lunes, 4 de febrero de 2013
Por estas horas
Hoy me encuentro increíblemente despabilado. Y digo increíblemente pero no es que ande despabiladísimo, sino que de manera increíble, estoy despabilado.
Dos hijos pequeños pueden romper toda posibilidad de sentir deseos de estar despierto a estas horas. Pero a pesar de eso hoy no. Igual en un rato voy a ir a dormir aunque no quiera, no vaya a ser que se les ocurra despertar en medio de la madrugada o a las seis o a las siete con ganas de jugar y estar buena onda cuando yo no pueda ni abrir los ojos.
A veces dan ganas de reventarlos la verdad pero es tremendo como las cosas cambian en épocas de este estilo. Uno duerme mal o no duerme y se queja, pero solo los primeros minutos después de que el hijo despierta. Después de eso, cuando viene la sonrisa, o el abrazo, o el "hola Papi", o el amor sin más, se va todo o en realidad, deja de importar todo lo demás y el sueño y el cansancio pasan a segundo plano aunque no a desaparecer. Pero se banca mejor digo.
La cosa es que hoy ando despabilado y de vacaciones y aunque mañana o dentro de un rato alguno de los dos despierte me voy a escribir pelotudeces que de eso no sé pero no me importa y me animo.
Acabo de escribir las dos últimas líneas y ahora siento que tengo mucho sueño, me quiero morir.
Es lo natural, el cuerpo necesita descanso y este que ahora mueve los dedos para teclear algunas palabras viene teniendo poco de eso. Ya lo va a tener. Que la esperanza mueve muchas de las cosas que rondan las vidas.
Me despabile otra vez. Voy y vuelvo, o mejor dicho, tengo sueño pero no quiero tener sueño.
Creo que mejor dormir, o no, que se yó.
La puta, soy un indeciso.
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