Mi Papá no está. Se fué cuando tenía tres años así que mucho no me acuerdo de él. A veces creo que si me acuerdo, pero la verdad es que sé que es apenas las ganas de una chica que se siente sola.
Mami hace lo que puede, pero con Ezequiel es muy difícil. Y Maxi ya es más grande y se va de casa un montón. Y yo me siento mal, porque Maxi es el único que me hace sentir que no estoy sola.
Mami limpia casas en el barrio. Negrita, le dicen, y a mí ese apodo no me gusta para nada porque siempre escucho que le dicen así a los pobres y ladrones. Negros de mierda les dicen. En mi casa somos pobres, pero ladrones nunca. Humildes, dice ella. Entonces la verdad no me gusta que le digan Negrita porque Mami no es ninguna ladrona y tampoco de mierda.
Ella limpia casas porque no puede tener otro trabajo. Cuando Papá se fué de la casa, ella trató de cuidarnos un montón, pero Ezequiel necesitaba que se ocupen de él todo el tiempo, y entonces Maxi que era más grande que nosotros y ya jugaba en la calle con los chicos del barrio se iba todo el tiempo. Y se peleaba mucho con Mami.
Yo trato de no pelear con ella. Aunque una vez lo vi pelear de verdad a mi hermano en la calle. Pero las peleas con Mami no son cómo las peleas en la calle. Con Mami son gritos y en la calle hay trompadas. El tenía como catorce años y se peleó con uno más grande que le dijo que Mami le limpiaba las medias guasqueadas. Yo no sabía lo que era eso, pero Maxi lo agarró y le dió una paliza que no me voy a olvidar nunca. Esa vez que lo vi pelear me dieron muchas ganas de aprender. Cuando volvió le pedí que me enseñara pero se rió de mi y me dijo que era muy chiquita y que las mujeres no pelean como los hombres y que mejor aprenda a cocer o a cocinar que era lo que las mujeres teníamos que hacer.
Yo me enojé y no le hice caso, y una vez, como la Mamá de mi amiga Romina tenía un teléfono celular y se lo prestaba cuando estábamos en su casa para jugar juntas, le pedí que busquemos cómo pelear y entonces encontramos un video que mostraba algunas cosas que se pueden hacer en una pelea en la calle.
Cuando llegó Maxi ese día le di una trompada en el estómago lo más fuerte que pude, y cuando después de mirarme sorprendido quiso darme una cachetada lo esquivé y la cachetada se la di yo aunque era bastante más alto. Salí corriendo enseguida, pero me alcanzó y me la dió para que tenga y que guarde. Mami le gritó un montón pero a él no le importaba casi nada lo que Mami decía. A mi igual no me dolió, o sea si, pero no me importa.
Papá no está, y mi casa es diferente a las casas en las que los Papás vuelven de trabajar y están.
Igual capaz es mejor, porque Mami cuando habla con la tía y se acuerdan de él dicen que mejor que no esté así se emborracha en otro lado. Igual quisiera tener un Papá. A veces pienso que me abraza y me siento mejor.
El otro día sangré. Era la primera vez. Me dolió mucho y me manché todo el pantalón en la escuela. Todos los chicos se rieron de mí y las chicas al principio un poco también, pero a ellas además les dió miedo de que le pasara lo mismo y entonces corrieron a preguntarle a la maestra si era contagioso. La seño les dijo que no y entonces se terminaron burlando igual que los varones. Mami no vino a buscarme porque estaba en el doctor con Ezequiel y entonces una seño de quinto me prestó su saquito y me lo envolvió en la cintura para que no se note tanto y me llevaron a la dirección hasta que se termino el día de clases. En un momento les pregunté si me podían a yudar a limpiarme pero me dijeron que nadie podía ayudarme a limpiar eso.
A veces pienso que tengo que aprender a cuidarme sola para siempre.
viernes, 18 de julio de 2025
Sola
jueves, 17 de julio de 2025
Sofía y la esquina
Sofía es una chica punk, la pirada de la esquina. La chica brava del lugar.
A ella vos le decís que hay que ir y va. No importa donde, porque ella es fiel. Y es que aprendió a serlo a los golpes.
Sus harapos, dice ella, están dentro de su cuerpo; en sus entrañas y en su mente. No hay más.
Harapos es lo que llevamos todos. Por más que algunos trapos se vean brillantes no son más que la gilada del vanidoso. Seamos humildes, carajo. Ella se les caga de risa a los que dicen que las cosas buenas salen del corazón. Son unos pelotudos, piensa cada vez que escucha esas palabras. A veces también lo dice, y los demás callamos.
Con sus 17 años a cuestas y en la esquina con los pibes y las pibas del barrio, mira a los que van a ir y a los que no y decide que está bien.
Vamos, nos metemos por donde ya vimos y salimos. Fácil. Vos que estás fumando no vas. Estabamos todos en silencio y ella dice eso. ¿Que no voy a ir, China?, si yo te pasé la punta le contesta Juan. Pero la China sabe que las cosas se hacen bien o pueden ponerse violentas. Por supuesto que a ella no le importa lo violenta que se pueda poner la cosa, porque incluso a veces busca que se pongan así. Vos la trajiste pero sabés lo que pasa?: acá somos equipo. Si uno no está como para jugar se queda en el banco, pichón. Todos seguimos en silencio. Cuando habla Sofía hay que escucharla. ¿Pichón?, retruca Juan, chupala. Sacala pelotudo responde ella. Sacala que te reviento los huevos, pedazo de gil. Y se acerca y le amaga a agarrarle el bulto con la mano y él abre las piernas como para ver hasta donde llegaba, y ella que decide rápido lo agarra. Lo puede agarrar bien porque Juan está usando unos pantalones deportivos que le compró a un Senegalés cerca de la estación la vez que estuvo trabajando unos días pintando un local de ropa. lo agarró bien, contaba. Pero tan bien, que le agarró solo las pelotas. Y las apretó con fuerza y tiró para adelante, y acercando su cara a la de él que estaba sorprendida le dijo La próxima vez que me provocas así haciéndote el pistola te cago a trompadas. Sofía no se andaba con medias vueltas. Silencio. Romina se ríe mientras Sofía suelta, pregunta como van a hacer para volver con las cosas. En bici, contesta Sofía.
Es rápida y no duda Sofía. Lo que más le gustaba hacer era mirar videos en youtube y estudiar movimientos de pelea, y después pelear. Nunca pudo estudiar en ningún instituto ningún arte de la pelea. Así les dice ella, que para mí es una artista. Las cuentas en la casa nunca daban. Pero además de tener un talento y una inteligencia más allá de todos los demás que conocía, Sofía no dudaba. Y con esto quiero decir que a Sofía no le importaba cuánto podía lastimar en una pelea. Eso sí, cuando ella veía que su oponente estaba rendido, paraba. Esta cualidad la hacía de temer.
Si bien no había un líder que decidía por todos en el grupo, ella era por seguro una de los que sabían qué hacer cuando era necesario safar de alguna. Cualquiera sea.
Están por salir. Deciden que los que van a ir, pasan por su casa a buscar las bicis y arrancan. Los otros, se prenden otro porro y discuten por quién se levanta para ir al chino a buscar una cerveza.