La musa que sabe que lo es

La realidad solo guarda a la fantasía en el cajón del olvido cuando se insiste en poseer fisicamente y repetidas veces el objeto deseado.

De vez en cuando las musas se ríen de quienes las usamos y nos mandan a revolver dentro de nuestras ideas y de nuestros recuerdos, para ver si vemos dentro aquellas cosas que nos hicieron caer en la cuenta de que las habíamos encontrado, entonces ahí y solo ahí, encontramos también que ellas no deberían haberlo sabido. Nosotros jamás debemos revelar el secreto a quién sirve como inspiración pues puede el encanto desvanecer casi de inmediato.

Al principio puede que tal confesión deje a la musa en flor de piel y encantada de conocer su papel preponderante en nuestra poesía, pero que más!, al final pueden ellas ver que estamos resignados a ser su objeto de burla si es necesario para inspirarnos con ellas.

Entonces, un objeto de burla más un sujeto de inspiración... siempre sale un corazón roto que se convierte en tal al caer en la realidad. Se rompe la fantasía, las ideas creativas cierran como ojos que no quieren ver y repudiamos con pena de amor entonces a quién alguna vez nos dió por ser musa, poesía y música o relación a cualquiera de las artes.

En otras palabras: confesar a una musa que lo es, es también convertir en realidad nuestra fantasía y eso, es entre líneas, decirnos a nosotros mismos por un lado que acabamos de cortar la energía en la fuente personal de ideas creativas, y por otro lado y en consecuencia que necesitamos otra.