viernes, 25 de febrero de 2011

Todas tus lágrimas son por amor

Los que son de lágrimas difíciles igual lloran, no se hagan los boludos porque llorar, llora todo el mundo.
La angustia, la rabia, la impotencia, el desamor, la ignorancia, el desamparo, la fragilidad, la indiferencia, la huida, el fracaso, el amor. En todos los ámbitos una l´ágrima va de la mano aunque esta no esté pasando a tráves de los ojos. Y toda pero toda lágrima es por amor.
Los que son de lágrima que pasa fácil a tráves de los ojos son los más evidentes, se les nota y les resulta inevitable. Maldita evidencia.
Nadie puede llorar de rabia aunque así parezca. Cuando uno llora porque está enojado por algo o con alguien, está llorando porque el enojo terminó lastimando, y eso que lastima afecta en la capacidad de amar de la gente, por eso llora.
Los que no aman no lloran, pero difícilmente encontremos entre miles uno de esos. El ser humano es ser con amor hacia algo, no se puede vivir sin amar.
Un perro, una mujer, un hombre, una casa, una familia, hasta un arma homicida es objeto de amor ponele...
Todos, absolutamente todos tenemos algo que amamos y que nos puede hacer llorar.
Lo que odiamos no podría causar nunca jamás una reacción así.
Si piensan que no, imagínense que cosa que están odiando podría hacerlos llorar y porqué. Seguramente, aunque solo si se esfuerzan por jugar a la no represión, van a encontrar que aquello que se odia y que podría hacernos llorar puede encontrar amor en alguna de sus partes o en algún sentimiento que despierte.
El amor dentro nuestro nos hace llorar porque es lo único que puede lastimarnos.
Supongo que todo lo que dije resulta a todos una obviedad pero como cuento lo que quiero contar, ahí vamos.

martes, 22 de febrero de 2011

Juegos de mi infancia: Extras de temporada

Siempre, pero siempre, los chicos encuentran el juego en cualquier lado. Uno le deja una piedrita a un chico y con algo de imaginación se arma el mundo.

El grupo de los 7 de la calle Bouchard ente Ferré y Hector Guidi en Lanús Este, no era la excepción, a las piedritas nosotros las usábamos para tirar con la gomera a cualquier cosa que se moviera...

Los juegos que se encuentran como a la inspiración son los que requieren un mayor compromiso con la aventura.
La inconciencia infantil deja ver más allá, y por eso es que de grandes no jugamos tanto, a no ser que de a ratos dejemos ser a esa inconsciencia que en definitiva es parte de lo que somos. Como con @lavacadrogada que es el ejemplo de juego inconsciente más cercano que tengo en mis manos.

En la infancia todo estaba relacionado con el juego y el camino para llegar hasta él:

Era la primavera y crecían las hojas en los árboles, y las ramas, y las bolitas que tienen algunos árboles. Y llegaban nuevos animalitos de dios y nosotros a la espera.
Quién no cazó mariposas alguna vez?
Arrancábamos ramas con buenas ramificaciones, les sacábamos la mayoría de las hojas, y estábamos listos para hacerlas mierda.
Llegaban de a montones y de todos los colores, algunos tuvimos la suerte de vivir en una infancia que se poblaba de mariposas en primavera y verano.
Los siete pendejos desubicados las esperábamos y cuando venían, zas! de un golpe caían de a montones y las juntábamos casi siempre en un pote de helado de kilo. Todas juntas, las de todos...
Luego de la cacería les sacábamos las alas y tratábamos de conservarlas pero éramos chicos y tampoco nos importaban tanto y al rato se arruinaban y las tirábamos. Al bicho sin alas lo tirábamos antes. La mariposa es un bicho asqueroso si se lo ve de cerca.

