martes, 14 de junio de 2011

Toti, la quinielera

Las verdades del barrio están siempre, o casi siempre, ocultas por un manto de engaño interno pero de bombachas flojas. No hay verdad que quiera ocultarse, que no salga a la luz de los ojos que quieren ver. El ejercicio de ver es también leer entre líneas o ser arriesgado y dar pasos hacia lugares que no son los del destino que dicho sea de paso, parece a veces no existir, como si uno a cada movimiento lo fuera formando. 
"De las puertas para adentro" es casi lo mismo que decir "en el interior de nosotros mismos" y si, lo es, pero casi. De las puertas para adentro se puede espíar con mayor facilidad.
Nosotros, los amigos en la infancia sabíamos de todos en el barrio, y con la ayuda de vivir en esa época, en la que el barrio era una especie de familia de carnaval, con muchos secretos pero pocos bien guardados, el conocer y reconocer en cada uno siempre estaba bien dispuesto.
La chusma era Titi, pero los que de verdad conocían el barrio, éramos nosotros, porque además, vivíamos dentro de esas casas. Cada uno sabía lo que se ocultaba dentro de su casa, y también cada uno podía pasar libremente por la casa de algún otro vecino. Las puertas abiertas, la confianza descubierta, la sospecha inexistente.
En nuestras casas había muchos secretos y otras situaciones no tan secretas pero iguales en cuanto a lo que entre nosotros se esperaba de la privacidad, y se respetaba. Entre amigos nos respetábamos mucho. 
No hablábamos mucho de nuestras miserias porque nos queríamos mucho y la intención nunca era hacernos sentir mal entre nosotros. En realidad, hablábamos, si, pero solo lo que uno quisiera hablar y hasta donde uno necesitara hablarlo. 
No se hablaba de la Mamá de Manuel, fanática religiosa gracias a una enfermedad mental de bajísima autoestima y que afectaba directamente al tiempo que él podía compartir con nosotros, tampoco de los métodos severos de educación del Papá de Gabi, ni de las aventuras amorosas extra matrimoniales que tramaba en su quiosko la Mamá de Ariel, ni de las borracheras de mi viejo, ni de las cagadas a palo sin razón de los padres de Bruno, ni de todos los comentarios que sobrevolaban acerca del porqué de la partida del Papá de Pablo, el pibe de la esquina, y mucho menos de la cantidad de cargas interminable que pesaba sobre Gastón gracias a su Madre. Por fortuna, o tal vez no tanto, Gastón tenía a su abuela, la vieja Toti, la quinielera del barrio.
Todos llevamos miserias en la mochila.

Toti, es todavía al día de hoy, una vieja quinielera de trampa. Suena como un chiste: en el barrio la teníamos a Titi, la chusma, y justo en la casa de al lado a Toti, la quinielera. Titi y Toti aunque suene a mentira existen, como muchas otras cosas increíbles en el conurbano. 
Toti desde que yo era chiquito es vieja y muy pero muy arrugada, una mujer flaca que tiñe su cabeza de un rojo oscuro y que tomaba sol en pelotas en el fondo de su casa creo porque sino no se justificaba que su piel tuviera casi el mismo color que sus pelos teñidos.
Levantaba como ya dije quiniela en el barrio y de ahí que el barrio supiera abiertamente quienes eran los jugadores de cada día. Nunca se supo mucho de ella internamente, se la pasaba hablando de números y de sueños y de cada charla ella te decía a que número tenías que jugar y porqué y cuales eran otros números que tal vez, estuvieran conectados con el que tenías que jugar para que también apuestes por ellos. Toti quemaba cabezas. Su marido era el viejo Matías, viejo bueno que no soportaba ya a su mujer y que era colaborador en la iglesia "Nuestra señora del valle" a dos cuadras de casa y en donde todos tomamos comunión y robamos vino ya de más grandecitos. El viejo Matías murió en la iglesia mientras preparaba el altar antes de una misa ante los ojos tristes de un tipo crucificado y un Dios que nunca apareció.
Toti al día de hoy parece seguir igual, hace rato que no vivo en el barrio, pero siempre que voy de visita, está en la puerta esperando por algún cliente y si me saluda, como la última vez que pasó, me habla de números... "tuviste mellizos! Jugá al dos! además el 2 es el niño y podés también jugar al 15! tu nena es tan linda! el 99 es los hermanos!" y así... vieja loca. No sé como no se murió todavía, hace rato perdió su cabeza.




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