lunes, 4 de marzo de 2013

9. El Diablo






Pablo abre los ojos y ya sabe. Los recorridos mentales que siempre intentó seguir en sus sueños para escabullirse, nunca le permitieron llegar más allá. Y más acá o más para cualquier otro lado tampoco, porque en definitiva hacía rato que había perdido el control en algún sentido. 
El Diablo siempre negó con la cabeza y quedó dispuesto frente a él. Los últimos tiempos fueron así. Y digo los últimos tiempos porque no fué un tiempo, sino varios. Como haber pasado distintas vidas, aunque en una sola. Los tiempos de Pablo fueron cambiando y las ideas también, como todo lo que evoluciona. Y claro, si no evoluciona no cambia. Pablo cambió una y otra vez y no tuvo más remedio que ser unas veces uno y otras veces otro, y ser él mismo solo en los momentos de soledad y cuando la abrazaba a  su hermana y lloraba. Ahora, en sus sueños que seguían doliendo todavía y como siempre físicamente hasta después de haber despertado, también era distinto que al principio y también podía ser él mismo. 
En este tiempo de ahora podía moverse, aunque no levantarse de la silla, pero moverse, y hablar y ser él sin ocultar nada. Y porque iba a ocultar algo si el Diablo ya lo sabía?. En cierto modo para Pablito eso era un alivio.
Hace ya bastante tiempo que el Diablo visita a Pablo. 

- Hasta cuando?, pregunta Pablo.
- Hasta que entiendas o hasta que se te acabe el aguante flaquito.
- Pero si nunca me explicaste nada
- Tu vieja es una puta. Con eso es suficiente. Y sabés que no me gusta dar explicaciones. Pero sabés qué?. Ahora te voy a hablar. Y más te vale escucharme.
- Te escucho, mierda.

El Diablo se puso de frente, se acercó lento, y le dió un cabezazo en la nariz. Pablo empezó a sangrar. Estaba cayendo mucha sangre. 

- Pendejo de mierda. Mierda. Mierda sos vos. 
- ...
- Tu Mamá, tu Mamita, tu Viejita del alma, de tu corazón, la luz de tus ojos, la que te alimenta, la que te dió la vida, la que te lava y te plancha, la que te despierta con el matecito antes de salir para el trabajo, la que se queda mirando televisión hasta tarde, la que mira con temor a que alguien entre, las películas eróticas de la madrugada para mientras masturbarse, la que a tientas sabe las cosas que te pasan aunque se tilde de Madre que conoce a sus hijos y da todo por sus hijos, la que te carga con la responsabilidad de ser el hombre de la casa porque tu hermano se fué, la que te pide que la ayudes con tu hermana que todavía no puede sola con la vida, la que te sonríe, la que te compra, la que te vende, la que te abraza pero después y sin que te des cuenta te apuñala, la que te besa, la que te desea. Te desea. La que anuncia ante cualquier vecino y aún habiendo pasado tanto tiempo, que su marido la abandonó cuando la que lo rajó fué ella, la que provocó la ruptura, la que dejó a un hombre hecho pedazos, borracho para olvidar, sucio por descuidado, porque ya no le importaba nada, porque había perdido a sus hijos y se le había derrumbado la familia por la que tanto había luchado durante tanto tiempo, la que argumentó con ideas propias de la desesperación, la que creyó que se quedaba sola, la que por eso mismo dió vuelta la tortilla, la que te dejó sin Padre, la que te dejó con una hermana rota, la que te sacó la posibilidad de un buen hermano mayor, la que se cubre con un manto que muestra amor sin barreras, la que debajo de ese manto está armada de mentiras bien sostenidas unas por otras, la que te ofrece amor y te da amor pero también te ofreció mentiras como verdades y te engañó a vos y a tus hermanos, la que dejó caer las fichas, la que nunca gritó, la que dejó que tu Padre gritase, la que usó esos gritos para hacércelos jugar en contra, la que te da un beso antes de ir a dormir, la que no sabe que te vengo a ver y a recontra cagar a trompadas por pelotudo, por hijo de una gran puta, después de ese beso, la que te pregunta como te va cada día después del trabajo, la cómoda hija de una gran puta y la puta madre que la parió que se la pasa tranquila en la casa, con pocas preocupaciones porque vos salís a ganar la plata y se la dejas a ella. Esa. Esa es una puta con todas las letras y bien marcadas. Así: PUTA.
- ...

Silencio. Lágrimas. Sollozos. Gritos. Más lágrimas. Negación. Gemidos. Falta de aire. Más negación. Incredulidad. Dolor. Otra vez silencio. 

- No puede ser. Yo la conozco. Los conozco. Yo sé.
- Vos no sabés y por eso es que vengo tratando de hacerte entender. Las trompadas son solo algo que me pareció más acorde a todos estos encuentros, y además es como un incentivo que tuve como para no aburrirme demasiado viste?. Vos no sabés nada. Pensalo. Pero pensalo de verdad. Cuando fué que tu Papá discutió tanto con la PUTA de tu Madre y que todo se terminó yendo al carajo?. Pensá pendejo, pensá. 

Pablo despierta y se queda en la cama. Es todavía la madrugada y piensa que levantarse a tomar agua va a ser lo mejor. Yendo por el living hacia la cocina pasa por la habitación de su madre. La escucha gemir apenas, como si estuviera conteniendo las ganas de gritar con todas sus fuerzas para descargar toda la energía que le generaba tocarse la zona genital y andar casi por el final del episodio. Sigue de largo y recuerda todas las palabras. Se sirve agua y vuelve a recostarse en la cama. Cierra con llave, pasan las horas.
Vislumbra. Ve. Reconstruye.
Entiende. Acepta. 
Se siente un idiota al ver como le rompieron a las patadas todas las posibilidades  de ser algo más, algo que pudo haber sido. 
Vuelve a dormirse empapado en lágrimas. 

Todo está negro. No hay luces. 

- Esta es la última vez. Si tengo que volver lo vas a lamentar para siempre.
- ...

Pablo vuelve a despertar. Se levanta en silencio. Gloria lo mira y atina a pasarle un mate al mismo tiempo que intenta besarlo. La esquiva.       
Sale de la casa sin hablar con nadie. 




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