Con las bolitas verdes que habíamos sacado y separado prolijamente de las ramas que habíamos usado para cazar a las mariposas también jugábamos. Era algo un poco más peligroso pero bueno, cosa de chicos...
Le robabámos ruleros a nuestras abuelas, Ariel le robaba globos a su mamá del quiosko y listo, Gomeras caseras y bolitas del árbol de la esquina para todos.
No armábamos grupos que jugaban a la guerra, no nos gustaba la guerra, era más bien como una mezcla entre la mancha y el quemado. Bah, era todos contra todos hasta que se acabaran las bolitas o hasta que quede el último de pie y sin rendirse.
Varios salimos lastimados con ese juego: a mi una vez me dió una en el ojo derecho y terminé en el hospital con mi tío José que me llevó rápido y tratando de que no se entere mi viejo. Me limpiaron y me mandaron a casa con el ojo en compota. Mi viejo se enteró igual y salvo una gran cagada a pedos no pasó nada, zafé.
A Juan carlos una vez le entró una en la boca y a gran velocidad, tanta que casi se nos muere del ahogo. Menos mal que había un vecino mirando sino, a la mierda con Juanca, muertito hubiera terminado.
Después eran más bien golpes en el cuerpo que dejaban marcas. Era el juego.

La guerra de bombuchas en mi barrio era espectacular. Todos los pibes. Chicos y chicas, de 7 u 8 a 20 ponele y a veces también los mayores. El barrio entero tirándose agua en baldes, bombuchas, jarras, ollas, lo que sea. Estaba buenísimo.

También juntábamos marquillas de cigarrillos y estuve alucinado con ellas hasta que mi tío José me regalo su colección tremenda de latas de bebidas de todo el mundo... fuera las marquillas, adentro las latas. Tenía una colección que para mi era increíble, más de 600 o 700 latas que el hermano, mi tío Mingo, le había traído de los países a los que había viajado. Con el tiempo se perdieron, no me acuerdo bien que pasó.

En invierno, cuando llovía mucho, se inundaba todo. Hacíamos barquitos cada uno desde su vereda y los largábamos a que aventuren ellos ya que a nosotros no nos dejaban meternos en el agua mugrienta de la lluvia. A veces nos escapábamos igual, obvio, y armábamos luchas en el agua. Manuel siempre ganaba, imaginensé lo que era si ahora mide 2,05 Mts.
Después de la lluvia y desaparecida la inundación, no sé de donde pero se asomaban unos sapitos diminutos del tamaño de una uña. Que bueno cuando aparecían! porque teníamos un nuevo juego...
En la puerta de mi casa había un árbol de esos en los que florecen unas bolitas chiquitas y moradas.
Agarrábamos un sapito cada uno y el que le metía adentro la mayor cantidad de esas bolitas, ganaba. Después los tirábamos como a las mariposas pues ya habían dado lo suyo.

Eran muchos los juegos. Inventábamos juegos como buenos infantes y muchos eran crueles pero no lo sabíamos. Mariposas con el calor y Sapitos en el invierno murieron en cantidad. Ellos se metían en el medio de nuestras ideas. Ja!

Cualquier otro juego que se haya jugado fué ocasional, no se puede enumerar con certeza la cantidad de juegos en la infancia de un pibe: soldatitos, carreras de autitos, rasti, figuritas, lopa o rango según la edad, burlas a otros pibes, burlas entre nosotros, aventurarse en terrenos baldíos y salir corriendo al primer linyera que te cruces, rin raje, quemado, juntarnos a mirar dibujos animados, hasta tomar la leche juntos era un juego.

Todo era juego y se jugaba en serio. Como debe ser.

Juegos de mi infancia: El fútbol

Estamos en un país futbolero al mango y es inevitable que los pibes jueguen al fútbol hasta en los sueños... y este era el último juego de casi todos los días en mi barrio. Como en todos los barrios creo.

Mi viejo era un gran jugador de fútbol, hincha de River hasta 1990, hincha fanático de Lanús hasta la fecha.
Yo, lo mismo. Un pibe es hincha la mayoría de las veces del club del que es el padre.
Como todo buen jugador que tiene un hijo, él esperaba que yo fuera el crack futbolístico, pero le salió bastante como el culo. Yo era el peor, me encanta desde siempre el fútbol, pero nunca pude evitar ser el peor jugador que conocí. Hasta el gordo dueño de la pelota era mejor que yo.

Al grupo de los 7 no le hacía falta buscar a uno para llegar a 8 y estar parejos, yo jugaba tan pero tan mal que daba lo mismo si el equipo en el que jugaba yo tenía un jugador de más. Y eran amigos, muy buenos amigos y me la bancaban como unos genios la mayoría de las veces. Otras no tanto porque por ahí jugábamos contra los pibes de la vuelta de calle y claro, querían ganar...

