viernes, 28 de diciembre de 2012

1. Pablo






Despierta sin abrir los ojos, como siempre que se despierta. La diferencia está en que se encuentra sentado y eso lo alarma cuando se da cuenta, entonces abre los ojos y siente la oscuridad y quiere mirar. 
Parpadea sin querer, pero queriendo, como disimulando en un estado de alerta, intentando algo que no funciona por las dudas de que sí lo haga, pero no pasa nada y todo sigue oscuro, y esa oscuridad es densa, densísima, es la negrura del alma más negra. 
Un sobresalto lo hace tener el acto reflejo del movimiento y quiere pararse de inmediato pero no puede porque algo lo tiene atado a la silla, aunque no siente nada, ni cuerdas ni esposas. Nada. Tampoco puede mover la cabeza cuando quiere ver que es lo que no le deja mover las extremidades. Solo puede, aún intentándolo con toda la fuerza de su cuerpo, estar inmóvil, mirando hacia el frente, los brazos caídos hacia los costados, las piernas flexionadas a noventa grados con las plantas de los pies apoyadas completamente contra el suelo. Mover los ojos y parpadear también. Eso sí puede hacerlo.
Hay silencio, un silencio que inunda toda la negrura que lo envuelve; sin embargo una presencia, algo que no se ve y que no se escucha pero que evidentemente puede sentirse anda dando vueltas.
Siente escalofríos, se pregunta que hace ahí y que es ese lugar. No entiende cuales son las razones por las cuales alguien podría estar haciéndole algo así, encerrándolo y sujetándolo de esa manera en aquel sitio tan oscuro que parece infinito y pesado. 
Quiere gritar y no puede. La voz no le sale. Lo que hace entonces es llorar y preguntarse porqué.
Sintiendo que está por explotarle el corazón y que cada segundo que pasa es una eternidad, empieza a contar. 
Al cabo de un rato calcula que el tiempo que pasó antes fué corto, apenas unos cinco minutos. Entonces entre el tiempo de antes y este en el que estaba contando, sumados, dan siete u ocho si no está calculándolo mal.
Pasan apenas dos o tres minutos más y Pablo ya está acostumbrándose a esta oscuridad y dejando de sentir la nebulosa que trae el no entender que pasa, pero de imprevisto, un golpe certero desde atrás, como de un cachetazo en la nuca, lo vuelve a hundir y esta vez además termina aturdido, con un silbido insoportable en el oído derecho. 
Le duele, y le duele mucho.
Pablo intenta recuperarse, pero antes de poder hacerlo otro golpe, esta vez del otro lado y tan fuerte como el primero lo vuelve a dejar prácticamente estúpido, con un peso en el cuello casi desmesurado. Es ese peso que se siente cuando uno no puede hacer nada contra lo que se viene y que se llama impotencia. 
Al final del dolor vuelve en sí. 
La negrura eterna de nuevo, el peso de esa densidad oscura en cada centrímetro cuadrado de su cuerpo metiendo presión, la falta del aire, el pensamiento que le dice que tal vez eso sea un sin salida, un laberinto en el que no sabe como terminó, un laberinto sin caminos, sin paredes por las cuales dar vueltas pero laberinto al fin, un laberinto oscuro y eterno en un terreno abierto que no se muestra.
Desesperado vuelve a intentar mover las manos y las piernas, y desesperado se da cuenta de que tampoco puede hacerlo esta vez. Vuelve también a intentar hacer pasar el sonido de su alma que está llegando a un lugar sin vuelta atrás, por sus cuerdas vocales en forma de grito que alivia pero tampoco puede. No puede dejar salir nada.
Esta vez trata de respirar tranquilo para poder estabilizar los temblores que empieza a padecer y que el corazón deje de latir a la velocidad de la luz y otra vez casi logra la calma, al menos la que le puede permitir pensar con tranquilidad acerca de aquello, cuando siente que se está yendo para adelante. Por lo que le parece, las patas delanteras de la silla se están inclinando hacia adelante con lentitud, y es tanto que llega a sentir como la presión de la caída le arrastra la cara con fuerza, hasta que parece quedar en caída libre y entonces es rápido, y da la vuelta completa, hasta quedar de nuevo en la posición que tenía en un principio. 
Parece que no lo quieren dejar tranquilo. 
Pablo está nervioso, y claro, no es para menos.




Sigue acá  ---------------->     Pablo y la voz



viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz cumpleaños



Yo te amo tanto que no puedo despertarme sin amar
                            
                                       (Luis Alberto Spinetta)





Las guirnaldas aparecieron sencillas colgando sobre la puerta abriéndose, y me hicieron lugar para pasar. Entonces entré en tu vida.
Hubo encuentros y despedidas los primeros tiempos. 
Los encuentros fueron de colores y nos sorprendieron todas las veces desbordando todos los sentidos y los sentimientos, porque tanto amor que es verdadero y que se encuentra como un estallido, rebalsa y cae en el otro. Las despedidas parecieron oscuras pero estuvieron siempre cubiertas de la ilusión de un reencuentro inminente.
Durante un tiempo fué así. 
Pasamos después a necesitarnos como las mariposas a un día soleado y fresco pero con poco viento, y nos cayeron días de tormenta pero supimos aferrarnos a la primavera que somos juntos.
Un día fue infierno, y caímos, vos sobre una roca, casi a salvo pero no, ya estuvieron las marcas de los rasguños en tu alma, y yo, sobre la lava ardiente del volcán que fui en ese tiempo.
Volvimos a ser primavera, luego de que las estaciones pasaron y comenzaron un ciclo nuevo.
Estuvimos después atentos, más que nunca. Bebimos juntos de la misma copa. Estuvimos temerosos de que el carnaval nos atrape para siempre entre los redobles de los tambores que solo saben reflejar tristeza infinita. Supimos salir, y rajar a tiempo, mi amor, hacia lo que sabemos que podemos ser juntos.
Nos hicimos uno, con tormentas de invierno, con días de verano, y pasamos el tiempo sin perderlo y sin olvidarlo. Hicimos el amor y dormimos abrazados a la luz de nuestro cielo personal. 
Hubo tiempos dichosos, y un día caímos otra vez, pero esa vez en el mismo lugar, y nos mantuvimos de la mano, entendiéndonos, porque ya nos sabíamos, porque ya vos eras yo, y yo era vos. Y era así, juntos, aún siendo nosotros mismos también. 
Una aliada compañera, Pipistrela mágica, llegó para acompañarnos. Ella también es amor para siempre con nosotros. 
Creamos todo nuestro mundo. Supimos ser y compartir, ceder y permitir. Aprendimos.
Buscamos además y después de varios años, crear algo que sea más allá de nosotros, pero que resulte a partir de ese amor que es nuestro. 
Nos costó mucho y fue difícil, muy difícil, intentar que esa vida entre tantos intentos y tantas expectativas no nos desgaste, pero como siempre mi amor, lo hicimos vida. 
Y fueron dos vidas. Dos vidas infinitas que escaparon a todas las expectativas que podríamos haber tenido. Fueron  todos los días luego de esas vidas que llegaron, una vida nueva. 
Cargamos el deseo de ser viejos y andar de la mano, hasta la muerte mi amor. Y vamos a pasar los años sabiendo que cualquier tormenta sabremos atravezarla para volver a ser primavera.
Todos estos años y todo esto que revienta cada vez que te encuentro en todo lo que haces y en todo lo que sos, y que es el amor, nos hace eternos. 
Soy infinito en esa casa, nuestra casa. 
Que los cumplas muy feliz, este año y todos los años.



Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo tiempo por pasado fue mejor
mañana es mejor



                             (Luis Alberto Spinetta)








jueves, 20 de diciembre de 2012

Sentate que te cuento





-Me dijeron que Papá Noel son los padres.

Asi empezó apenas salió del colegio. Ni un beso, ni un hola, ni nada. Así.
El Papá se quedó sin aliento imaginate. Lo miró, le dió un beso y después la mano, y empezó a caminar sin decirle nada, tratando de asimilar la sorpresa y prolongando lo que sería un silencio interrumpido para no terminar contestando cualquier cosa de la que seguramente terminaría por arrepentirse.

-Y?, Es verdad?, interrogó Sebastián.
-No, le dijo. 
-No? En serio?, porque el chico que lo dijo estaba segurísimo y hasta dijo que los Papás le dijeron que sí, que no. Que no existen, digo.
-...

Pensó en cuando él se enteró de tremenda verdad, de cuando su Padre le dijo sin más sutilezas que Papá Noel no existía cuando él tenía ocho, justo los años que tiene su hijo ahora. Como son las cosas que nos tocan pasar que hasta algunas parecen casualidades. 
Había pensado en decírselo pero no hasta el año siguiente al menos. 
Tal vez es lo mismo este año que el que sigue, pensó,  pero le pareció que igual todavía no. Los padres tienen que mantener la niñez en el tiempo en el que se tiene que ser niño. Al menos intentarlo che, que tanto.
Todavía puede mantener la ilusión, se dijo, y enseguida pensó también que cuando uno se entera de ese tipo de cosas la infancia ya no es lo que era. Uno se entera de que Papá Noel, o los Reyes magos, o el Raton Pérez, no existe, y todas las cosas cambian y ya la infancia se va desdibujando y entonces la inocencia se va perdiendo como se está perdiendo tanto en estos tiempos, y tan temprano. Pensó que mejor todavía no decir nada. A él le gustaba ver como todavía su hijo mantenía esa luz clara, todavía virgen, como un baúl lleno de juguetes para armar, que tienen los chicos, esa luz que ya no encontraba en si mismo pero que sí podía ver en el chico.

-Y Pa?, insistió Sebastián.
-Y qué?
-Que si es verdad que Papá Noel son los padres!?
-Pero si ya te dije que no porque seguís preguntando?
-Porque cuando vino el chico este y nos contó y no le creímos trajo a otro más grande que dijo que él también sabía que Papá Noel son los padres.
Pendejos del orto, pensó el Papá.
-Estaban mintiendo esos pibes.

Caminaron en silencio las dos cuadras que los separaban de la casa. El Papá pensando en como responder a la catarata de preguntas que se le estaba por venir, porque sabía que Sebastián no se iba a rendir frente a la simpleza de un “no” como respuesta, y Sebastián empezando a prepararse para escupir las preguntas para todo eso que quiere saber, apenas pueda encontrar todas las palabras.

Tres casas antes de llegar a la suya Sebastián no aguantó más y le dijo, -Es como cuando te pregunto porqué si, y me contestás porque sí.
-Que cosa?
-Que me contestaste que no y que los pibes estaban mintiendo y te quedaste callado.
-...

Entraron a la casa. Sebastián fué a su cuarto a dejar las cosas del colegio y el Papá a tomar algo a la cocina. 
Sebastián entró.

-Y?, insistió Sebastián
-Vení, sentate que te cuento, dijo el Papá. 
-Si? 
-Si. Papá Noel existe. Y entiendo las dudas y que escuchaste en el colegio que es todo mentira y que se yó. Pero no, te digo que Papá Noel si que existe. 
-Y cómo es que puede llevar los regalos a todos los chicos en el mundo en una sola noche? 
-Fácil. Papá Noel puede viajar en el tiempo. 
-Pero como puede estar en todos lados al mismo tiempo?. Si un chico me dijo que el año pasado fué a las doce a su casa y otro me dijo que también fué a las doce a la casa. Y también fué a las doce a la casa del Tío. Yo lo ví.
-Ya sé que no puede estar en todos lados al mismo tiempo por eso te digo. Viaja en el tiempo. Cuando termina de dejar los regalos en una casa vuelve en el tiempo y se va para la otra y claro, me olvidaba, puede viajar tambien en el espacio, teletransportarse.
-Ah, no entiendo.
-Es como cerrar los ojos y ya estar en otro lugar de solo pensarlo. Por eso dicen que Papá Noel es mágico, porque puede viajar en el tiempo y dar saltos en el espacio. 
-Entonces en un segundo se vuelve a las doce pero en otra casa?
-Claro, viste que fácil es entender porque Papá Noel puede?. Imaginate esto: deja los regalos en una casa así de contento como se lo ve siempre y en algunas hasta se queda a entregárselos a los chicos personalmente, como hizo el año pasado en la casa del Tío Carlitos te acordás?, después de eso se va, vuelve en el tiempo, a la misma hora que cuando llegó a lo del Tío suponete, viaja en el espacio y se va para otra casa y así con todos los regalos. Entonces al mismo tiempo que está en una casa también está en la otra y así se va repitiendo hasta que esta en todas se entiende?. 
-Mmm, creo que sí.
-O sea, es el pasado en el presente y claro, es dificil saber cual es el Papá Noel del presente y cual el del pasado pero en realidad es el mismo. Y así sigue, como te dije hasta que termina de llevar todos los regalos a todas las casas de todos los chicos en todo el mundo. Y siempre parece al mismo tiempo. De hecho el buen hombre llega a su casa para brindar con su esposa y con los duendes también por todos los regalos entregados y por las vísperas de la navidad. Y al final se duerme mirando en una pantalla mágica a todos los chicos jugando con sus regalos hasta que se van a dormir. Entonces, Papá Noel entrega así sus regalos. 

Sabe que confundiéndolo con temas como los del tiempo y el espacio y hablando de algo mágico puede ganar, al fin y al cabo es un chico y tiene la habilidad de creer todavía en la magia y también la debilidad de no poder sostener la racionalidad de algunos conceptos todavía.

