miércoles, 23 de enero de 2013

6. Hermanos




-Feliz cumpleaños mi amorcito!, dice Gloria.
-Gracias Viejita hermosa, gracias Mamacita de mi corazón!
Entra Gabriel.
-Tomá pendejo, dice.
Pablo agarra el paquete que le dió Gabriel. Lo abre. Es un Walkman. Tiene un Cassette adentro.
-Gracias Gabi!, que tiene adentro?
-No sé.
-De donde lo sacaste?
-Que te importa Vieja, la cosa es que se lo traje de regalo al pendejo.
-Dejá de decirle pendejo a tu hermano.
-No me importa que me diga pendejo.
-Vos callate.
-Te gusta?
-Si.
-Me voy. Después te traigo una torta.
-No le traigas nada que la torta se la voy a hacer yo.
-Vos hacés unas tortas de mierda.
Gloria le da un cachetazo a Gabriel. Es temprano. Hoy Pablo cumple dieciocho años.
Se levanta Romina. Se acerca y lo abraza. Lo abraza fuerte. Pablo se acuerda de todos los abrazos que le faltan y casi se pone a llorar. Pocas veces es consciente de todo esto que no tiene pero necesita.
Romina le da un beso y vuelve en silencio, a su habitación.
Mientras tanto Gloria y Gabriel siguen discutiendo pero Pablo ya no escucha y sin que se den cuenta sale a la calle.
Esta calle es una de tantas de tantos barrios de clase media en la media y de fines de los noventa. Todavía en la media y con suerte.
Menos mal que salió con la mochila. Se va para el colegio pero en el camino se encuentra con Ariel.
Venía pensando en sus dieciocho años, y en cuanto le falta para poder llegar a hacer todas las cosas que quiere. Se acordaba de su Papá, casi con odio, pero con un odio que no sabía en realidad bien que era. Y piensa: a mí no me hizo nada malo.
Es la primera vez.
Ariel es uno de los pibes de la barra de los más grandes. Todos tienen más de  veintitrés o veinticuatro y hay hasta de treinta.
-Que hacés pendejo?
-Hoy todos me dicen pendejo parece.
-Es que sos un pendejo.
-Es mi cumpleaños. Dieciocho.
-Para mi sos pendejo. Escuchame. Me tengo que esconder un par de días. Guardame esto, pero no te lo tomes todo que sino me cagan a tiros.
-Que es?
-Papa pendejo que va a ser.
-Papa?
-Papa, sí. Papuza, Coca, Cocucha, Blanquita, Merluza, Mandarina, Tiza, Especial, Durita, Amiga. Cocaína pelotudo, que va a ser?
-No sabía. Yo no quiero tener nada que ver con esto.
-Vos querés que me maten a mí?
-No, Ari.
-Entonces guardamelo. Y no te lo tomes todo. Ni digas nada de esto. Tomá, hay un kilo. Mirá que la voy a pesar cuando vuelva, y si falta mucho te cago a trompadas.
-Quedate tranquilo Ari que igual a mi no me gusta.
-Probala. A vos no te gustaba escabiar hasta terminar doblado?
-Si, pero no es lo mismo. La borrachera no es drogarse.
-Es lo mismo. Vos te emborrachás para romperte. El que se droga es lo mismo, pero se rompe más y mejor. Probala y fijate.
-Bueno me tengo que ir.
-Dale, la semana que viene paso por tu casa y me lo llevo.

