lunes, 12 de noviembre de 2012

El Pincha y La Muerte





El Pincha volvía de las vías. El flaco había ido a ver la nueva ola de pibes que ocupa la casilla abandonada que está en el cruce saliendo del barrio y se le notaba contento. De hecho, hacía rato que el pincha no andaba con una sonrisa en la boca. Volvía para la casa el Pincha. 
Al Pincha le decían así porque en su época de pibe era el que más andaba suelto hablaba con las minas, además de que era de los más facheros, y al final eso era lo que hacía que siempre se quede con alguna de las más lindas o con la más linda o con la que a él le gustaba más. Siempre hacía lo que quería. Entonces, le decían el Pincha, porque pinchaba. Mucho. Un culo roto el Pincha. Había nacido con la suerte de pocos. Además, su vocabulario amplio, su postura erguida, los ojos azules, la sonrisa limpia, las manos que siempre las daba como amigas de cualquiera que pudiera necesitarlas, su buena voluntad, todo,  todo hacía que además de ganar con las minas, gane en todo, el Pincha le caía bien al mundo... el Pincha era la perfección en pinta. 
Una vez el Pincha se apareció con una minita de otro barrio. Nosotros nos juntábamos en la casilla del cruce de las vías, como los pibes de ahora. Al guardia que andaba ahí todos los días lo habían rajado con la excusa de reducir personal. Esperamos un tiempito prudente como para saber que no iban a poner al cuidado de ese cruce a nadie más y zas! reventamos la cerradura y tomamos posesión. Era la gloria. Luz, agua, gas, una cama, una cocina, radio. Todas las comodidades. imaginensé o recuerden si lo tienen ahí guardado, lo que eso puede significar para un grupo de pibes de catorce años. A los vecinos no les gustó mucho pero terminaron por pensar, y lo decían por eso supimos que lo pensaban, que era mejor que los chicos del barrio estén ahí a que se metan grandulones de otros barrios vaya uno a hacer que cosas, que seguro andaban con el tema de las drogas y el robo y de seguro iban a usar la casilla como aguantadero. Vieron como son los vecinos cuando se ponen a hablar y a sacar conjeturas no?. El tema es que el Pincha nos trajo a la guarida una minita para presentarnos. Era tanto el poder que el hijo de puta tenía sobre sus enamoradas, porque eso eran, ciegas enamoradas, mujeres enfermas que hacían todo lo que él les decía que hagan, que el flaco hizo que nos mostrara las tetas, y se fué a encamarla a su casa que andaba sola por las tardes porque el padre trabajaba en una curtiembre y la madre en un taller de costura para una empresa importante. Después de que el Pincha se fué con la minita, nos quedamos callados, nos miramos y al ratito ya nos habíamos ido todos. Cada uno a su casa y a hacer lo que ya sabíamos que íbamos a hacer. Y bue...
Bueno, eso era de pibe como ya dije. A los catorce más o menos, y hasta los veinte. En el medio de eso no hubo tanto. El Pincha pinchaba, nosotros de vez en cuando también. 
Las hormonas se nos escapaban por los ojos, jugábamos al fútbol, molestábamos a todo el mundo, nos rateábamos del colegio. Buscábamos cosas nuevas para ver y cosas nuevas para hacer. Siempre en la adolescencia las cosas se mantuvieron más o menos igual.
 Los veinte dije?. Hasta los veintidós, ahí fué que se empezó a caer.
Al Pincha un primo que tenía que era más grande una vez le dejó un paquete. Nosotros éramos una manga de vagos que después de algún momento en la adolescencia se mamaban en la esquina, o en la casilla. Nos cagábamos a palos cada tanto, una par de extras bajo la protección de estar amparados dentro del barrio, pero nada más. Unos sanitos. Más o menos, pero ponele que si.
Al Pincha el primo le reventó la cabeza. 
Dejó primero de venir los sábados a jugar a la pelota al club al que íbamos siempre, después empezó a faltar algunas noches, al final casi no se lo veía ni con nosotros, ni en el barrio, ni nada, y cuando se lo veía bajaban las nubes y se opacaba la vida. 
Seguía viviendo ahí, en la casa de siempre, pero se iba con ese primo que tenía y que era de otro lugar que vaya uno a saber donde era porque nunca lo dijo, y volvía muy tarde de noche, cuando en el barrio solo andaban los fantasmas de los que no se querían ir y las sombras de los que los querían encontrar.