-Y como es que en el polo norte no se muere de frío?, como todos en el polo norte se moririan de frio pero Papá Noel no?. 
-Fácil. Papá noel vive en un Domo que madó a construir. Un Domo es un lugar ambientado dentro de otro más grande entendés?. Como una ciudad dentro de otra ciudad que en este caso es el polo norte. Esta todo climatizado ahí adentro y si bien es dificil en ese lugar y a él tampoco es que le gusta andar derrochando energía como para mantener siempre todo calefaccionado usan ropas de invierno, por eso es que usa ese tapado y el gorrito, todo bien tapado.
-Y a los duendes que trabajan con él es verdad que los tiene de esclavos?
-No hijo, eso de los duendes no es verdad, no los tiene de esclavos. Ellos estan encantados de poder estar en el polo norte trabajando todo el año haciendo millones de juguetes para todos los chicos  del mundo.
-Encantados como en un hechizo mágico?
-No, encantados como felices de hacerlo.
-Y Papá Noel lleva todos los regalos a todos los chicos entonces?
-Si claro, Papá Noel los lleva solo a todos los chicos, si.
-...
-...
-Y porque le lleva a algunos cosas que si las vas a comprar se venden re caras y a otros apenas una pavada? 
Cagamos, piensa el Papá.
-No sé Seba, supongo que será porque algunos se portaron mal y cuando uno se porta mal recibe una pavada y si se porta muy mal, no recibe nada. Eso ya lo sabés. 
-Pero yo tengo un amigo que se porta re bien y el año pasado le trajo una pelota de goma.
-Y no sé, por ahí se quedaron cortos los duendes haciendo regalos buenisimos para todos. Los duendes no son siempre tan mágicos como Papá Noel.
-Y no sé. También conozco a otro chico que es de los malos, pero de los malos de verdad eh?. Yo no sé, no lo conozco tanto porque no me junto con él porque me cae re mal. Él pibe se junta con otros chicos y siempre molesta y carga a todos y jusssto a este que te cuento Papá Noel le trajo una Play3 con quichicientos jueguitos. Que me decís?
-Tampoco sé porqué Papá Noel hace esas cosas Seba. 

Empieza a arrepentirse por haber pensado que podía ganar. Por otro lado está pensando en cortar todo esto con la verdad porque sino va a tener que seguir inventando hasta que el sinfín de respuestas lo lleve a no acordarse de todo lo que está diciendo, y todos saben bien que los chicos se acuerdan de todo, y entonces, en algún momento, el Papá sin querer pisa el palito y Seba, se da cuenta y Paf!, toda la historia a la mierda. Además puede que lo tome mal y quede resentido. Se le caen todos los miedos juntos al padre, como cuando era chico y no podía dejar de sentir el terror de una casa llena de grises.
-Y a los chicos que son pobres también les lleva regalos?
-Si. A los chicos pobres también Sebastián. 
Sin embargo sigue, como si la inercia no lo dejara parar.
-Y porqué no les lleva trabajo para los Papás en vez de regalos?. O sino les puede llevar comida rica, de esas que no comen nunca los chicos. No?
-Y no se Seba, tampoco lo conozco a Papá Noel como para que me cuente el porqué de todo. Supongo que hay cosas con las que ni siquiera él puede meterse.
-Hay una cosa que me doy cuenta ahora Papá. Porque viste a ese chico que te conté que se porta re mal y le trajo una Play3 y a mi amigo que es re bueno y le trajo una pelota de goma?. Bueno, entonces como es eso?, porque los Papás de mi amigo no tienen mucha plata y los Papás de ese pibe me dijo otro de los chicos que sí. Entonces a los que tienen Papás con plata les lleva mejores regalos aunque se porten mal?.
-No sé porque a los que tienen papas con plata les regala cosas caras la verdad Seba.
-Y otra cosa que me doy cuenta ahora es que hay Papás Noeles por todos lados Pa. El otro día iba con Mamá en el colectivo, y en el viaje hasta lo de la Abu vi como tres desde arriba. 
-Esos Papás Noeles son hombres que se disfrazan para representar a Papá Noel
-Y entonces hay hombres que lo representan a Papá Noel como lo hice yo con el Indio cuando fué el acto de la escuela?
-Si, claro
-...
-...
-Y otra cosa es que ahora que me acuerdo la voz de Papá Noel en la casa del Tío el año pasado se parecía a la tuya.
-...
-...
-No puede ser eso...
-Pero yo me acuerdo. Y me acuerdo también que estaba usando las mismas zapatillas que tenías vos.
-Pero... no puede ser. Vos decis que Papá Noel el año pasado usaba las zapatillas que tenia yo puestas? 
-Está bien Papá. Si vos me prometes que me seguís dando los regalos yo te prometo que me la sigo creyendo. Pero un par de años nomás, que sino voy a quedar como un tonto con mis amigos.
-Pero...
-Gracias Papá, pero ya estoy grande no?
-Re grande hijo.




