lunes, 21 de febrero de 2011

Juegos de mi infancia: La Bolita

Intentábamos ser verdaderos profesionales en el arte del juego de la bolita.
Teníamos nuestra propia cancha a la que apisonábamos, barríamos, corregíamos según la necesidad... imagínense que después de los días de tormenta en lugar de jugar teníamos que trabajar toda la tarde para dejarla a punto nuevamente, pero no nos importaba, o mejor dicho sí. Nos importaba mucho.
el opi de esa cancha era el mejor del mundo: estaba ubicado dentro del campo de juego como ninguno!. Habíamos medido ancho y largo del campo y luego de breves cálculos de mi parte (siempre fui bueno para las matemáticas) el opi fué ubicado en el punto justo, con la apertura y la profundidad justa que un buen opi merece.
La cancha era bastante grande como para que puedan jugar al menos 10 jugadores cómodos. Estaba ubicada en la vereda de una vecina a dos casas de la mía y quedaba a la mitad de la cuadra.

Nos pasábamos tardes enteras jugando como grandes infantes: en serio. En la infancia siempre se juega en serio y eso es lo mejor que nos pudo haber pasado.
Los juegos en el barrio y en esa época en la que todos los chicos salían a jugar en la calle, estaban buenísimos. Los vecinos tomaban mate y sobre todo las chusmas que se burlaban y hablaban por lo bajo de los demás y sabían muchos de los secretos. Típico.
Los hermanos mayores y otros chicos más grandes se juntaban en la esquina a tomar una cervecita y siempre estaban atentos a que nosotros no tuviéramos problemas. Gladys, la del quiosko era una ratona petisa, culona y cornuda tal como lo supimos cuando tuvimos la edad suficiente como para entenderlo pero la queríamos igual, además era la mamá de uno de los nuestros.
Los abuelos nos recagaban a pedos del quilombo que hacíamos a la hora de la siesta, la mayoría de las madres trabajaban así que por ese lado no había molestias, y las abuelas... unas divinuras hermosas como pocas conocidas hasta el momento.
Las hermanitas queriendo jugar con nosotros y nosotros rechazando ante cualquier insinuación. Que se vayan a jugar a otra cosa, esto es para los hombres.

Había en el grupo 3 de los mejores jugadores de bolita que conocí en mi vida y eran de esos que cuando jugaban, te partían la bolita casi seguro. Cuidado con ellos. Los otros 4 estábamos un poco arriba de la mediocridad y nos la arreglábamos bastante bien ante contrincantes de otros barrios.

Era la mejor cancha en varias manzanas a la redonda y como a esta altura deberían suponer, todos los chicos de barrios vecinos querían jugar ahí.

Había dos maneras de que otros barrios jueguen en nuestra cancha:

La primera era la pacífica y consistía en retarnos a un duelo. Barrio contra barrio, bolita contra bolita, solo japonesas. Si ganaban (cosa que no pasaba casi nunca) se llevaban el derecho a jugar durante una semana, pasada la semana, pa' tu barrio y a tu cancha pibe... y tuvimos una época de gloria.

La segunda era venir de prepo e intentar usurpar la cancha en nuestra ausencia. Este método usado por los chicos de otros barrios en reiteradas oportunidades siempre dejaba algún herido ya que por supuesto, nos agarrábamos a las trompadas inmediatamente. Y si no los veíamos y después algún vecino nos contaba, los íbamos a buscar. Que se vienen a meter en nuestro lugar...
Y el día de la derrota llegó: vinieron un domingo a media tarde, enterados de la fama de la que disfrutaba nuestra cancha, de una villa a un par de cuadras unos pibes a querer jugar. Estábamos todos (los 7) y por supuesto los retamos a duelo, ofrecimiento que rechazaron de lleno diciendo que iban a jugar igual. Cuando nos paramos para discutir nos cagaron a trompadas, y esa tarde jugaron, más no volvieron por suerte. Creemos hasta el día de hoy que fué una especie de a ver quién manda, y ese día mandaron ellos.


Fué todo risas hasta que después de varios años nos encontramos con la sorpresa: albañiles.
La vieja chota dueña de la vereda había mandado a rellenar con cemento nuestra vieja cancha de bolitas y nos había cagado el reinado barrial.
Nos pasamos toda la tarde tomando coca cola y comiendo caramelos palitos de la selva y sugus mientras mirábamos al albañil del demonio destruir nuestro mejor logro.
Fué en ese momento que perdimos la inocencia.

Gracias Doña Margarita.
Ojalá se encuentre usted en el infierno.

13 comentarios:

  1. Excelente Vacuno amigo. Me ha devuelto muchos recuerdos esféricos y llenos de colores! Abrazo grande y gracias por este recuerdo

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  2. jajaj, hermoso!
    es verdad q la vida es mas linda cuando nos tomamos el juego en serio y no a la tremenda, como nos pasa de grandes.
    hay que volver a las fuentes y reirnos mas.

    a nosotros nos paso cuando nos alambraron el campito de la esquina y ahi se fue nuestra cancha de futbol

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  3. que lindo es este muchacho
    saludos
    PerroTriciclo

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  4. gracias Gastón y querido Raúl!!! los alambrados son lo injusto eternamente para el fútbol en el barrio :(

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  5. "albañil del demonio"
    porque el "opi" se llama "opi" ?

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  6. Excelente Maxi!!
    Le pusiste color a mis recuerdos en blanco y negro

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  7. en mi barrio jugabamos al gallito tambien, y una mañana volvi con una lata de vendas llena de bolitas. esa vez saboree algo parecido a la gloria =)

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  8. Me gusta pensar que hay un pibe que cada tanto pasa, y haciendose el otario, afloja poco a poco las baldozas.

    muy bueno.
    @coronelgonorrea

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  9. Un gran placer Coronel que se haya pasado por acá!!! :) ojalá hubieran sido baldosas para que la cancha pueda ser nuevamente pero no, cemento alisado le hizo hacer Doña Margarita :(

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  10. Muy bueno! me imagino la escena de los 7 mirando como caía el cemento en las ranuras...está para hacer un corto!

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  11. Vaya forma de dejar de ser niños... me sumo a la experiencia de los demás, esa experiencia de haber vuelto por un rato a nuestra infancia.

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