martes, 22 de febrero de 2011

Juegos de mi infancia: El fútbol

Estamos en un país futbolero al mango y es inevitable que los pibes jueguen al fútbol hasta en los sueños... y este era el último juego de casi todos los días en mi barrio. Como en todos los barrios creo.

Mi viejo era un gran jugador de fútbol, hincha de River hasta 1990, hincha fanático de Lanús hasta la fecha.
Yo, lo mismo. Un pibe es hincha la mayoría de las veces del club del que es el padre.
Como todo buen jugador que tiene un hijo, él esperaba que yo fuera el crack futbolístico, pero le salió bastante como el culo. Yo era el peor, me encanta desde siempre el fútbol, pero nunca pude evitar ser el peor jugador que conocí. Hasta el gordo dueño de la pelota era mejor que yo.

Al grupo de los 7 no le hacía falta buscar a uno para llegar a 8 y estar parejos, yo jugaba tan pero tan mal que daba lo mismo si el equipo en el que jugaba yo tenía un jugador de más. Y eran amigos, muy buenos amigos y me la bancaban como unos genios la mayoría de las veces. Otras no tanto porque por ahí jugábamos contra los pibes de la vuelta de calle y claro, querían ganar...

Me acuerdo que los partidos eran sobre la calle la mayoría de las veces: agarrábamos pedazos de ladrillo o cualquier otra piedra y marcábamos el centro y el área. Desde la línea divisoria de manos de la calle contábamos los pasos para marcar con remeras o los mismos ladrillos la apertura del arco y al final se jugaba Pan - Queso para elegir jugadores.
En esto del Pan - Queso yo me divertía y miraba ya que siempre quedaba para el final... por suerte desde chiquito tengo el don de reírme de mi mismo y pasarla bien con eso.

Jugar en la calle propone estar atento a cualquier eventualidad externa ya que puede pasar a los pedos cualquier vehículo y levantarte como sorete en pala, pero nosotros estábamos atentos y al grito de "autooooooooooo" rajabámos todos hacia la vereda.

Luego de mucha práctica logré ser un defensor mediocre o un arquero cagón pero con suerte: no me quedó otra que intentar frenar a los delanteros con barridas prometedoras y sin efecto al principio pero efectivas y de guerrero con el paso del tiempo (como para no ir siempre al arco). Cuando iba al arco era tan pero tan cagón que me daba vuelta con los pelotazos fuertes y era con suerte... me pegaba en el culo, la espalda, las piernas, en cualquier parte y rebotaba hacia afuera. Fui ganando el título de arquero con suerte y hasta empezaron a creer que le daba suerte al equipo, claro que no era así y en cuanto se acabó la racha empezaron a meterme de a docenas.

Teníamos por desgracia en el barrio al típico viejo forro pincha pelotas de las anécdotas más populares. Don Pepe. Todos queríamos que se vuelva a España y se lo decíamos, pero no le decíamos "Volvete a España o te vamos terminar metiendo de cabeza en la puta madre que te parió viejo puto!", nos conformábamos con "Volvete a España Viejo!".
Eramos chicos que respetaban a los mayores o nos cagaban a patadas en el culo.
El viejo nos pinchó 3 o 4 pelotas y nos robó 2. Si, nos robó y nadie nos creyó.
A la segunda pelota pinchada le dejamos todo el portón del garage marcado con todos los benditos rompeportones que pudimos conseguir. Y eran muchos.
Tuvimos la suerte de conseguirlos un tiempito antes de la navidad y casi que dimos las gracias por la pelota robada porque nos brindó la posibilidad de la venganza.
Nos corrió, pero claro, era viejo y jamás pudo alcanzarnos.

Me acuerdo que una vuelta, cuando tenía 8 creo, estábamos jugando en la calle y yo estaba atajando con unas rodilleras malísimas, muy horribles. No eran rodilleras normales, estaban llenas de colores horribles, una combinación espantosa de verdad. Parecían rodilleras de las que usaban las chicas cuando andaban en roller pero me las había regalado mi abuela así que las usé igual. El tema ese día aunque no lo parezca no eran las rodilleras sino mi condición de indispuesto. Estaba en medio de una maniobra defensiva cuando me desgracié, y fué una desgracia con paloma de monte incluida. Una verguenza. A todos nos toca ser centro de burlas alguna vez o varias en la infancia y ese día fué mi día. En ese momento las rodilleras dejaron de existir y salí rajando a limpiarme el culo.

de a poco fui reemplazando el fútbol por el básquet, y en eso si que era bueno. Llegué a jugar de ala para un club en remedios de escalada y salimos campeones de la liga dos años seguidos. Tenía un muy buen tiro de 3.

Y bueno, se llega a cierta edad en la que se sigue con el deporte, o se empieza con la música ya siendo adolescente tal vez.
Abandoné todo vínculo al deporte a los 14 años. La guitarrita, el cigarrillo, el piano, luego concocer a @2culosenelbidet, los estupefacientes, el whisky, ... era una cosa o la otra y preferí ser músico e intento de escritor.

4 comentarios:

  1. soy TuSam!

    no te hacia basquetbolero.
    la edad de quiebre de todo pibe es cuando conoce las salidas. y si tiene suerte, una chucha. ahi se termina el deporte

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  2. "La guitarrita, el cigarrillo, el piano, luego concocer a @2culosenelbidet, los estupefacientes, el whisky, ... era una cosa o la otra y preferí ser músico e intento de escritor."

    Genial, me encanta como escribis, y lo haces muy bien, solo me falta escuchar tu musica...

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