La mala interpretación puede ser considerada un arte, y es que puede llevarlo a uno por caminos de la imaginación que tal vez jamás se pudieron haber recorrido sin ella. Mal interpretar concientemente es poder ver lo que no hay en los lugares menos indicados y hasta puede ser de lo más divertido. Quede claro que no hay que abusar de este arte.
He aquí el ejemplo de una vida que llevó al extremo la mala interpretación de las cosas:
Rafael Rufino (desde ahora RR) conoció el arte de la mala interpretación desde muy joven, fué con el tiempo siendo cada vez más talentoso y hasta sus amigos admiraban en demasía dicho talento. Podía leer entre líneas lo que quisiera leer y asombraba a las señoritas del barrio que siempre terminaban a sus pies como sirvientas prostitutas de buena predisposición. Lo que lo hacía prácticamente un genio en esto era el poder discriminar perfectamente su arte, de la realidad.
Siempre entendía todo y respondía de la mejor manera. Cuando quería, al mismo tiempo podía desenredar marañas asesinas fabuladoras en las que terminaba convenciendo a quien quisiera, que había dicho lo que jamás se le hubiera ocurrido decir y claro, la palabra era la palabra y se cumplía con ella en esa época.
Su padre trabajaba en una panadería por la que RR estaba siempre dando vueltas sabiendo que podía ser una fuente casi inagotable para encontrar señoritas sonrientes.
Una vez en la que su padre había ido a hacer un trámite quedó a cargo de dicha panadería y Doña Irma, cincuentona de voluptuoso cuerpo, entró y le dijo: nene, me das una flauta? y él adivinando una intención que no existía pero sabiendo también que podía salir bien, la sacó y la apoyó con fuerza sobre el mostrador. Doña Irma miró asombrada y ante la sonrisa compradora que tenía el guacho de RR y semejante pedazo de atributo... bueno, se imaginarán. Siempre llevaba las de ganar.
Otra de esas grandiosas que le salían a RR fué cuando salió por primera vez a buscar trabajo a una agencia de publicidad y le dijeron "necesitamos un cafetero" a lo que él respondió, "yo café tomo pero con los animalitos no me meto" y se dió media vuelta para irse. El jefe del sector creativo lo escuchó y lo contrataron casi de inmediato después de algunas preguntas de rutina. Usaron su mala interpretación como la frase que derivó en una de las mejores publicidades de la agencia. Gracias a eso RR terminó siendo un personaje fundamental en el sector creativo.
Con el tiempo RR empezó a confundir lo real de lo que él quería ver, mal interpretar más de lo que veía como real hizo que su cabeza empezara por confundirse de a ratos y que terminara por vivir solamente entendiendo lo que quería entender:
Una vez desfiguró a un pibe que le preguntó por la calle Muñecas creyendo que lo estaba tomando por homosexual y otra terminó preso varios días por robar en una tienda que tenía un cartel que decía "entre y llévese todo"
RR se perdió en si mismo para siempre y terminó siendo internado por su familia a la edad de 33 años.
A tener cuidado con las malas interpretaciones que pueden ser fuente de desgracia para quienes no tienen el poder del bien discriminar lo real de lo imaginario, y para quienes lo tienen, a cuidarse de él porque pueden perderlo...
Quién pueda gozar de una mala interpretación bienvenido sea a este mundo imaginario, y quién no, anímese por un rato que está bueno si no se pierde la cordura.
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