Me acuerdo que los partidos eran sobre la calle la mayoría de las veces: agarrábamos pedazos de ladrillo o cualquier otra piedra y marcábamos el centro y el área. Desde la línea divisoria de manos de la calle contábamos los pasos para marcar con remeras o los mismos ladrillos la apertura del arco y al final se jugaba Pan - Queso para elegir jugadores.
En esto del Pan - Queso yo me divertía y miraba ya que siempre quedaba para el final... por suerte desde chiquito tengo el don de reírme de mi mismo y pasarla bien con eso.

Jugar en la calle propone estar atento a cualquier eventualidad externa ya que puede pasar a los pedos cualquier vehículo y levantarte como sorete en pala, pero nosotros estábamos atentos y al grito de "autooooooooooo" rajabámos todos hacia la vereda.

Luego de mucha práctica logré ser un defensor mediocre o un arquero cagón pero con suerte: no me quedó otra que intentar frenar a los delanteros con barridas prometedoras y sin efecto al principio pero efectivas y de guerrero con el paso del tiempo (como para no ir siempre al arco). Cuando iba al arco era tan pero tan cagón que me daba vuelta con los pelotazos fuertes y era con suerte... me pegaba en el culo, la espalda, las piernas, en cualquier parte y rebotaba hacia afuera. Fui ganando el título de arquero con suerte y hasta empezaron a creer que le daba suerte al equipo, claro que no era así y en cuanto se acabó la racha empezaron a meterme de a docenas.

Teníamos por desgracia en el barrio al típico viejo forro pincha pelotas de las anécdotas más populares. Don Pepe. Todos queríamos que se vuelva a España y se lo decíamos, pero no le decíamos "Volvete a España o te vamos terminar metiendo de cabeza en la puta madre que te parió viejo puto!", nos conformábamos con "Volvete a España Viejo!".
Eramos chicos que respetaban a los mayores o nos cagaban a patadas en el culo.
El viejo nos pinchó 3 o 4 pelotas y nos robó 2. Si, nos robó y nadie nos creyó.
A la segunda pelota pinchada le dejamos todo el portón del garage marcado con todos los benditos rompeportones que pudimos conseguir. Y eran muchos.
Tuvimos la suerte de conseguirlos un tiempito antes de la navidad y casi que dimos las gracias por la pelota robada porque nos brindó la posibilidad de la venganza.
Nos corrió, pero claro, era viejo y jamás pudo alcanzarnos.

Me acuerdo que una vuelta, cuando tenía 8 creo, estábamos jugando en la calle y yo estaba atajando con unas rodilleras malísimas, muy horribles. No eran rodilleras normales, estaban llenas de colores horribles, una combinación espantosa de verdad. Parecían rodilleras de las que usaban las chicas cuando andaban en roller pero me las había regalado mi abuela así que las usé igual. El tema ese día aunque no lo parezca no eran las rodilleras sino mi condición de indispuesto. Estaba en medio de una maniobra defensiva cuando me desgracié, y fué una desgracia con paloma de monte incluida. Una verguenza. A todos nos toca ser centro de burlas alguna vez o varias en la infancia y ese día fué mi día. En ese momento las rodilleras dejaron de existir y salí rajando a limpiarme el culo.

de a poco fui reemplazando el fútbol por el básquet, y en eso si que era bueno. Llegué a jugar de ala para un club en remedios de escalada y salimos campeones de la liga dos años seguidos. Tenía un muy buen tiro de 3.

Y bueno, se llega a cierta edad en la que se sigue con el deporte, o se empieza con la música ya siendo adolescente tal vez.
Abandoné todo vínculo al deporte a los 14 años. La guitarrita, el cigarrillo, el piano, luego concocer a @2culosenelbidet, los estupefacientes, el whisky, ... era una cosa o la otra y preferí ser músico e intento de escritor.

lunes, 21 de febrero de 2011

Juegos de mi infancia: Las Escondidas

En la segunda mitad de los 80' jugar a las escondidas era el segundo juego más importante después de el de las bolitas para casi todos, aunque en realidad para nosotros no lo era tanto, bah, para mi no era tan importante... de que mierdas habla un juego en el que te tenés que esconder quietito quietito cual estatua y sin hacer ningún ruido durante todo el tiempo necesario y en un lugar seguramente acotado para que no te vean y luego, en la primer oportunidad correr hacia un objetivo que en general era una pared a tocarla y cantar Piedra libre?. Piedra libre?, soy una persona libre, no una piedra que por tocar el objetivo sin que el buscador la atrape quedó libre!. Ah! lo de piedra debe ser por tener que quedarse quieto en el escondite... no?.