jueves, 13 de diciembre de 2012

La playa vacía






Ahí viene un hombre. Está llegando con una valija en la mano. No es una de esas grandes para viajes, no. Es una valija como de esas que usaban los estudiantes hace unos treinta años o más. Viene caminando lento y con la mirada atenta hacia esa chica que anda por allá, sola, cerca de la orilla.
El hombre lleva puesta una remera blanca con una tabla de surf roja estampada en el centro, pantalones largos de algodón color azul y ojotas que una vez fueron blancas pero que ahora están teñidas de manchas marrones o negras por el paso del tiempo, de la tierra y de vaya uno a saber otras cosas. Tiene el pelo largo, o lo que le queda de pelo está largo mejor dicho, porque por delante hay bastante poco. Puede cualquiera al verlo, dar cuenta a primera vista de que en ciertas partes de la cara hay barba de algunos días y en las partes restantes no. Tal vez haya sufrido heridas que ya no le permiten crecer al pelo en esos lugares. Debajo de la barbilla, otro poco en el costado izquierdo del labio superior, una patilla más larga que la otra... en fin. Los ojos son de un verde profundo. Ojeras profundas los rodean como una cerca construida hacia abajo o como una fosa llena de agua con cocodrilos que andan por ahí, hundidos hasta los ojos y esperando que alguno se atreva a cruzar a nado. La sonrisa llena de espacios vacíos se nota porque el hombre viene con la boca abierta como en un momento de esos en los que uno sonríe por sorpresa o exaltación repentina. Las manos, una abierta con la esperanza de percibir el deseo y tomarlo por sorpresa y la otra sosteniedo la valija bien apretada. Como si se le fuera a escapar algo.
La mujer anda sola y se encuentra ahí pensando sin llegar a ninguna conclusión, acerca del porqué en algún momento fué abandonada. Sabe en su interior, aunque todavía no puede verlo, que las cuestiones que involucran al amor no responden a ningún porqué. Cubierta por una frazada con un motivo de cuadrados pequeños de distintos colores, lleva debajo una polera gris como el cielo de ese momento, jeans azules y zapatillas negras. Sus brazos están cruzados y sosteniendo la frazada que le trae, y es al menos eso, la sensación de abrigo, de amor de primavera. Mira con ojos que parecen vacíos al horizonte y tiritan sus labios finos al ritmo del ulular del viento sobre las pequeñas olas que terminan a pocos metros de la orilla.
El tiempo va a ser bueno, pero faltan unos minutos para el nacimiento del día y ayer llovió. Todavía no despeja completamente, ni el sol dió la cara al mar que habita por estos parajes. 
Salvo por estos dos, no hay más que un perro sin dueño por allá lejos. 
El hombre está a medio camino entre el comienzo de la playa y la mujer. Recuerda que cuando niño esa misma playa lo había dejado casi muerto. Y ese mar no se lo había tragado pues al final se había compadecido. Y por supuesto, pensó inmediatamente después, que no había sido el mar, ni esa playa lo que casi lo había matado y tragado. No. Era este recuerdo, antes vivo, antes actual, que habita un hombre que este hombre de hoy llamó padre alguna vez. No quiere pensar en eso, porque no quiere pensar en él. Entonces vuelve a lo que lo lleva a caminar de nuevo por este lugar y la ve otra vez y se acerca. Intenta olerla. El hombre tiene unas fosas nasales exageradamente abiertas y su intento de olerla es apenas una burla para si mismo. Siempre bromea con que sus fosas nasales son para oler mejor. 
Se le escapa una sonrisa de niño, casi inocente, que no concuerda con esos espacios vacíos en su boca pero que puede parecer tal cosa.
Ella también está recordando, pero sus recuerdos la llevan hacia lugares más felices. Está recordando al amor vivo, al amor libre y de luces brillantes que hasta hace poco la acompañaba en la vigilia y en todos los sueños. Es ahora, en este tiempo, cuando siente que está muriendo. Y no está muriendo, claro que no, pero lo siente. 
Sigue pensando en el repentino abandono, no puede dejar de hacerlo. 
Al final de un abrir y cerrar de ojos que prolongó más de la cuenta y un respirar profundo que piensa que puede relajarla, mira el horizonte y ahí sí, entonces sabe que no hay porqués para esto que es el amor que se va, pero se contenta sabiendo que tampoco hay porqués para el amor que pueda venir. Eso la consuela un poco aunque el duelo va a durarle. Lo siente.  
El hombre la alcanza y se para a un lado. Ella solo lo mira, apenas de reojo, y vuelve a lo que estaba haciendo. Nada a simple vista. O nadando con la vista, como se quiera ver desde afuera. Las dos aproximaciones casi están bien.
El hombre se arrodilla apoyando las puntas de los pies y descanzando sus glúteos sobre los talones y le sonríe. 
Extiende una mano hacia ella como regalando una invitación de manera gentil. Con su otra mano, mientras tanto, abre la valija.
El día está naciendo ahora. Se lo puede ver al sol comenzando su desfile de rayos esperanzadores en este lado del hemisferio. 
Las cosas pueden salir bien, piensa ella. 
Él hombre mira el nacimiento de aquellas luces. Las cosas pueden salir bien, piensa también.
La valija se abre por completo. Ofrece cierres muy extensos que permiten que se abra de par en par. Es un muestrario de perfumes. 
Los acerca cuidadosamente hacia el campo visual de la chica y le ofrece comprar uno de esos perfumes. Espera en silencio.
Unos segundos después ella da vuelta la cara para mirar la valija. Luego lo mira a él y le dice, no tengo para quien usarlos, gracias.
Uno siempre puede usarlos para quien pueda venir, le responde el hombre luego de una breve pausa.
Ella sonríe un poco torpe. 
El también sonríe. Y también esa sonrisa carga un poco de torpeza.
No traigo dinero encima, dice ella. 
El hombre le responde, ¿cuanto importa el dinero cuando a las primeras luces se ofrece una sorpresa?. No importa nada, es un obsequio.
Ella le da las gracias con una sonrisa que ya no denota torpeza y que a la vez es complacida y sincera. Estás usando alguno?, le pregunta. 
Hay algo imprevisto y aunque poco perceptible en el hombre. Hace un silencio y la mira. La sonrisa entonces se le transforma ahora en otra sonrisa. Y no es lo mismo, y ella se da cuenta porque lo está mirando a los ojos, y los ojos también cambiaron en su forma de mirar, y siente como se le eriza la piel y siente  miedo.
Nunca, le responde. Pero está bien, no son para usar, termina de decir.
Hace silencio. 
Ella traga saliva y frunce las cejas, y entonces siente el impulso y amaga apenas con un gesto a levantarse.
Antes de que pudiera empezar a incorporarse, todavía sentada en la playa y abrigada con la frazada, el hombre le acierta una violentísima trompada al mentón. La mujer cae de costado como árbol que ya no puede sostenerse. Él abre sus piernas y se sienta de un salto sobre el abdomen de la chica, y ahí es cuando da algunos golpes extra como para cerciorarse de que no va a tener dificultades. Ella ya no intenta una defensa eficaz, de hecho fué tan sorpresivo todo que ni por un segundo logró defenderse como debiera. Cuando estuvo al borde de la inconsciencia, el hombre la tomó por los pelos y la arrastró por la arena hacia el médano más próximo cubierto de matorrales. 
Ella no gritaba, no pretendía soltarse. Sabía que no iba a poder. Estaba aturdida, demasiado, y en la línea que separa la consciencia de la inconsciencia. 
Atrás había quedado la frazada. Gracias a esta, y al rastro sobre la arena podrán encontrarla. Este día la marea no sube a borrar nada y el viento anda calmo.
El hombre llegó a su casa cerca del mediodía con la sonrisa nueva y el espíritu cansado. 
Se recostó en un sillón cubierto de ropa sucia y durmió.



