Cuando uno no quiere escucharse revientan los cielos y se anula el oído interno, llega un dolor que parecería interminable en el cuarto de los tiempos de la represión, carecen de sentido todas las muecas frente al espejo pues es lo mismo dentro y también lo vemos, caen las palabras, cae también el sinrazón, y nos regala un dibujo quién una vez fuimos. Somos de humanidad latente. Uno desnudo sobre si mismo.
Que pasa!? me pregunta una voz que entra desde adentro ya, y yo conciente, pero hago de cuenta que no la escucho. La ignoro pero ahí está, es la internalidad que es más yo de lo que puedo ser yo conmigo muchas veces, porque ella, se mira y me mira sin conflicto y convive con mi yo más verdadero de todos, ese que conozco y con el que me reencuentro en la soledad casi únicamente. Porque el ser humano es también guardarse para sí lo más verdadero de uno mismo y esto no es lo mismo que mentir a quién más cerca tenemos, no, solo es resguardar una pequeña porción, el círculo interno solo para nosotros y quién sabe tal vez un día podamos compartirlo alguna noche con uno o con dos, no más, en el brillo de esos momentos íntimos como la imaginación misma, íntimos como el hacer el amor y dejarse ir. Así, tal vez, lo compartamos por un ratito y solo durante los momentos en los que las almas se conectan de manera completa y se hacen una. Momentos que suceden pocas veces en la vida.
La conexión de las almas existe todos los días pero son pocos los momentos en los que la fusión hace su trabajo increíblemente bien en materia de espíritu.
Trato siempre de escucharme pero no siempre ando con ganas de hacerlo, más bien me respeto... digo, me hago callar con respeto porque sé que cuando me digo algo es porque hay algo para decir que merece las palabras. Claro, y como lo dije, no siempre ando con ganas de darme esos minutos de conversación porque no siempre son minutos, lo sé muy bien, me conozco más allá de lo que puedo imaginarme, y me costó hacerlo, fué un trabajo del que salí lleno de mierda muchas veces, pero valió la pena. Sé que no son minutos, a veces son horas de las que ya no dispongo y aunque eso no quiere decir que no me doy el tiempo necesario para mi no es el mismo que me daba antes, cuando a Soledad me la encontraba en la cama todas las noches. Menos mal que como conté, me conozco y el trabajo más pesado ya lo tengo hecho. Ahora puedo entenderme sin necesitar el tiempo que necesitaba antes, pero ojo!, tengo que ser valiente. Soy valiente, si, lo soy.
Entrar hasta tocar el suelo debajo de los mares de la personalidad es inmundo todas las primeras veces y no resulta, salimos cubiertos de una pegajosidad llena de olores putrefactos, es la excreción humana de la que debemos hacernos cargo todos. Hasta que vamos limpiando y de a poco, poquísimo, aclarando las aguas, permitiendo a los reflejos hacer su trabajo, llevando nuestra luz hasta lo que somos de verdad, permitiéndonos ver porque es vernos y pudiendo al fin salir limpios.
No escucharme me lo permito, solo a veces.
X Dios, parece mandado x mi psico, xa ver si me animo a bucear x ahí con menos miedos... Profundo y certero, gracias x compartirlo, como es adentro es afuera, no??? besotes Vaca!!! Adrymess.♥
ResponderEliminarpor un lado, sobre lo de conectarnos con otros, creo que nunca es total la apertura. siempre nos guardamos algo
ResponderEliminarsegun los ponjas todo hombre tiene 3 corazones
uno es el que muestra a todos
otro es el que le muestra a las personas que quiere
y el 3ro es el que nunca muestra a nadie, el que consulta cuando quiere escuchar su vocecita interior
y por otro lado, creo que no todo el mundo esta dispuesto a bucear en el barro de su alma. no siempre termina en superavit ese balance
aunque no hacerlo es suicidarte al contado.