No es que no hayamos querido hacer algo para que vuelva con nosotros, la puta que lo hicimos. Lo buscábamos en la casa, lo esperábamos en la madrugada cuando volvía, lo llamábamos por telefono. Todo. Todo lo que se nos ocurría, pero el flaco no quiso saber nada de nada. Nos mandó a la mierda todas las veces, se cagó en los amigos, y se metió en una vida nueva que no sabíamos si era vida.
Con el tiempo, y a esa edad, a uno se le va pasando lo que ya no está aunque cada tanto pueda generar algún tipo de nostalgia cuando el recuerdo se hace luz. El Pincha ya no andaba con nosotros, y nosotros solo andábamos con los que estaban. Nos dolió, pero que se le va a hacer. Al final la desición es siempre de uno mismo y no de los amigos. Eso de que uno es lo que son los amigos es para flojitos de espíritu.
Una vez la al Pincha la Mamá lo internó. El Papá lo cago a palos y la madre le llamo a la policía para que se lo llevaran a una granjita privada en donde había reservado un lugarcito por esos días. A los meses lo vimos volver. Todo peinadito, arregladito, limpito, y todos los itos que se les ocurra. Hasta sonaban los pitos cual cornetas!. 
Un mes le duró antes de volver a lo del primo. Y así siguió.  Y la Mamá se le murió algunos años después y el Papá también, y vivió de vender algunas cosas, de robar algunas otras, eso sí, nunca lastimando al nadie, hay que reconocerlo, y también vivió un tiempo haciendo de dealer de su propio dealer. 
Ese fué su último trabajo hasta que lo metieron en cana. Al Pincha lo agarró la policía en una esquina de otro barrio con la venta reservada para toda la noche encima. hasta las pelotas.
Dicen que la pasó mal, que le hecharon el jabón al suelo cada una de las tardes, y lo hicieron hablar con la boca llena cada una de las noches. O es puro cuento, no sé. La cosa que es salió después de veintitrés meses creo por buena conducta o algo así. Y volvió al barrio pero se encerró, y nadie sabe que hacía, hablando en todo sentido.
Pasaron algunos años así, como una niebla en la que no se ve, y el Pincha hace tres días andaba solo en la casa y de repente alguien le golpeó la puerta. La puerta del patio. Le habían entrado por atrás, como se había dicho que le habían entrado en la cárcel. 
Les cuento esto porque lo sé, y lo sé porque me lo contó y me lo hizo ver y escuchar ayer uno de al lado de la casa del Pincha, que era del grupo de pibes que se empezaron a juntar en la casilla inmediatamente después de que nosotros dejamos de hacerlo. 
Resulta que hará unas semanas, el Pincha salió un par de horas de la casa y Beto, el de al lado, entró a la casa y le instaló cámaras y micrófonos por todos lados. Beto era uno de esos tipos a los que les sale bien un negocio grande y después de eso se la pasan al pedo viviendo de los resultados de una sola gran idea que tuvieron. 
Así al pedo y todo como andaba por la vida, estaba y nunca había dejado de estarlo aunque fuera más chico, y porque al Pincha todos lo conocían y le guardaban un respeto de locos, y al igual que yo y algunos otros, preocupado por el Pincha. Sabíamos que después de todo el Pincha era buena gente.
El tema es que le instaló cámaras y micrófonos. Y pasaron los días y nada. El Pincha, se sentaba al frente de la televisión y miraba la televisión, frente a un libro, y leía el libro, en silencio y miraba al techo en silencio. Nada del otro mundo. Apenas comía, apenas dormía, apenas todo. Una pena que haya dejado ir todo lo que prometía.
Decía, le golpearon la puerta de atrás, la del patio. 
Pincha! bam! bam! bam!, Piiiinnnnnnnchaaaaa! bam! bam! bam! Hey! Pincha! Abrime!, y el pincha recagado en las patas preguntó quién era. 
Un amigo Pincha, dale abrime que hace frío. Tengo que hablar un par de cositas con vos a ver como podemos arreglar este temita de que te vengas conmigo.
Como irme con vos?, quién carajo sos?, dijo el pincha. Y el de afuera le contestó: Como escuchaste Pinchita, que te vengas conmigo, dale abrime que se me congelan las patas.
Y el Pincha abrió la puerta.
