectamente cada detalle. Sin los binoculares también se veía pero no era lo mismo, no, las tetas de Titi y los atributos de fémina en desarrollo de su hija Carolina eran mejor observados con binoculares y eso a su vez, generaba que pudiéramos darnos unas buenas sacudidas pre-adolescentes con mayores detalles.
Ella espíaba en el barrio, y nosotros a ella.
Cualquiera que viva del chusmerío es en principio dos cosas: por un lado una interesada en los hechos sucedidos y ejecutados por los demás, una estudiosa del comportamiento humano, y en consecuencia la segunda, que es ser una desinteresada de su propia vida al punto de dormirse pensando en que estará haciendo el vecino de al lado y no en que hará ella para llevar junto a su marido adelante la familia. Las chusmas se mueren solas.
Como les decía, nosotros a la edad de 13 años más o menos, empezábamos con nuestras primeras pajillas y ella y su hija fueron nuestras primeras víctimas. El patio de Titi era grande. Tenía un sector con baldosas que alternaban entre los colores rojo y blanco, que era el primero a la salida trasera de la casa. Cruzando ese patio llegaba uno a una pileta redonda hecha de material. Por el costado de la pileta seguía un pasillo con las mismas baldosas que dejaba a uno llegar hasta el jardín, lugar lleno de plantas y algunos árboles frutales. Titi y Carolina se la pasaban en bolas en el patio, y debía ser que no se imaginaban que desde la única casa desde la que podían llegan a espiarlas, las estaban espiando. Titi no estaba buena, era gorda y con una cara de mierda pero tenía tetas grandes y siempre las paseaba al aire en verano después del almuerzo. Carolina estaba buenísima, tenía dos años más que nosotros y llevaba la misma costumbre que su madre pero mucho mejor por supuesto y además también las tenía grandes y si se metía a la pileta... flotaban como diosas reposando sobre las nubes una tarde de primavera y esperando el amor... Sobran las palabras. Imaginación. Competencias hacíamos para ver quién llegaba al final más veces!. A las señoritas que no sepan entenderlo sepan que eso es cosa de casi todos los chicos.
El tema es que ahora me acordé de todo esto y llamé por teléfono a dos de los pibes que resulta que también se acordaban tan bién o mejor que yo. Vean como la chusma que sabía todo era observada por nosotros, que conocíamos su intimidad y la de su hija y todavía la recordamos.
Ojo a las chusmas que pueden también ser víctimas.
Como les contaba, Titi sabía todo. Pero todo. Hasta el día de hoy no sé como hacía, pero si la Mamá de Juan Carlos se depilaba entera la concha ella se enteraba, y si Don José salía a meterle los cuernos a Doña Lucía con La Ramona en medio de la siesta ella también se enteraba. Contaba todo a dos amigas o colegas no sé, que eran puntos estratégicos para que todo el mundo se enterara sin quedar ella como una buchona. Así llegaba a oídos de la víctima cualquiera de los engaños que se le pudiera haber perpetrado. Ella lo sabía eso, ella sabía todo. Digamos que en cierto modo, Titi, más que chusma, era una justiciera.
Igual el tema del chusmerío de Titi no era en realidad lo importante en este cuento lo que quiero contar.
Con los pibes a Titi la espíabamos desde la casa de al lado.
La casa de al lado era la de Gabriel, uno de los siete amigos del barrio, y era de varios pisos. Desde la terraza y con binoculares se veía perfectamente cada detalle. Sin los binoculares también se veía pero no era lo mismo, no, las tetas de Titi y los atributos de fémina en desarrollo de su hija Carolina eran mejor observados con binoculares y eso a su vez, generaba que pudiéramos darnos unas buenas sacudidas pre-adolescentes con mayores detalles.
Ella espíaba en el barrio, y nosotros a ella.
Cualquiera que viva del chusmerío es en principio dos cosas: por un lado una interesada en los hechos sucedidos y ejecutados por los demás, una estudiosa del comportamiento humano, y en consecuencia la segunda, que es ser una desinteresada de su propia vida al punto de dormirse pensando en que estará haciendo el vecino de al lado y no en que hará ella para llevar junto a su marido adelante la familia. Las chusmas se mueren solas.
Como les decía, nosotros a la edad de 13 años más o menos, empezábamos con nuestras primeras pajillas y ella y su hija fueron nuestras primeras víctimas. El patio de Titi era grande. Tenía un sector con baldosas que alternaban entre los colores rojo y blanco, que era el primero a la salida trasera de la casa. Cruzando ese patio llegaba uno a una pileta redonda hecha de material. Por el costado de la pileta seguía un pasillo con las mismas baldosas que dejaba a uno llegar hasta el jardín, lugar lleno de plantas y algunos árboles frutales. Titi y Carolina se la pasaban en bolas en el patio, y debía ser que no se imaginaban que desde la única casa desde la que podían llegan a espiarlas, las estaban espiando. Titi no estaba buena, era gorda y con una cara de mierda pero tenía tetas grandes y siempre las paseaba al aire en verano después del almuerzo. Carolina estaba buenísima, tenía dos años más que nosotros y llevaba la misma costumbre que su madre pero mucho mejor por supuesto y además también las tenía grandes y si se metía a la pileta... flotaban como diosas reposando sobre las nubes una tarde de primavera y esperando el amor... Sobran las palabras. Imaginación. Competencias hacíamos para ver quién llegaba al final más veces!. A las señoritas que no sepan entenderlo sepan que eso es cosa de casi todos los chicos.
El tema es que ahora me acordé de todo esto y llamé por teléfono a dos de los pibes que resulta que también se acordaban tan bién o mejor que yo. Vean como la chusma que sabía todo era observada por nosotros, que conocíamos su intimidad y la de su hija y todavía la recordamos.
Ojo a las chusmas que pueden también ser víctimas.