Que tanto playstation, wii, xbox ni que mierda... a lo sumo teníamos el Atari y más adelante el Sega pero ni tanta bola que se merecía. No había nada como salir a jugar a la calle con los amigos del barrio que tanta compañia nos hacían, por eso uno elige jugar a veces las cosas que no quiere, por los amigos. Al fin y al cabo jugar con los amigos era el fin e igual te divertías. Antes el contacto humano te hacía más humano aunque suene redundante, y más creativo a la hora del juego.

Nosotros jugábamos a las escondidas siendo todos los que pudiéramos ser, o sea, invitabámos a todo el mundo: Chicas, hermanos mayores, amigos de otros barrios, amigos de amigos de otros barrios, chicos de la escuela, hermanos de los chicos de la escuela...

Resulta que un buen día nos dimos cuenta, y los 7 estuvimos de acuerdo, de que jugar a las escondidas era un juego que merecía ser jugado de a muchos.
Sabíamos que suponía un reto mayúsculo jugar de a muchos pero nos arriesgaríamos con tal de que este juego no pierda importancia ya que nos había empezado a aburrir (y a mi me aburría de entrada). En resumen: lo jugamos tanto que si no lo cambiábamos no lo jugábamos nunca más...
y bueno. Empezamos como dije antes a invitar gente, toda la que pudiéramos y quisiera venir y así lo hicimos un tiempo.

Me acuerdo que un día llegamos a ser casi 20 y que pusimos como límite nuestra cuadra, la que seguía a la derecha y la de la izquierda.
3 de los escondidos nos aburrimos tanto esperando, que en una distracción del buscador, rajamos para mi casa a tomar la leche chocolatada con galletitas caseras que hacía mi bisabuela y volvimos como a la hora porque nos quedamos mirando los dibujitos animados... . A nuestra vuelta el buscador, que se llamaba Gabi (Gabriel Lorenzo) seguía buscando y algunos todavía seguían escondidos. Ja! casi nos matan cuando nos ven salir de mi casa con cara de "qué pasó acá que todavía están pelotudeando con esto?". Todos aburridos, todos cansados.
Pelea por eso entre nosotros 3 (los que nos escapamos a casa) y los otros cuatro que quedaron jugando con los demás extraños... no nos hablaron por un par de días me acuerdo... JA!
Después pasó, de chico uno se perdona todo.
Las veces que jugamos luego de ese día no fueron lo mismo. No llegábamos al final del juego, los escondites originales ya se habían agotado, nos tirábamos piedras de un escondite a otro... al tiempo abandonamos las escondidas para empezar a jugar a otras cosas.

Juegos de mi infancia: La Bolita

Intentábamos ser verdaderos profesionales en el arte del juego de la bolita.
Teníamos nuestra propia cancha a la que apisonábamos, barríamos, corregíamos según la necesidad... imagínense que después de los días de tormenta en lugar de jugar teníamos que trabajar toda la tarde para dejarla a punto nuevamente, pero no nos importaba, o mejor dicho sí. Nos importaba mucho.
el opi de esa cancha era el mejor del mundo: estaba ubicado dentro del campo de juego como ninguno!. Habíamos medido ancho y largo del campo y luego de breves cálculos de mi parte (siempre fui bueno para las matemáticas) el opi fué ubicado en el punto justo, con la apertura y la profundidad justa que un buen opi merece.
La cancha era bastante grande como para que puedan jugar al menos 10 jugadores cómodos. Estaba ubicada en la vereda de una vecina a dos casas de la mía y quedaba a la mitad de la cuadra.