viernes, 30 de noviembre de 2012

Volvete a Morón





Volvete a Morón negro patasucia, le dije. Con exclamación y todo. Así: Volvete a Morón negro patasucia!!!. Y completé la frase diciéndole que se vaya a meter en la recalcada cajeta de su madre pero que sin olvidar llevar un plumero y un frasco de vaselina porque debía de estar polvorienta y reseca. Y levanté la mano haciendo el gesto de pasar un plumero primero y de poner vaselina después. Y nos agarramos a las trompadas. Lógico, después de tanta palabra sincera no quedaba otra. 
Y un poco me arrepiento, imaginate que te estoy contando esto y se me quiere piantar una lágrima. Ojo que no es que me arrepiento de haberle dicho eso al mugriento ese que es hoy, sino que siento que también le llegó al pibe que fué una vez. Ese pibe fué mi mejor amigo de cuarto a séptimo grado. Eso me pone un poco mal viste?, no por esto que es ahora, sino por lo que fué, me entendés?. No, no tiene sentido hablar de porqué llegué a decirle eso. Esas cosas pasan porque se va cayendo una ficha detrás de la otra, entonces no se puede hacer nada. A lo que quiero llegar, lo que quiero contarte es que ese pibe fué calzón a veces, y a veces culo. Culo y calzón éramos nosotros dos, y nos turnábamos. Así de grande sentíamos nuestra amistad. Y los volvíamos locos a todos. Entre los dos trazábamos planes, entre los dos los llevábamos a cabo. No éramos un complemento del otro, sino más bien, éramos los dos nuestras partes y nuestro complemento, todo junto me entendés?... Y ahora resulta que terminó siendo este gran ejemplo de tipo que no sirve para nada, o peor, de tipo que sirve para hacer del mundo algo peor a cada paso. Con gente como ese pibe que se convirtió en esto que es se caen todas las cosas. Si solo se hubiera quedado en Lanús la puta madre. Tal vez habría de ser hoy un tipo distinto. Seguro que era un tipo distinto. En la casa era una locura todo, creo que por eso terminó así. Por lo que me enteré después que me dijo el Fabi, nunca más tuvo amigos. Por eso habrá sido calculo yo, que terminó siendo igual que el viejo. Y que el Tío, me olvidaba del Tío. 
No sé porqué mierda uno termina abriendo un perfil con todos sus datos en Facebook la verdad si es una mierda. Y claro!, mirá como termina. A las trompadas y con una desilusión que no te la sacas de encima ni con una grúa.
El problema está en que nos hacemos la idea de que si nos encontramos después de veintipico de años con gente que no viste nunca más va a ser todo risas y recuerdos, y todos nos vamos a mirar y a abrazarnos a cada rato y nos vamos a contar las anécdotas que nos hicieron ser compañeros a los diez, a los once o a los doce. Mentiras, son puros engaños que nos cargamos en la cabeza nosotros mismos. Pero si con solo verles la foto de perfil y leerles un poco la biografía nos damos cuenta de que ese pibito que conocíamos no existe más!, ni hablar de ver las fotos. Todos hechos mierda, todos distintos, todos con caras que sin hablar nos hacen sentir que lo más probable es que nunca seamos amigos. 
Como es entonces que terminamos por creer que igual puede que nos encontremos con el que conocíamos!?. La puta madre!, mirá que somos pelotudos eh?. Y digo somos, porque en mayor o menor medida a todos nos pasa lo mismo. Somos ilusos. Y estoy siendo una plumita que con sus críticas solo hace cosquillas, y disculpá, pero la verdad es que no pretendo tratar de imbécil a nadie, y menos a vos, que también te pensaste que podía estar bueno ir a comer con los pibes de la primaria. Menos a vos que estás acá escuchandome hablar sin parar mientras me pongo hielo en la boca que me quedó como un chorizo. Y claro, está bien que quieras saber que fué lo que pasó cuando salimos los dos para afuera a fumar, pero te digo que no pasó nada, que fué solo esto; un ir amistoso, un venir que también pretendía amistad, un recuerdo que puso turbio el río,  el silencio durante unos segundos, una risa que se malinterpretó, una respuesta que cayó pesada, y ahí todo se fué a la mierda te digo, se cayó todo por la borda, y discutimos, y nos mandamos a la mierda y entonces pasó esto que te conté, que lo mandé a la recalcada cajeta de su madre polvorienta y reseca, y bueno, ahí vinieron las trompadas y se pudrió todo. 
Por eso te decía, eso de facebook es un quilombo. Además vos fijate. De chicos todos estábamos más o menos parejos en todo sentido. O sea, todos vivíamos en el mismo barrio, éramos prácticamente de la misma condición social, practicábamos más o menos las mismas ideas. Que se yó, estábamos más y mejor integrados entre nosotros, y además los pibes saben recibir mejor esas diferencias, otras no tanto, como por ejemplo que seas gordo, dientudo, medio pelotudo, o alguna de esas cosas que los pibes consideran que son cosas de las que se tienen que reír y que casi no pueden reprimirlas. Y si, los chicos son crueles, pero sin saberlo eh?, quién de nosotros se hubiera imaginado que cuando todo el grado le decía todo el tiempo a Juan Carlos que era un gordo fracasado, un tanque de grasa, un maremoto de torta fritas, el pibe se iba a deprimir?, los chicos no piensan en eso. Si, ya sé que le costó años recuperarse pero que se le va a hacer?, eso no fué culpa de la gordura, y hasta creo que tampoco de las burlas, la recuperación digo, sino que fué culpa de que en la casa nunca le levantaron la autoestima y el tampoco pudo hacerlo solo y entonces la cabeza se le birló para la angustia, que se yó.
Yo te digo, la culpa es de facebook y la puta madre que lo parió. Si no hubiera sido por eso todavía tendría un recuerdo perfecto de la amistad que tenía con este tipo de mierda, pero no. Sabés que pasó?, se me murió ese recuerdo. Y se me murió el de casi todos. Como le debe estar pasando a la mayoría. Uno, como te dije, pretende encontrar a los que fueron, pero no están preparados para encontrar a los que son, y eso te mata. Eso te sacude el coco como loco, porque además te hace recordarte a vos mismo y eso es de lo peor de estas reuniones de mierda. Porque te acordás de vos y de repente vas al baño y te ves así, hecho mierda si te comparás (que te comparás, seguro) con lo que fuiste de pibe. Y te das cuenta de que todos somos lo que nunca hubiéramos esperado ser cuando éramos chicos, cuando los deseos son más verdaderos y sin represiones. Al final uno termina siendo lo que puede. Te agradezco la compañia, sos la única que no me desilusionó, al contrario. Ahora me voy a cerrar mi cuenta de Facebook para siempre. Los recuerdos que se queden ahí en el recuerdo, a ver si todavía sigo haciendo pelota los que me quedan.