Cuando abrió, se hizo a un lado y dejó pasar a este que lo había estado llamando. Era un hombre de estatura media, el pelo largo sobre los lados de la cara que parecía un pez de frente de lo flaco que estaba, y barba. Vestía una túnica blanca bastante sucia, y un par de sandalias hechas pelota.
Jesús! le dijo el Pincha con la cara más asombrada que se haya visto. Y casi se cae de la emoción. Se golpeó con todo, con la mesa, con la heladera, de culo se cae casi.
Jajajajaja le contestó el hombre. Flor de susto te hice pegar no!? jajaja. Pará, pará que me pongo bien y arrancamos.
El hombre se tomó la piel de la cara desde el cuello con la mano derecha y empezó a tirar. Se levantó la carne y todo lo que venía pegado a ella y hasta el cuero cabelludo y se quedó en huesos. Las sobras que se arrancó las dejó sobre la mesa. Se agarró la muñeca izquierda con la mano derecha y tiró y sus manos también quedaron en huesos. Hizo lo mismo con la otra mano. También dejó esas sobras sobre la mesa.
Pinchita! dijo, soy la muerte.
Y el pincha se desmayó.
Tardó un rato el cabeza de esqueleto en despertar al Pincha. Le hechó agua en la cara, lo cacheteó, le abrió los ojos y le sopló adentro, le hizo cosquillas en las patas, de todo. 
Al final se despertó hecho un asombro. Estaba tan asombrado de lo que estaba pasando que se le podía ver en todo el cuerpo.
Bueno Pincha, dejate de joder y escuchame, le dijo la muerte.
Que te escuche qué? yo no me voy con vos ni en pedo, le contestó el Pincha.
-Mirá, vos te venís conmigo si te digo que lo hagas o te llevo de prepo y no vas a poder hacer nada para evitarlo, el tema es que como tengo tiempo quiero que charlemos un rato. Además me caés bien, te estuve mirando la película de lo que fuiste, y la verdad, me da penita tener que arrancarte esta vida no resuelta viste?.
El Pincha lo invitó entonces a sentarse frente a frente en los sillones que daban al hogar que estaba encendido y se miraron durante un rato. Que me miraste qué?, preguntó el Pincha al final. Y la Muerte le contestó, La película de lo que fuiste. Y que es eso?, volvió a preguntar el Pincha. Es como lo que dicen algunos de ustedes, que ven la vida como si fuera una película antes de morir. Eso, pero la peli me la miré yo. Nosotros se la mostramos al que nos cae bien si fué una buena vida y al que nos cae mal si fué una vida de mierda, sino no se la mostramos un carajo. A veces hay algunos que no se merecen ver nada Pinchita. Y yo cuando tengo tiempo me las miro viste?, son como un documental. Está buena tu peli. Bastante trágica de la mitad pa´delante pero buena. Lástima que como el final lo traigo yo todavía no está lista, pero ya va a estar. Y te la voy a mostrar Pinchinchudo, no me mires así que voy a dejar que vos la veas. Que me decís Pinchinchudo pelotudo?, le dijo el Pincha. Epa, epa, epa, le contestó la Muerte. Ojito Pincha que yo te estoy hablando bien. Eso de Pinchinchudo lo saqué de la Peli. Te acordás que así te decía tu vieja cuando te agarrabas esas rabietas de adolescente?. Al Pincha se le llenaron los ojos de lágrimas y no respondió. La muerte le hizo honor a ese silencio cambiando de tema.
-Ah, ahora si, tengo las patas calentitas. 
- Y como es eso de que me vas a llevar? de donde saliste vos? quien carajo te pensas que sos?
- Tratame con respeto Pincha porque te la pudro, y te la pudro feo eh?.No estoy diciendo que te voy a llevar ya mismo. En realidad tenés fecha de caducidad para mañana a la mañana. Resulta que entre ahora mismo y mañana a la mañana no me toca llevarme a ninguno. No te pienses que no se va a morir nadie, no, yo solo soy la muerte de esta parte de la zona sur, del conurbano sur. Bastante limitado, aunque por acá se mueren bastante che... raro que pasen tantas horas y no este tapado de laburo. Más en esta época de tanto quilombo? no?. Nosotros somos un montón, y hace unos años nos dividimos por zonas para que esto que hace a nuestro laburito sea más organizado. Esa idea la tuvo la Muerte del centro de la capital, que por algo tiene ese puesto, porque antes andábamos a los tumbos registrando almas al tun tún, y ya no daba la verdad. Además ahora podemos relajarnos un poquito porque sabiendo que si no es nuestra zona no es nuestro problema y el trabajo se hace más fácil. La cosa es que como tengo tiempo y me caes bien pase a verte un rato antes de tener que hacer que te vengas conmigo.