Nos pasábamos tardes enteras jugando como grandes infantes: en serio. En la infancia siempre se juega en serio y eso es lo mejor que nos pudo haber pasado.
Los juegos en el barrio y en esa época en la que todos los chicos salían a jugar en la calle, estaban buenísimos. Los vecinos tomaban mate y sobre todo las chusmas que se burlaban y hablaban por lo bajo de los demás y sabían muchos de los secretos. Típico.
Los hermanos mayores y otros chicos más grandes se juntaban en la esquina a tomar una cervecita y siempre estaban atentos a que nosotros no tuviéramos problemas. Gladys, la del quiosko era una ratona petisa, culona y cornuda tal como lo supimos cuando tuvimos la edad suficiente como para entenderlo pero la queríamos igual, además era la mamá de uno de los nuestros.
Los abuelos nos recagaban a pedos del quilombo que hacíamos a la hora de la siesta, la mayoría de las madres trabajaban así que por ese lado no había molestias, y las abuelas... unas divinuras hermosas como pocas conocidas hasta el momento.
Las hermanitas queriendo jugar con nosotros y nosotros rechazando ante cualquier insinuación. Que se vayan a jugar a otra cosa, esto es para los hombres.

Había en el grupo 3 de los mejores jugadores de bolita que conocí en mi vida y eran de esos que cuando jugaban, te partían la bolita casi seguro. Cuidado con ellos. Los otros 4 estábamos un poco arriba de la mediocridad y nos la arreglábamos bastante bien ante contrincantes de otros barrios.

Era la mejor cancha en varias manzanas a la redonda y como a esta altura deberían suponer, todos los chicos de barrios vecinos querían jugar ahí.

Había dos maneras de que otros barrios jueguen en nuestra cancha:

La primera era la pacífica y consistía en retarnos a un duelo. Barrio contra barrio, bolita contra bolita, solo japonesas. Si ganaban (cosa que no pasaba casi nunca) se llevaban el derecho a jugar durante una semana, pasada la semana, pa' tu barrio y a tu cancha pibe... y tuvimos una época de gloria.

La segunda era venir de prepo e intentar usurpar la cancha en nuestra ausencia. Este método usado por los chicos de otros barrios en reiteradas oportunidades siempre dejaba algún herido ya que por supuesto, nos agarrábamos a las trompadas inmediatamente. Y si no los veíamos y después algún vecino nos contaba, los íbamos a buscar. Que se vienen a meter en nuestro lugar...
Y el día de la derrota llegó: vinieron un domingo a media tarde, enterados de la fama de la que disfrutaba nuestra cancha, de una villa a un par de cuadras unos pibes a querer jugar. Estábamos todos (los 7) y por supuesto los retamos a duelo, ofrecimiento que rechazaron de lleno diciendo que iban a jugar igual. Cuando nos paramos para discutir nos cagaron a trompadas, y esa tarde jugaron, más no volvieron por suerte. Creemos hasta el día de hoy que fué una especie de a ver quién manda, y ese día mandaron ellos.


Fué todo risas hasta que después de varios años nos encontramos con la sorpresa: albañiles.
La vieja chota dueña de la vereda había mandado a rellenar con cemento nuestra vieja cancha de bolitas y nos había cagado el reinado barrial.
Nos pasamos toda la tarde tomando coca cola y comiendo caramelos palitos de la selva y sugus mientras mirábamos al albañil del demonio destruir nuestro mejor logro.
Fué en ese momento que perdimos la inocencia.

Gracias Doña Margarita.
Ojalá se encuentre usted en el infierno.

martes, 15 de febrero de 2011

La falta de la inspiración

La falta de inspiración siempre termina llevándome por el lado de la oscuridad, será que sé como llevarla sin sentir el peso, será porque sé mantenerla en el lugar que habitan los sueños y todo lo imaginable, dentro del mundo que uno se crea y recrea todo el tiempo y que vive en el cielo de las almas. Menos mal.
La falta de inspiración me deja libre en la vida, casi como desnudo y sin darme oportunidad para restaurar la cordura y mi relación con todo lo que me rodea. No me da tregua, no me deja espacios, no me gusta cuando no me deja espacio.
La angustia.
La inspiración en su ida y más allá de su falta pliega su manto dejando a la vista cualquier miseria que ronde por ahí.
La falta de inspiración deja en mi, solo resto, y eso es porque siento que en mi la inspiración no es solo el germen creador de arte sino además el inicio de toda acción de juego, impulso amoroso, emoción... casi todo no?.
La inspiración en su falta se ríe y descanza por eso es que pienso que tal vez ella también necesite paz, y por eso también será que de vez en cuando le doy unas palmadas para que se tire a dormir o vaya a conocer nuevos sitios de interés.
La falta de inspiración no debe ser de estadía larga, cuidado! puede uno acostumbrarse cual vecino siniestro a dejar de ser uno mismo.
Ah! pero cuando viene!!! suenan campanas!!! uon es uevlve dsileixco de al eomcóin!!! o al menos durante unos segundos... como cuando no se puede respirar bien bajo el primer chorro de agua fría en una ducha de verano.
Cuando llega la inspiración posa toda su luz sobre mi regazo y con sus manos en mi cara, abre mi antena, toca mis labios, me sale canción, amor de juventud. Pero estábamos hablando de su falta y no de su compañia. Para eso tenemos un tiempo más adelante.