Pablo se sentó en una esquina. Estuvo un rato y volvió a su casa. Abrió despacio para que nadie lo escuche. Por suerte Gabriel no estaba y Romina y Gloria estaban en la habitación grande mirando la televisión.
Pablo se encerró en el baño porque ese era el único lugar de la casa en el que no le habrían la puerta sin pedir permiso.
Sacó de la mochila el paquete, lo abrió, raspó un poco, y lo aspiró. Fué la gloria, pensó, y se rió, porque se acordó de que así se llamaba su madre.
Raspó un poco más, lo metió en un pedazo de bolsa que cortó de la bolsa de basura del baño y el resto lo guardó. Fué hasta la habitación, y lo dejó arriba de la baulera del ropero. Bien al fondo, pensó, así no lo encuentran.
Agarró la bolsa preparada, el Walkman, un cassette de Pappo que le había regalado el Tío Lucas y se fué sin que nadie lo viera.
Anduvo como un loco desorientado todo el día. Caminando todo el día y escuchando el Cassette de Pappo una y otra vez sin parar. Toda esa energía nueva la caminó, ida y vuelta. No comió nada. La droga no era tan buena como para dejar pasar la comida. Apenas dejaba pasar el agua que tomó de una manguera de algún vecino que nunca supo quién era. Estaba drogado. Y así fué a comprar una ginebra para festejar su cumpleaños.
Droga que viene, ginebra que va.
Tarde llegó a la casa, a la puerta de la casa. No entró sino hasta la hora de la cena que por suerte le coincidió con la ida del efecto de todo lo que había tomado. O casi.
-Estás re loco pendejo, dijo Gabriel apenás vió entrar a Pablo
-Cerrá el orto.
-Como?
-Que cierres el orto porque te cago a trompadas Gabi.
-No seas atrevido conmigo pendejo maleducado porque te reviento la jeta.
-A ver?, vení si te la bancas. Puto.
Gabriel se hechó encima de Pablo como un huracán. Pablo se defendió como pudo.
En eso Gloria que había escuchado los ruidos llegó y se metió en el medio.
-Salí de acá vieja que a este pendejo le voy a romper el alma.
-Vos no le rompés el alma a nadie!, le dijo Gloria a Gabriel.
-Correte te dije!. Junto con esas palabras Gabriel mueve rápido y con mucha fuerza el brazo, tratando de sacar del miedo a la madre, y lo hace, pero con un golpe que le da en la nariz.
Gloria cae al piso con la nariz sangrando.
Los dos se levantan.
-Estás bien viejita?, pregunta Pablo.
-...
-Vieja!, estás bien?, Pregunta Gabriel.
-Dejensé de joder y no se peleen más, que son hermanos. Vos donde estabas?
-En la calle
Romina miraba.
Ya en la mesa y más tranquilos cantaron el feliz cumpleaños a Pablo.
Todos lo abrazaron. Los tres.
Una sola luz encendida. Solo una luz, y hacía falta una sola, pero no de esas que iluminan por la electricidad. No, no de esas que proyectan sombras sino de aquellas que abren paso e iluminan un camino elemental que cuando se vislumbra hace bien.
A pablo también le hubiera gustado invitar a algunos amigos, pero no había plata para eso.
Esa noche Pablo no quería dormir. O dormir si quería, y en realidad lo que no quería era que el Diablo fuera a visitarlo justo ese día. Entonces subió a la baulera y bajó la bolsa.
-Estás ahí pendejo?
-Que querés?
-Dejame pasar
-No
-Dale boludo dejame pasar
-Está abierto
A Pablo no le importó tener la bolsa a la vista, después de todo era el hermano y no la madre ni la hermana.
-Que tenés ahí.
-Merluza
-Todo eso es Papa?
-Si
-De donde la sacaste?
-Me la dió Ariel, para que se la guarde
-Vamos a la terraza
-Vamos.
-Nos vamos Vieja!
-Donde se van?
-A festejar el cumpleaños del pendejo a la terraza
-A la terraza?
-Si, pero queremos estar solos viejita
-Bueno, yo creí que se iban a la calle, menos mal
-Si, menos mal. Quedate tranquila y dormí que nosotros vamos a estar arriba nomás.
-Y a Romi no la invitan?
-Es una reunión de hombres. Mañana te invitamos Romi.
-...
-Vayan, y no tomen frío.
-Ja! no vamos a tener frío. Tranquila.
-Chau viejita
-Chau






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