martes, 27 de noviembre de 2012

Juancito





Te acordás de cuando pasó todo aquello?. Yo me acuerdo, por eso te pregunto que si te acordás vos. Tenemos que andar como una cabeza que rebota por todos lados como para olvidarnos de todo aquello, y ni así, porque sabés?, Hay cosas que no se olvidan nunca Juancito. Claro, vos ahora me decís que no, que no es que te olvidaste, que hiciste de todo para llegar adonde estás hoy, pero que fué hiciste?, donde estás hoy?. Contame. Dale que te escucho Juancito, estoy acá para vos. Aprovechá que ahora me tenés todo para vos. Contame de como te estás levantando la casa y de todas las horas que laburás ahí en ese lugar donde sos ñoqui, o que te vas para el remis a manejar para llevarte unos morlacos más para tu casa. Contame Juancito. Soy todo oídos. Igual a ver que te parece si mejor te cuento yo que me imagino una verdad acerca tuyo que me parece que va a ir más acorde a la realidad que la  verdad que me podés llegar a contar vos. A ver Juancito. Ahí voy, después me decís si estoy equivocado o no. A mi me parece que de toda la guita que podés levantar te jugás la mitad por lo menos y el resto lo repartís en comprarte todo lo que te gusta, y el auto, y tus sanguchitos de mediodía y tus días de pesca, y lo que te sobra, pero solo lo que te sobra, se lo das a tu jermu para que coma, le de de comer a los pibes y si le sobra un poco ella con todos esos gastos, se compre algo muy de vez en cuando. Claro, a los pibes a veces le compras algunas cosas también pero vas zafando, porque claro, la abuela de los pibes, esa que no es tu vieja, porque tu vieja es casi peor que vos, digo la otra, le da la mayoría de las cosas y entonces a vos te queda poco por dar, y así zafás Juancito, así zafás. No?. Y la casa, a la construcción de la casa le ponés guita de vez en cuando, cuando ganás alguna apuesta o te sale bien alguna tranza. Mientras tanto los tenés a todos durmiendo en una sola habitación, porque te chupa un huevo Juancito. Porque vos además de jugador sos tranza, y sos garca. Y la vas haciendo de a poco, como para cumplir y que no te rompan las pelotas con que nunca hacés nada en la casa. No me mires así Juancito porque tienen razón, o no?. 
No me digas que no porque me vas a dar a mi esa razón que necesito para certificar que haberte traído por acá es lo mejor que pude haber hecho. Manejalo Juancito, manejalo. Acá el problema es que no sabés como manejar las cosas me parece a mi. O sea, ser hombre de familia para la familia. Eso. A vos te falta entender, o no, no sé. Ahora me dejás pensando. Si, así sin decirme nada, con los ojos apuntado para abajo, en silencio. Así como estás me estás diciendo mucho Juancito, y me dejás pensando, que me contás?.
Quién iba a decir que vos, justamente vos que sos un tipo que parece no pensar demasiado, más allá de practicar en el pensamiento cuando y como decir alguna mentira, me deje pensando. Una locura Juancito. Una locura tremenda, no te parece?. 
Contás buenos chistes, eso te lo tengo que admitir. Contate uno. Dale, contate uno, no me dejes con las ganas. Uno malo. Tus chistes malos son los mejores, eso lo tengo que admitir. Dale contame uno así me animás, porque con todo lo que cargo encima y que me hizo traerte por acá tengo el ánimo por el suelo y yo creo que en cualquier momento quizás haga algo que no tengo que hacer. No me mires así Juancito, no te voy a matar si es eso lo que estás pensando. No te preocupes que no, ni a palos que te mato. No tiene sentido. Imaginate que matarte ahora a vos es como no tener que esperar merecido, como si todos en el mundo pudieran hacer lo que quisieran y no pagar en vida me seguís?. Por eso te digo que no te voy a matar. Porque vos tenés que pagarla, y si te mato, no escarmentás me entendés?. 
Vos te acordás de aquella vez que te descubrieron la primera que te mandaste?, que digo, te agarraron después de que te mandaste vaya uno a saber cuantas. Y con la cara de pelotudo que se te nota a la legua Juancito. Con esa cara de papa frita quemada te recagaste en todos. 
Ja!, estuvo buena esa no?. Lo de quemada digo. No viste que se dice papa frita nomás?. Y bueno, es que sos medio morochón viste?, por eso lo de quemada a la papa frita. Dale reíte, no seas cagón. Y contame un chiste dale, contame un chiste que sabés como contarlos. Cuando contás un chiste malo casi siempre reviento de la risa. Vos sí que sabés hacer reír Juancito. Dale que te escucho. No me pongas esa cara que se desluce el chiste che. Y esa risa tampoco, que esa risa se nota falsa desde la otra cuadra mirá. 
Bueno, hagamos algo, no me cuentes ningún chiste que se ve que no te da la cara ni el humor para hacerlo ahora. Pero te la bancas si me pongo más rápido de mal humor eh?, porque te digo que sin un poco de gracia se me escapa el chifle antes de tiempo. Manejalo. Igual vos viste que soy yo el que le está poniendo un poco de buenas migas a este encuentro no?. Porque vos estás con esa cara que va del orto al desconcierto y al miedo y a la sorpresa. Rebotás por cuatro puntas Juancito. 
Te noto desconcertado ahora mismo. Decime que no te la veías venir, que pensaste que te salías con la tuya. Dale. Me harías cagar de risa. Otra que contarte un chiste. 
Yo creo que deberías salir rajando, si pudieras, claro. O sea, si yo fuera vos en este momento estaría haciendo fuerza, con todas mis fuerzas para librarme de esas ataduras. Igual no te esfuerces, estás tan bien atado que no te podrías librar ni aunque tuvieras la fuerza de dos Juancitos. 
Ja!, eso me gustó. Dos Juancitos, te imaginás?. Me muero. 
No pienses que te tengo acá atado como estás porque no me aguanto que estés desatado eh?, no me mires con esa cara. No señor. Te tengo atado para que no me hagas hacer lo que no quiero, no por otra cosa. Figurate que te suelto y entonces vos salís rajando o peor, me enfrentás. Imaginate la situación che. Sería un desastre. Por un lado si salís rajando te tengo que bajar, de cualquier manera, aunque preferiria que fuera a los palazos porque imaginate que te pego un tiro y te doy en la espalda o en la cabeza. Te mato. Ya te dije que no te quiero matar no?. Además, ponele que te estoy dando con un palo. Quién me para?. Y no me quiero descontrolar viste?. Y si me enfrentás es lo mismo. Te lo digo porque vos a mi no me bajás ni con un tanque de guerra. Y de cualquier manera, se descontrolaría todo. Viste?, estás atado por tu propio bien Juancito. 
No me mires así con cara de perrito mojado. A esta altura ya no tenés perdón.
Pero si te la buscaste vos!, como me vas a decir que ya está, que ya lo que pasó, pasó, y que vas a cambiar las cosas?. A vos te parece que podés cambiar todo?. Vos no cambiás más Juancito. Mirá tu viejo. Viejo garca. Vos sos como tu viejo. Pasa que tu viejo no se metió hasta ahora con alguno como yo, que se da manija y se anima y lo agarra como yo te agarré a vos Juancito. Eso pasó. Tu viejo por ahora viene zafando. Y tu problema fué que una vez que te cagaste en la familia que te dió todo y después de un tiempo te perdonó todas o casi todas volviste a cagarlos, menos, eso lo admito, los cagás menos que antes, pero fijate que los seguís cagando igual, como si fueras un rey que caga a su pueblo sin culpa ni reprimendas. Y sabés porqué te lo siguen perdonando Juancito?, por tu jermu, que es mi hermana, y la hija de los que todavía te siguen aguantando. 