fffffffffffffffffffff

Una suerte de alegría, una suerte de paz, de confianza, de solicitada de amor, de situación de tormenta divina, de cualidad que uno sabe que se presenta bien.
Combinación de la angustia traída por el no poder ser porque ya se es, la limitación externa que se ofrece sin pausa, las palabras que ya no son tuyas, el recreo que termina y todo esto chocando de frente y sin freno contra todo lo anterior.
Cosas de la vida que se aprenden a llevar.

miércoles, 9 de febrero de 2011

El secreto de la buena vida

... entonces supe que la mejor manera de mantenerme realmente vivo era jugando. Pero jugando en serio.

viernes, 4 de febrero de 2011

Algunos se ofenden muy rápidamente

porqué la gente se ofende tan rápidamente?

Debe ser que cuando uno habla también habla por alguien más o toca algún tema sensible de la vida de otro.
Debe ser eso. Al final, todos somos humanos y si nos ponemos a pensar, todos tenemos algo de todos dentro. Si no es así que alguien me lo explique. Por lo que veo, en nuestro universo podemos ser cualquiera, por lo tanto, si elegimos ser uno, pudimos haber sido otro. Podríamos haber sido cualquiera que haya elegido comportarse y ser de esa manera que elegimos no ser. Entonces, si uno habla... Si!, cuando uno habla habla también desde los demás, por eso la gente se siente tocada, comprendida, identificada con obras ajenas.

A veces pasa que nos sentimos identificados y decimos "este tema es para mi" o "esta pintura refleja mis sueños" pero otras veces pasa que decimos "este es un hijo de puta" o "el que escribió esto es un forro que mete a todos en la misma bolsa y yo no me hago cargo de lo que dice".
Porqué pasan estas cosas? por lo que dije hace unas palabras acerca de que todos podemos ser cualquiera que se nos ocurra ser aunque al final elijamos ser uno que termina siendo el conocido "uno mismo".

Es lindo sentirse identificado con una obra que nos refleja nuestros deseos brillantes, nuestras ideas de solución y nuestras ilusiones de amor o esperanza, más es horrible y a veces hasta nos avergonzamos por dentro al encontrar que tal vez alguien habló de algo que nos toca el alma y que lo hace hiriendo y no porque nos lanza una daga directo a nuestro corazón sino porque las palabras entran solas en lo profundo y nos hacen ver aquello que no queremos, nuestro lado secreto que a veces es secreto hasta para nosotros mismos y sin embargo, cuando lo vemos, no queremos verlo.

Entonces nos enojamos con el afuera, por lo que somos adentro.

Es la discución de texto y contexto: yo soy el texto y condeno al contexto por darme la desgracia pero no me doy cuenta de que lo que soy es texto y ese soy yo y nadie más que yo. El contexto me afecta en tanto el texto no lo acepta como tal y lo supera.

jueves, 3 de febrero de 2011

Twitter y el Carnaval


Ir al carnaval es casi como entrar a Twitter a ser quién se te dé la gana.
En carnaval está lleno de disfraces y en Twitter también...

El carnaval está lleno de nostalgias de murga del tiempo, y alguna calma encontrada entre golpes de redoblante dejan entrever un sueño perdido. En Twitter también.
En carnaval la gente sale a recorrer la calle con una alegría y una lágrima, sabe bien que las miserias quedan en casa y que cualquier sentimiento puede ser bien visto.
En carnaval la espuma y esa maldita serpentina son la impotencia de quién sabe bien como repartir el castigo y que pega en los ojos como tweet malintencionado.
En carnaval las niñas juegan a las putas y los niños corren a buscarlas.
En carnaval los niños juegan a los lobos y las niñas corren a buscarlos también.
En carnaval todas las vestimentas son de colores. Todo de azul, verde, rojo y otros colores brillantes, no vaya a ser que se te noten los calzones rotos cubriendo el culo cagado. Y claro, en Twitter es lo mismo.
El carnaval deja reposar cantidad infinita de deseos entre sus velos y carros alegóricos. Se escuchan risas inentendibles, gritos desesperados y pasos que se ven además de escucharse, pasos de baile que se sienten en el corazón cual galope en época de amores nuevos. El carnaval sabe llevar muy bien su disfraz.
En Twitter pasa lo mismo.

