jueves, 10 de enero de 2013

A mi Abuelo



El cielo se aleja. La negrura envuelve esta poca brisa y me deja sin aliento. 
Sus alas de mañana fueron, entre la brisa dorada del sol, un espejismo de amor.
Mariposas muertas, colores pálidos. 
Los ojos dan lo que no quieren.
Y sin embargo todo parece serenarse de a poco, aunque cambie de forma.

El alba deja lugar a este día que llega. Las luces se multiplican aceleradamente.
Sus alas brillantes son, entre perlas de mar y caballos salvajes, una casa llena de vida.
Luciérnagas, danza serena pero arremolinada. 
Los ojos tienen lo que antes no daban.
Es la vida que se renueva. Uno se va, otros vienen.

Y lo sé. A veces puedo saberlo todo. 

Y a veces no sé nada, y además puede no importarme nada.

Y puedo extrañarte sin metáforas. Extrañarte. 




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