Ah, que te quede claro que cuando recién te dije que después de cagarlos te perdonaron hablaba de ellos eh?, no te pienses que yo alguna vez te di mi perdón. No te confundas, que yo siempre te tuve en la mira como quien dice. Eso sí. Siempre te escuché los chistes. Vos contando chistes sos más fácil de llevar, sino, carajo que dan ganas de reventarte la vida Juancito. Por eso te decía, que me cuentes un chiste que si tenés suerte te la hago corta. Decime una cosa Juancito, como hacés para dormir tranquilo?. Y otra cosa, oíme bien lo que te voy a decir, no te dan ganas de meterte un escopetazo en los huevos Juancito cuando te das cuenta de como estás haciendo que toda tu vida de mierda la tenga que cargar tu familia?, o no te das cuenta?. 
Ah, nunca te diste cuenta. Y claro, sino no se puede vivir. O si, que se yó. Igual yo creo que sí lo hiciste. Que te diste cuenta digo, pero que no te importó. Te digo esto porque si no me equivoco el viejo te lo dijo varias veces no?. Como que qué?, dejá de estar tan participativo en la conversación porque la estás embarrando cada vez más. Es tu naturaleza que trata de zafar la que te hace hablar boludeces no?. Mirá que sos pelotudo che, que me hacés poner nervioso. Lo que te decía, y te respondo, que qué te dijo el viejo varias veces?, que la estabas cagando, eso te dijo un montón de veces el viejo. Entonces sabías, a mi no me quieras mentir, que además ya es tarde para cualquier cosa. No me pongas esa cara. 
Uh, mirá. Mirá que sos cagón Juancito. Se te manchó el pantalón. Te measte encima Juancito?. Mirá que sos cagón eh?, vos, que te la diste siempre de guapo y de que te las sabías todas. Mirá como se ponen las cosas de verdaderas cuando pasa que nos enfrentan sin remedio a la realidad. Viste no?. Y parece que hoy soy yo tu realidad. El problema, o tu problema mejor dicho, es que no sé cual es la realidad que te va a esperar después de hoy. No Juancito, te digo que no lo sé. Y no Juancito, la de siempre no va a ser. No llores, no te pongas como una nena. Aguantatelá macho que vos te la buscaste, y no me hagas poner nervioso con ese llantito de señorita en aprietos porque te bajo los dientes de un fierrazo la puta que te parió!. 
Bueno, ya está. Dejame respirar un poco que ya pasó. Listo. Es que sos vos viste?, si me hicieras caso no me sacaría como me saco. El tema Juancito es que la cagaste, pero la cagaste feo. Te mandaste los mil mocos, te perdonaron, y desde ahí te viene aguantando menos mocos, con menor frecuencia, lo admito, pero los siguen aguantando. Nunca dejaron de aguantarte y ya te dije, no por vos, sino por tu jermu que es de la familia, y por los pibes viste?, que ellos no tiene la culpa. 
Y yo no me la aguanto más Juancito, y la verdad es que nunca lo hice, pero cerré el pico, y lo mantuve cerrado por tu jermu que es mi hermanita viste?. Y ella que te quiere con un amor ciego. 
Tu mayor quilombo es que nunca pudiste dejar de jugar. Si todos o casi todos los mocos que te mandaste eran para conseguir algo de plata para jugartelá Juancito. Y nunca pudiste dejar de hacerlo. Entonces te digo nene, me seguís?, si no lo hiciste hasta ahora, con todas las amenazas del viejo, sabiendo que te mantienen los pibes, que a mi hermanita le faltan cosas mientras vos te das todos los gustos y te llenás todos los vicios, si viste y ves lo que pasa a tu alrededor y seguiste como si nada hasta ahora, como puedo pensar que vas a cambiar?, me entendés?. No señor, vos no cambiás más. Yo lo que quiero es que mi hermita quede liberada de la peste amorfa que sos vos, y los pibes por supuesto. Entonces, decime vos. Que harías si fueras yo?. Hablar no Juancito, no me vengas con eso y decime la verdad de lo que harías vos en mi lugar porque te arranco los ojos, decime la verdad y no me hagas poner más sacado de lo que estoy. 
Claro que sí!, eso quería escuchar. Bien, si vos estuvieras en mi lugar reventarías las tripas de un tipo como vos cierto?, y yo que tengo que hacer?.
No llores Juancito, tomá, secate esas lágrimas y oíme. Te dije que no te voy a matar. Quedate tranquilo que la vida te la perdono. Te voy a ir cerrando la idea mirá, para que no te pienses que te voy a hablar todo el día. No tengo la idea de quemarte la cabeza. Quedate tranquilo con eso también. Entonces, te digo y oíme bien. Te voy cerrando la cuestión. Ahora van a venir unos pibes. Unos amigos que contraté para un laburito con vos. Son buenos pibes estos que están por venir. Uy!, ahí llegaron, escuchás el motor de la chata?. No, yo no sé reconocer el ruido de los motores, para mí reconocer el rodado por el ruido del motor es como entender a un chino, cero de eso viste?, pero ellos me dijeron que venían en chata y bueno, lo sé por eso. Además nadie más podría aparecerse por acá a esta hora no te parece?. Bueno te sigo contando, que igual me esperan afuera hasta que les diga que pueden entrar. Te decía que la realidad que te espera después de hoy no va a ser la misma viste? o sea, no vas a volver, o mejor dicho, te vas a ir para otro lado. No, no sé donde. Callate un poco y escuchame. Te pasaste de la raya hasta el límite de cruces de la raya me explico?. Y es así, tan así, que perdiste. Entonces van a venir estos pibes que te cuento y te van a hacer escarmentar. Yo no puedo, no me da el corazón. 
No es de cagón Juancito, dejá de gritar. A vos te parece que me puedo ensuciar las manos con una peste como vos?. No, nada que ver. Además te digo la verdad, no me da el corazón para hacerlo yo, porque en el fondo, me das un poco de lástima sabés?. Pero ya está. dejame terminar que ya va. Con vos no se puede hablar loco. Estás gritando como si te fueran a escuchar y no estás escuchando. Respirá, a ver, respirá te digo. Ahí va. Entonces, estos pibes te van a enseñar un par de cositas de una lista que les hice de cosas que tenés que aprender. Por cada cosita a enseñarte en la lista hay otra cosita distinta en la lista que te va dejar una marca. Cagada hecha, marca por venir. Para que nunca te olvides viste?. Es por tu bien. Es una lista un poco larga, pero te juro que la preparé lo más acotada posible. Es importante que entiendas que la lista es una lista de las cagadas que te mandaste. Entonces, es tu culpa no?. Pensalo.
Al final te van a llevar lejos, no, no sé donde te van a dejar. No, no vas a poder volver a reventarme Juancito. Te digo que no, y yo sé porqué te lo digo. No me hagas contarte porqué no porque me arruinás la sorpresa. Si te digo que no vas a poder volver confiá en mí y en que no te estoy mintiendo. Y bueno Juancito, es así nomás. 
Creo que terminamos. Para tu próxima vida en esta vida tratá de portarte un poco mejor viste?. Suerte Juancito. 