Un cambio

A veces me siento diferente,

impredecible...

Como si quisiera quemar todo

e irme.


Creo que es por tus miedos

que inundan,

o por tus larvas

que apestan.


Esto a diferencia de los dias de corazon frágil,

esos en los que verte solamente me hace llorar de amor.


A veces me siento diferente,

confundido

como si no entendiera quien sos

ni como sos.


Creo que es tu miseria

que surge

o tu ignorancia

que dan ganas de meterte algunas buenas ideas por el culo.


Esto a diferencia de los dias de corazon frágil,

esos en los que verte solamente me hace llorar de amor.


Con mi suerte de creencia me digo que hoy

no me siento como siempre, no pienso lo de siempre.

Te digo que hoy tengo ganas de cantar tus miserias,

que estas mas muerto que algo ya solo en huesos.


Con mi sueños y esperanzas te digo que hoy

ya no me interesa verte bien,

solo verte correcto y gentil con el mundo,

ver que salís a compartir con los muertos que heredaron la miseria que sembraste.


Alrededores

Encuentro este carnaval venidero como de putas tristes. Alguien ya lo había dicho en algún lugar aunque no recuerdo bien quién fué. Y es cierto y lo vuelvo a traer como recuerdo de lo que viene. Putas tristes es la mejor descripción que puedo encontrar para lo que es y tal vez lo que será en los alrededores. De solo ver en la calle con ojos abiertos lo veo tan real, de solo caminar con mis oídos también abiertos los escucho tan muertos. Y solo siento vida en pocos lugares. Las putas tristes están ganando terreno. Me cuido de ellas.

En Twitter todos son una mentira (Parte 2)

... y es así, twitter es una red social que más que social es anti social. Claramente la gente que se conoce en twitter en realidad no se conoce sino que solo conoce al personaje y de hecho la mayoría de la gente acepta en su interior que las personas dentro de los personajes son iguales a dichos personajes. Malditos sean los que piensan eso porque también son ellos los que dicen que son los mismos afuera que adentro.
puede haber similitudes querido usuario pero no me vengan a decir que dicen lo mismo afuera que adentro porque no les creo nada. En twitter uno se anima a más. A mucho más.
Muchas de las cosas que dicen, la soltura que imponen, el encanto que parece ser no es más que parte del personaje aunque pongan como avatar su foto. Tal vez en la vida real no se animen a ser como en twitter y es lo más lógico porque cuando a uno lo enfrentan cara a cara con la realidad no reacciona de la misma manera que en una virtualidad que da una impunidad inmensa.
te sigan o no en twitter podes ser el que quieras, como quieras, con los chistes que quieras y sin el deber de tener que enfrentar lo que realmente sos.

miércoles, 2 de febrero de 2011

En Twitter todos son una mentira (Parte 1)

Si pudieramos ver cuanta mentira hay a nuestro alrededor terminaríamos vomitando o simulando un vómito solo porque hay otro que también vomita o simula, no sé.
Si solo tuviéramos la decencia de encontrarnos frente a frente con nosotros mismos para aceptar, luego de toda discución y contradicción propia, que algunos lugares no son propios para ser uno mismo y que de hecho nada es lo que es en verdad todo sería mejor, el mundo sería mejor.
Si uno entra en una red social es porque puede ser o simular ser lo que en la vida real no es porque no quiere o porque no puede o porque no se anima o porque le daría asco ser.
Aburrido sería que uno entrara a twitter por ejemplo y fuera exactamente lo que es andando por la calle. Hasta el más pelotudo terminaría por aburrirse. Si no aceptas que no sos lo mismo que en realidad sos quién te pensás que podes ser?
habría que replantearse ciertos puntos inconexos dentro de uno mismo no te parece?