- y decime, dijo el Pincha, hay alguna manera de no tener que irme con vos? 
- Y mirá, como haber maneras, hay siempre, pero no voy a ser yo el que te facilite la vida viste? yo tengo que facturar, y si no cargo con nadie me descuentan a fin de mes. Además acabo de decirte que no tengo a nadie entre ahora y vos mañana a la mañana, y eso ya es una cagada.
Te tenés que morir Pincha. 
-Y como me voy a morir? 
-Mañana a la mañana viene tu primo. El de siempre. El que te metió en esta hace todos estos años y te cagó la existencia. Va a traer un fierro. Te va a decir que tienen que hacer un laburo y vos le vas a decir que no, pero te tienta con una carga de cocucha de la buena que les va a quedar a los dos de aproximadamente un kilito. Un kilito! y no te vas a resistir. Sos demasiado vicioso Pincha como para resistirte a tanta cocucha de la buena. Cuando llegan adonde el laburito, algo les sale mal y pum! te la dan por la espalda. Tres veces. Y ahí entro yo, te doy la mano y te venís conmigo.
-Pero ahora que lo sé no lo hago y listo!
-Lo vas a hacer igual. Vas a ver que mañana vas a pensar que si lo hacés y te acompaña la suerte sale bien y te quedas con todo ese lote y lo hacés igual. Con los vicios hasta la muerte. Tenés tatuada en el pecho esa frase aunque no se te vea Pincha.
El Pincha no supo que decir y se le vino el mundo abajo. Pensó un largo rato y entonces le dijo - te apuesto algo y si te gano no me llevás, y la muerte le contestó, - No, y el Pincha dijo - dale, vamos al bar de la estación y el que se levanta a la minita más linda gana. 
La muerte lo miró unos segundos, se cruzó de piernas, de brazos, sonrió calavericamente y le dijo, -mirá que me puedo poner en la piel de Brad Pitt eh? y tu chamuyo, el que tenías hace unos años se te perdió. Además sos un desastre Pincha, la verdad que lo mejor que te puede pasar es venirte conmigo. Y me caés bien, te lo dije no?. Y tengo algo para ofrecerte qeu se me ocurre ahora que andamos en buenas migas. Si te ponés las pilas, y dejás todo ese temita de los vicios, porque a nosotros no nos gustan todas esas cosas de andar de la cabeza todo el día viste?, por ahí hasta te consigo laburo. Me dijeron el otro día que el que labura en la parte norte de la capital está por jubilarse y por ahí me dan ese puesto, y quién sabe, te puedo conseguir esta zona, la de por acá, y te toca venir a buscar a los amigos, a los vecinos, que se yo. Por ahí está bueno.
El Pincha se quedó en silencio de nuevo. No hay que aclarar mucho el temita de que la propuesta del laburito de muerte le interesó y la verdad era muy tentador quedarte en el barrio, como muerte y llevándote a los que siempre conociste. Tentador, pero no tanto como para terminar aceptando. Minutos después lo miró y le dijo, - vos que te las sabés todas, y que se te nota que las podes todas, mirame.
La muerte lo miró.
Empezaron a cruzarse las señales. El audio empezó a fallar, el video también. En los videos se nota algo así como estelas de luz entre los ojos del Pincha y los huecos de la Muerte. Habían entrado en una especie de comunicación que las cámaras no podían captar. Algo para lo que Beto no estaba preparado. 
Se miraron durante más de dos horas. Al fin, el video se apagó, y en el audio ,solo ruido. 
Como Beto no estaba en su casa en ese momento porque había ido a comprar no me acuerdo que cosas a no sé donde no pudo asomarse por la medianera y ver que pasaba desde el patio. O ir a tocar la puerta si se animaba.
Lo único que sabemos es que hoy el Pincha volvía todo prolijito y con cara de nuevo desde las vías sonriendo como hacía mucho no se lo veía, y que la Muerte no se lo llevó. O al menos no parecía.

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