miércoles, 21 de noviembre de 2012

La visita del viejo





Me despierto. No tengo ganas de levantarme pero lo voy a hacer igual, hay que hacer lo que hay que hacer. No todos los días, a veces es mejor quedarse un rato más en la cama, pero no hoy. Hoy hay que levantarse. No sé porqué pero lo siento. Vamos, arriba -pienso-, y en un movimiento ya estoy sentado en la cama, con los pies apoyados en el suelo. 
Ahora sí, me levanto y empiezo a caminar, torpe como el más torpe, hacia la puerta que da al living. La abro y salgo. Veo las paredes pintadas hace poco y pienso que quedó bien, que mucho quilombo pero que bueno que lo pudimos hacer. Me rasco la cabeza en un intento por recordar algo que no sé que es y no puedo. Entro al baño, hago mis cosas de mañana recién abierta y salgo de nuevo al living. Camino hasta el fondo hacia mi derecha y doy la pequeña vuelta que hay que dar para llegar a la cocina. Pretendo preparar el mate para despertar a Denise con algo caliente y ahí me lo encuentro.
-Hey!, le digo, como si todos los días hubiera imaginado ese momento (y era así).
Estaba sentado en uno de los banquitos, al lado de la bacha de acero inoxidable, con un brazo apoyado sobre ella y ya con el mate listo, cebando. 
Me mira con una sonrisa de esas que siempre me regaló y que sentí mías toda la vida. Me alcanza un mate caliente.
-Que lindo que hayas venido, le digo
Empiezo a tomar el mate mientras lo miro fijo con los ojos muy abiertos, con miedo a parpadear y perderme una milésima de segundo. 
Parpadeo igual. No me perdí de nada.
-Me dejaron
Me quedé mirándolo unos instantes mientras terminaba el mate. Se lo devolví.
- Me lamentaba de que no hubieras podido conocerlos.
- Los veo siempre.
Me sonríe. Se sirve un mate para él y empieza a tomarlo. Lo noto nervioso.
- Estás bien?
- Es la primera vez que salgo a dar una vuelta con este permiso.
- Y viniste acá.
- Hubiera elegido todas las veces venir acá la primera vez.
Se me caen lágrimas inmediatamente. No me dieron tiempo a llenar los ojos y permanecer ahí. Se llenan estos ojos y se caen estas lágrimas en apenas un segundo. Me seco la cara.
Lo miro. Está como siempre, como lo recuerdo de la penúltima vez.
- Te extrañé
- Si lo sé. Yo también te extrañé.
- Y como es?
- Raro, pero está bien. Es lo que nos toca a los que rajamos antes de tiempo.
- Te gusta?. Le hago un ademán en círculo con la mano porque le pregunto por la casa para cambiar de tema. Me alcanza otro mate. Me entiende. Me entendió siempre.
- Si me gusta. 
- Nos costó un huevo.
- Si ya sé. 
- Te vas a quedar un rato no?.
- Hasta que me hagan volver.
- Quién te hace volver?.
- No lo sé pero por lo que me dijeron funciona así. Vos salís, y en un momento volvés y a veces no te das cuenta de como.
- No entiendo.
- Yo tampoco. Por ahí si puedo venir otra vez te cuento como fué.
- Dale. 
Termino el mate. Se lo alcanzo y por primera vez mi mano roza la suya y lo siento más cerca que nunca. Como si nunca se hubiera ido, como si la vuelta esta fuera un estar acá solamente, como si nada, como si la alegría de tenerlo al lado mío nunca hubiera desaparecido y vuelto. 
Igual lo sé y esa sensación dura poco. No quiero que se vaya.
- No quiero que te vayas.
- ...
- ...
- Yo tampoco quiero irme, pero una vez me fuí, y ya está. Lo tengo que hacer de nuevo. Lo bueno es que pude volver un rato.
- Lo sé.
Silencio. Pero es un silencio cómodo. Un silencio triste, pero cómodo. Ese silencio que solo los hombres cercanos saben encontrar y en el cual sentirse a gusto.
- Y Cristina?.
- No sé, no la vi más.
- Sí, pero que pensás?
- Que es una hija de puta.
- Pobre Lidia...
- La ves?
- Siempre la veo. Te manda un beso grande, y un abrazo. Antes de salir me dijo que se había acordado de las salchichas con puré que le pedías. Que algún día te las va a preparar otra vez. 
- Decile que la quiero. Que la quiero mucho. Y que me perdone, que las últimas veces no fui porque era raro ir ahí, pero que me arrepiento, que me hubiera gustado tomar otra desición acerca de eso. Decile que la quiero mucho, repetíselo. Y que la extraño mucho. Y que extraño las salchichas con puré y que si ahora como eso siento que no es lo mismo porque no las preparó ella. 
- Le voy a decir, quedate tranquilo. 
No puedo evitar llorar. Me tapo la cara para aguantar todo esto que es agua de adentro y que se cae tanto. Y me tapo la boca. No quiero que escuchen estos ruidos inevitables. Los demás están durmiendo, y de repente me doy cuenta de que si los despierto tal vez se levanten, y todo esto desaparezca. No puedo dejar que eso pase. Respiro. 
Ya pasó.
- Cristina no fué tan hija de puta. -me dice-
- Pero lo cagó
- Si, pero estaba mal.
- De la cabeza.
- También, pobrecita. Igual fué culpa de Diego que le llenó la cabeza.
- Me dijeron.
- ...
Termina de tomar el mate, ceba otro y me lo pasa.
- Vera se parece a vos.
- Si. - se me llena el cuerpo de emoción pudiendo hablar con él de ellos- Vicente también pero es un rubiecito de ojos claros. Viste como se degeneró el gen? 
Nos reímos. Estamos felices.
- Pobrecito...
- Vos negro, el que sigue menos negro, yo morocho. Vicente polaquito. El polaquito de Avellaneda.
- Jajaja. 
- ...
- Porqué el que sigue?
- Porque todavía no termino de perdonarlo.
- Pero ahora...
- Ahora sí, pero antes. Viste como son las cosas que nunca se olvidan. Vos sabés.
- Puta que sé.
- Si siempre me ayudabas. Vos me regalabas disfraces de colores en un juego que me dejaba olvidar la ropa de grises en la realidad.
- No te entiendo.
- Sos medio bruto.
- Soy un negro bruto.
- Jajaja, no tanto. Querés pasar a verlos?
- Dale, vamos.
Se levantó del banquito, me dejó pasar y me siguió. Entramos a mi habitación, Denise todavía dormía, y pasamos a la de los chicos. Los miró dormir. Se acercó hasta quedar en medio de las dos camas y miró en silencio un poco para cada lado. En un momento se volvió hacia mí y me sonrió. Salimos.
Esta vez nos sentamos en la mesa del linving.
- Que grandes están - me dijo -
- Es increíble. Me hubiese gustado que compartan con vos.
- A mi también. Te quiero mucho.
- Yo también te quiero.
En ese momento estiró una mano hacia adelante, la izquierda, y con la otra hizo la seña de escupirse un poco los dedos y luego de frotar índice y pulgar y al final un vaivén hacia adelante y hacia atrás. Sé lo que significa. Lo miro, me río y voy hacia la caja donde guardamos las cartas. 
- Te voy a ganar -le digo-.
- Vamos a ver.
Risas cómplices. 
El viejo quería jugar al truco.
Nos reímos mucho, jugamos largo y con muchas pausas. Hablamos de todo. Hablamos de la noche en la que volví de ese viaje de fin de semana a Villa Gesell y de que cuando me enteré que se había ido salí rajando a verlo porque no podía creerlo, de las ganas de cagar a trompadas a varios de los que estaban ahí simulando despedirlo. Hablamos de las mentiras que se fueron diciendo de él y también de las verdades. Nos acordamos de cuando jugábamos al tejo en el jardín y de cuando jugábamos al truco bajo el ciruelo y también de cuando nos íbamos a dormir juntos y la mandábamos a la vieja a dormir a la otra pieza. Nos reímos mucho. Siempre fuimos felices juntos.Me dejó un par de consejos, y me regaló varios buenos deseos también. Nos acordamos de la úlitma vez que nos habíamos visto. De como él sabía que era una despedida y de como yo no tenía idea y de que por eso mismo fué que me fui un poco temprano. Lloramos un poco. Yo más, él menos porque ya se había acostumbrado y donde estaba, me dijo, es todo un poco más relajado y se acepta todo un poco mejor. Me ganó el partido. Como siempre.
- Cuídalos mucho. A los tres.
- A los cuatro -le dije-, A pipistrela también.
- Ella me vió.
- Y no te ladró viste?
- Es que no es la primera vez que me ve.
- Pero no es la primera vez que venís?
- Es la primera vez que se me hizo posible que me veas y puedas hablar conmigo.
- Entonces ya habías venido.
- Siempre vengo.
- Y yo siempre te siento cerca Abuelo.
- ...
- ...
De a poco el viejo se empezó a poner translúcido. Su cuerpo dejaba ver lo que había detrás y sentí pánico.
- Me tengo que ir.
- No te vayas. 
- No puedo. Pero vos los tenés a ellos ahora. 
- Pero te quiero también a vos.
- No se puede.
- Lo sé pero...
- Es así nietito.
- Te voy a entrañar. Mucho.
- Voy a andar viniendo siempre que pueda, aunque no me veas.
Di la vuelta a la mesa corriendo y lo abracé tan fuerte como pude. El también dió vuelta los brazos alrededor mío en un abrazo... y se fué yendo, hasta desaparecer.
Me quedé en la misma posición hasta que el vacío se me hizo incómodo. Entonces me senté. Y lloré. Y empecé a extrañarlo como todos los días desde que se fué la primera vez. Eso no lo puedo cambiar. Pero que lindo que pude despedirme. Me hacía falta.