lunes, 13 de junio de 2011

Idas, rajes y corridas de sueños



Las partidas de un punto hacia otro son por motivos distintos cada una de las veces pero, al final, son siempre despedidas, y no hay despedida que no deje a ese motivo en escala de grises al menos de momento, esa que alberga la nostalgia de la separación.


No todas las partidas son bien pensadas y tampoco son siempre lo que más nos conviene ypuede que nuestro juicio nos haga partir entonces hacia donde no somos bienvenidos abandonando todo aquello que nos da el abrazo prometido las veces necesarias únicamente.


Van acá 3 historias de partidas equivocadas:


Alberto Pérez una vez se fué. Llevaba a cuestas y sin saberlo la maldición de tener que seguir una orden para no sentirse vacíos, de no creer en si mismo, y fué así que un jefe que tuvo le dijo: "vayasé Pérez", y se fué nomás... Cuando su mujer se enteró de lo sucedido durante la cena le contestó: "no te quiero ver más, sos un pelotudo Alberto" y Alberto abandonó su casa para ir a la de su madre. La historia completa le contó alberto a su madre y ella le dijo: "De chiquito quería que fueras todo lo contrario de lo que sos, perdedor. Desaparece de mi vista" y Alberto desapareció y quedó en la calle, solo. 
Alberto perdió hasta sus pantalones en una noche de tormenta y se murió.


Carlitos Caronte siempre salía rajando para el lado contrario. Era un pibe piola, de esos que siempre que quieran pueden llevarse a la mejor señorita del baile pero no podía quedarse mucho rato.  
De chiquito se había acostumbrado a escapar. Sus travesuras lo habían forzado a engendrar dificilísimos métodos para escaparse para siempre de quién quisiera tenerlo como objetivo de caza y así, habría formado en él una compulsión obsesiva a favor del escape y ya no tenía nada que hacer respecto del tema. Él se escapaba. Siempre.
Terminó todo para Carlitos cuando, ya no teniendo de quién escapar, se propuso escaparse de él mismo el reto máximo en su vida. Gastó todo su dinero en drogas que según su teoría podrían llevarlo fuera de si mismo. Murió de sobredosis.  A veces no hay que escaparse.


Pedro Ferruchi era un imbécil. Tanto, que siempre buscaba alrededor lo que había encontrado en sueños. Perseguía imposibles y siempre perdía todo por querer conseguir lo vivido en su sueño anterior. Una vez una morocha de esas de locura de amor en el paraíso le propuso ser su novia y darle todo lo que siempre había soñado y como la noche anterior había soñado con una rubia le pidió que fuera rubia y ella se tiño de rubio. Al día siguiente el sueño le dió una madre y le pidió a la morocha que auspiciara de madre y ella entonces fué su madre. La morocha llegó a disfrazarse de Colita, el perro de la infancia de Pedro. Un mes pidiéndole a la morocha que fuera quién no era y ella cumpliendo los deseos de Pedro por amor. Lo abandonó al mes y un día cuando le pidió que se disfrazara de Patricia, su primera novia.
Un día despertó en medio del sueño y quizo volver a dormir pero no pudo. Trató de recordar como iba la historia de ese sueño pero no pudo. Lloró. El click del gatillo le hizo recordar aquello que no podía y se sintió feliz por un instante, pero ya era demasiado tarde...

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